Tranquilidad vulnerable

Manuel Velasco Coello aseguró que Chiapas se mantiene como uno de los estados más seguros del país. Foto: Icoso

Manuel Velasco Coello aseguró que Chiapas se mantiene como uno de los estados más seguros del país. Foto: Icoso

 

El discurso gubernamental de que vivimos en un Chiapas seguro es vulnerable. Más cuando la publicidad alcanza un nivel desproporcionado de lo que sucede en la realidad. En este sentido, no debiera presumirse tanto un aspecto que por su fragilidad a la postre resulta más contraproducente que benéfico, pues bajo estas condiciones, una percepción de relativa tranquilidad y seguridad puede derrumbarse en cuestión de horas.

Bastó un solo día de robos consecutivos en Tuxtla para que los capitalinos volvieran a ser presa  del temor y la incertidumbre. Apenas el 6 de enero, la Procuraduría General de Justicia del Estado, había informado que“derivado de diversas acciones preventivas y operativas implementadas en la región Centro de Chiapas, durante el año 2015 se logró una disminución del 46 por ciento en la incidencia delictiva”. Dos días después, en un reconocimiento a corporaciones policiacas, el gobernador Manuel Velasco pidió redoblar el trabajo“para que Chiapas siga siendo un estado seguro para vivir, seguro para invertir y seguro para visitar”. El 12 de enero, en Tapachula el discurso del Ejecutivo estatal siguió la misma tónica: “Hoy podemos ver que cuando caminamos unidos como sociedad y gobierno es posible alcanzar los mejores resultados”, afirmó durante la entrega de incentivos a taxistas que participan en el programa Ciudadano Vigilante.

Sin embargo, una semana después de estas apreciaciones optimistas, la terca realidad volvió a imponerse. El lunes 18 en la capital del estado se produjeron tres asaltos: uno de ellos en una tienda de artículos deportivos, otro en un restaurante y, el más sonado, en el Sanborn’s de una plaza comercial en la “Zona Dorada” de la ciudad. Y al día siguiente, para cerrar con broche de oro, asaltantes entraron a robar a la casa del poeta Óscar Oliva Ruiz, exdirector del Consejo Estatal para la Cultura y la Artes en el gobierno de Pablo Salazar. Días antes frente a la misma plaza comercial fue asesinado un vendedor ambulante que, dijeron algunos testigos, momentos antes había frustrado un asalto a una dama.

Los medios de comunicación y las redes sociales expandieron el impacto de la oleada delictiva, mientras que los cuerpos policiacos encendieron las señales de alerta y mostraron una inusitada movilización para dar con los maleantes, sobre todo con los que se llevaron un botín superior al millón de pesos del establecimiento propiedad del magnate Carlos Slim. Oficialmente, aún no hay detenidos. El resultado: una ciudadanía temerosa, con una alta sensación de riesgo por la frágil seguridad en la que vive.

Al contrastar el discurso gubernamental de avances en la materia con la escéptica percepción ciudadana, queda la impresión de que la estrategia de seguridad se enfoca más a la delincuencia organizada, que se le da más prioridad a esta faceta debido a los compromisos del gobierno estatal con la Federación –que a su vez responde a los intereses de seguridad de Estados Unidos— que a la agenda local. No es que se esté en contra de  que se combata al narcotráfico, a los secuestradores o a la trata de personas, entre otras calamidades, pero se descuida el aspecto micro de la inseguridad, que es donde el ciudadano se siente directamente amenazado en sus bienes, en su persona y en su entorno inmediato.

Se entiende que la reiterada publicidad de un “Chiapas más seguro”, apuntalada por los datos oficiales que se difunden, también sirve al gobiernoestatal para conseguir más recursos y apoyos de la federación y de gobiernos extranjeros; sin embargo, mientras los resultados de esa mayor inversión en salarios, equipamiento, capacitación y tecnología no se sienta en el diario vivir de los habitantes, la confianza en el gobierno se irá deteriorando.

No se trata de erradicar por completo los actos delictivos, cosa por demás imposible en nuestras desiguales sociedades, sino de reducirlos al máximo trabajando más en la prevención y en la eficacia disuasiva de los operativos de búsqueda y captura de los delincuentes, así como en el combate a la impunidad.

Darle más peso al trabajo policiaco de inteligencia, al análisis de las tendencias delictivas, a la investigación criminológica, a la revaloración social del policía y fortalecer la idea de seguridad ciudadana, contribuirían a generar anticuerpos más efectivos contra las amenazas crecientes de la delincuencia común. El Chiapas seguro, no hay que olvidarlo, depende en gran medida también de la drástica reducción de las desigualdades sociales y económicas, asignatura en la que tampoco se ha tenido muchos avances reales.

edgarhram@hotmail.com

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