El Papa en las redes sociales
Ni soy especialista en redes sociales y por tanto no puedo hacer un examen exhaustivo de lo aparecido en estos medios de comunicación y difusión de ideas en los últimos días. Sin embargo, ser usuario de Facebook y Twitter me ha permitido observar como muchos de mis contactos, amigos y conocidos, han hecho mención de la visita papal desde muy distintas ópticas, aunque alguna me ha llamado más la atención que otras.
Usuarios de las redes sociales no han tenido empacho en criticar la visita como un agravio a la sociedad chiapaneca; excesivos gastos y suntuosidades en un estado mexicano caracterizado por los altos niveles de marginación. Otros han destacado el papelón, puesto que no tiene otro nombre, de los políticos locales y nacionales convertidos en cazafotos o locos por selfies con el protagonista venido de Roma. Políticos que en este caso debían moverse para salir en la foto, contrariando la vieja práctica y forma nacional de entender la espera por el poder.
A las dos visiones anteriores, descritas a vuelapluma, se agregan otras dos como contraparte. Unos han asumido la llegada del santo pontífice a tierras chiapanecas como una posibilidad de reproducir sus discursos o parafrasearlos, emitiendo un discurso políticamente correcto, es decir, alabando lo expresado por el máximo representante de la Iglesia católica actual. Los más críticos han añadido referencias a la dificultad que se tendrá para poner en práctica las sugerencias del Papa. El otro grupo, el último, en esta clasificación poco académica y construida por impresiones personales, enrola a aquellos que han destacado por encima de todo las fotografías, las imágenes: lejanas del pontífice y de los espacios de reunión, las propias en dichos eventos o las de familiares –muchos niños- involucrados en diversas acciones llevadas a cabo durante la visita: cadenas humanas, coros, etc. Más allá de las creencias religiosas personales, muy respetables cualesquiera que sean, lo evidente es que la presencia papal no se aleja del espectáculo y pone en segundo plano, por decirlo de alguna manera, las reflexiones de contenido religioso. El espectáculo como relación entre personas mediada por imágenes, tal como dijo Guy Debord en la década de los sesenta del siglo pasado en su libro La sociedad del espectáculo, se adueñó de esta visita como ocurre en otras expresiones de carácter multitudinario. En lo personal prefiero un buen concierto, pero sobre gustos no hay nada escrito. ¡Ojalá hayan disfrutado!
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