Francisco I y los enredos políticos-religiosos de un Estado de derecha
Francisco I y los enredos políticos-religiosos de un Estado de derecha
Luis Fernando Bolaños Gordillo[1]
El asunto no es tan sencillo como para que quienes hayan ideado la campaña gubernamental de la visita de Jorge Mario Bergoglio hayan puesto a Chiapas con un solo corazón para recibirlo, el contexto era complejo, difícil y tenso, pero las lonas, espectaculares y pendones promovían cosas muy distintas a la realidad que viven más de cuatro millones de chiapanecos.
La propaganda ignoró que Chiapas es el estado con mayor diversidad religiosa del país y pareciera que este dato solamente lo conocen los académicos e investigadores que se especializan en el tema; de igual forma se soslayó que el catolicismo está aproximadamente en un 53 por ciento, y que esa cursilería promovida desde el gobierno estatal muestra una parcialidad religiosa.
Tampoco el lema de un solo corazón le hubiese cabido al pueblo católico porque este también es diverso y complejo, ya que el catolicismo que se practica en los pueblos originarios es muy distinto al mestizo, y aclaro que con esto no quiero establecer algún tipo de fronteras culturales que merecerían un minucioso análisis en otra entrega. Aparte del catolicismo tradicional está el catequista, el identificado con la teología de la liberación, el que se alejó del consumo excesivo de alcohol en sus festividades religiosas y que marcó rumbos más progresistas que el primero.
Es probable que el máximo jerarca católico no sepa –o quizá calla para aquello de las buenas relaciones diplomáticas- que en la región Altos Tsotsil-Tseltal, hay un catolicismo tradicional que no es para nada tolerante con quienes profesan una religión distinta. La cobertura televisiva de medios nacionales e internacionales mostró una cara cándida de este catolicismo tradicional y se olvidó, el menos por un día, los lamentables hechos históricos marcados por expulsiones, desplazamientos y hasta asesinatos, en nombre de una tradición religiosa que ha sido bien acuerpada desde diversas instancias gubernamentales.
La teología de la liberación nunca fue bien vista por el Vaticano y el ex presidente Ernesto Zedillo denominó en su momento a Samuel Ruiz como “teólogo de la violencia”. Cabe señalar que la masacre de Acteal se dio durante la administración de ese personaje que aún no ha sido llamado a rendir cuentas y este lamentable suceso debió ser parte de la agenda del prelado argentino que es seguro que tampoco conozca el incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés.
Si hubo alguien que dio cuenta de esos hechos fue Samuel Ruiz García y la visita de Bergoglio a la tumba del ex obispo de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas fue tomada superficialmente desde algunos medios como una beatificación simbólica o como un reconocimiento a su labor pastoral. Siendo el Vaticano una instancia que atacó a la teología de la liberación, es evidente su conveniencia religiosa de poner a Samuel Ruiz ante los ojos del mundo como un gran defensor de los derechos humanos y con ello ganar una imagen favorable que ayude a borrar esa parte negativa de su historia. Es común en nuestro país que los reconocimientos se hagan cuando las personas están muertas y no en vida cuando aún tienen la posibilidad de decir algo que divida a la opinión pública.
El reconocimiento que hizo a la labor de Samuel Ruiz aparece más como un acto protocolario y de identificación convenenciera con los pueblos originarios, que como una oportunidad de hablar clara y abiertamente del deber que tienen los gobiernos federal y estatal de garantizar los derechos humanos, aspecto que deja mucho que desear en la entidad. La visita a la tumba de Samuel Ruiz García fue un montaje más que ayudó al espectáculo folklórico promovido desde Televisa.
Pese a estas condiciones que he expuesto, a la instancia religiosa le resultará fácil poner al pontífice argentino como un hombre liberal, humilde, tolerante, promotor del pensamiento de Ignacio de Loyola o con un discurso distinto ante la homosexualidad, pero esa condición no se manifestó a cabalidad en una gira que no dejó clara en lo general si era pastoral o política. En Ecatepec, por ejemplo, no se refirió a los feminicidios, un asunto alarmante y doloroso a la vez; tampoco recibió a los padres de los 43 estudiantes guerrerenses, pero sí se dio su tiempo para saludar al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, quien tiene acusaciones serias de atentar contra activistas y periodistas. En Chiapas, insisto, se soslayó lo de Acteal y tanto el discurso como la agenda tomaron otros matices que en nada beneficiará a la entidad. De hecho la “inversión” hecha por el gobierno estatal para la visita de Jorge Bergoglio contrasta con la situación económica que guardan las arcas estatales y los índices de desarrollo humano que tiene la entidad.
