Exijamos zapateros gratuitos
En junio del 2015, un grupo de ciudadanos inició en la ciudad de Monterrey un movimiento que buscaban eliminar el cobro por estacionamiento dentro de los centros comerciales, logrando clausurar el cobro a nivel municipal. Más tarde el congreso del estado de San Luis Potosí aprobó prohibir el cobro y ahora en Chiapas se gestiona seguir ese ejemplo; en mi opinión se equivocan.
Es curioso, y hasta cierto punto normal, ver la reacción de aprobación que desencadena una medida que claramente significaría un ahorro a la economía familiar, aunque sea sólo de aquellas que cuenta con automóviles. Aunque a nivel local es cierto que no tenemos cifras confiables, se estima a nivel nacional que sólo 25 por ciento de la población se mueve en automóvil propio. Pensar que Tuxtla tiene muchos automóviles o que todas las familias cuentan con uno es pecar no de ingenuidad sino de clasismo y miopía social.
Pero entonces ¿cuál es el problema de querer que las familias privilegiadas ahorren? El problema no es que ahorren, el problema es que privilegiando a estas con estacionamiento gratuito en plazas comerciales se fomenta el uso ya intenso del automóvil. Y esto no es un problema menor. La zona metropolitana de Tuxtla Gutiérrez cuenta con uno de los índices de motorización más altos a nivel nacional. Es decir, esos pocos que tienen automóvil lo usan mucho y tener a las personas usando mucho su automóvil particular trae problemas de congestión, contaminación, entre otros. El problema no es que ahorren unos, el problema es que los que no ahorran, además le pierden. Quienes lleguen a los centros comerciales en transporte público tardarán más en llegar por la saturación de automóviles, quienes lo hagan a pie recorrerán estacionamientos cada vez más grandes y correrán más riesgos de ser atropellados.
Estacionamientos gratuitos fomentan no solo el uso del automóvil, sino la asistencia de los conductores y acompañantes a los centros comerciales que se sabe merman las actividades sociales en los espacios públicos, trasladándolas a los espacios privados en forma de plazas comerciales. Estacionamientos gratuitos además construyen en la sociedad, la idea de que es un derecho tener el espacio y los medios para desplazar y resguardar un bien mueble como lo es un automóvil. Estacionamientos gratuitos pavimenta el camino hacia nuevas demandas absurdas y sienta un precedente que bajo esa lógica, nos permite demandar zapateros gratuitos en las calles para resguardar los medios de transporte para peatones.
Pero el fomento al uso del automóvil y sus implicaciones no son lo único que hay que considerar. Las políticas de desarrollo urbano permiten y exigen estacionamientos para las construcciones, en vez de exigir aglomeración de viviendas encima de los comercios, o a una distancia caminable de ellos. El modelo actual permite construir comercio y servicios lejos de las personas que los usan, generando una demanda de movilidad que si no se cuenta con transporte público masivo y eficiente, obligará a los usuarios a utilizar automóviles particulares.
Que se ocupen recursos y medios para gestionar y difundir iniciativas como estas dice mucho de nuestro gobierno; que la ciudadanía las adopte sin reflexionar en la rentabilidad colectiva de estas es preocupante. ¿Qué le hace pensar a una persona que es un derecho tener un espacio para guardar su coche, su ropa, sus zapatos?
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