Pareciera que el máximo jerarca católico no tiene autonomía o mando para hablar de ciertos temas o reunirse con diversos actores sociales y que su gira –a secas- fue diseñada por Televisa y el gobierno federal en un afán de mostrar una cara distinta de México y, en nuestro caso, de Chiapas que comenzará a “echarle ganas” para salir adelante. Esta empresa está marcada por un pensamiento católico que fomenta el predeterminismo a través del programa La Rosa de Guadalupe y era evidente que tenía que montar un show a propósito de esta gira convirtiendo al prelado en una estrella más. El nuevo hangar presidencial fue acondicionado a su llegada con gradas para siete mil invitados, en su mayoría burócratas federales, militantes del PRI y del Verde, y acarreados. Ahí se montó un escenario en el que cantaron algunos artistas. Televisa demostró una vez más su poderío, penetración social, capacidad de manipular a millones de personas y de construir un México bonito.
Por otra parte, hubo detalles en su visita a San Cristóbal que pusieron de manifiesto una cara de la moneda que no fue descrita por los medios. Los asistentes a la misa celebrada en el devastado CEDEM (un tema digno de investigar), sirvieron como un telón de fondo para promover un discurso que maquilla, al menos temporalmente, el racismo, discriminación, exclusión social y otros problemas que aquejan a varios municipios de Chiapas que están en el rango de los más pobres del país. Incluso la discriminación y la falta de respeto se hicieron presentes en el evento ya que no se respetó el lugar que se asignaron a los invitados aunque tuviesen el boleto. Alberto Farrera en su perfil de Facebook, compartió lo siguiente:
Ayúdenme a difundir esto:
A modo q llegue a ojos políticos y eclesiales.
Sr Gobernador de Chiapas:
Trataste al pueblo chiapaneco como animales.
Dejaste pasar en la zona preferencial de indígenas a tus amistades políticas que ni siquiera profesan la fe católica y no respetaste el sacrificio de miles de chiapanecos q teníamos boletos y desde una noche antes pernoctamos para poder acceder a «ntas zonas».
Una noche antes regalaron boletos como si fuera circo y una hora antes nos dijeron: YA ES TARDE!!!!!! ENTREN COMO PUEDAN!!!!!.
Niños atropellados y gente desilusionada tirada junto a los sanitarios.
COMO TE ATREVES A LLAMARTE SERVIDOR PUBLICO SI NOS TRATASTE COMO ANIMALES Y A LOS INDIGENAS TAMBIEN.
Vergüenza de persona y de tu cargo. Trataste a pueblo como animales no como humanos. Pero todos tus amigos políticos en 1er lugar.
Se los imploro, si eres chiapaneco o no. Ayúdanos a difundir este insulto y humillación.
Así de desgraciado este político.
La visita a Chiapas tal vez obedeció a las esperanzas que aún tiene Manuel Velasco Coello de ser en una primera instancia candidato del Partido Verde Ecologista a la Presidencia de la República, con el apoyo del titular del Ejecutivo y dicha televisora. El gobernador ha sido cuestionado desde algunos espacios alternativos por utilizar recursos públicos para promover su imagen en distintos medios a pesar de que la entidad ocupa el primer lugar en pobreza a nivel nacional. La cobertura de medios nacionales e internacionales le hicieron indirectamente propaganda y dadas las condiciones religiosas que prevalecen en la entidad pareciera que pretendiera fijar su nombre y virtudes en otros estados del país para presentarse como un joven honrado y devoto, capaz de llevar con buen rumbo los destinos del país en el 2018.
Seamos creyentes o no, los chiapanecos seguiremos el consejo de Raúl Araiza y le tendremos que “chingar más” para salir adelante en un entorno marcado por la violencia, el desempleo, la crisis económica, la caída del peso, entre otros problemas legitimados por un estado de derecha que no es para nada laico.
[1] Profesor e Investigador de Tiempo Completo de la Licenciatura en Comunicación Intercultural de la Universidad Intercultural de Chiapas; forma parte del Cuerpo Académico Lenguas y Discursos Culturales en la Frontera Sur y trabaja temas sobre culturas juveniles, diversidad cultural y contracultura; Doctor en Ciencias Sociales y Humanísticas por el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.
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