Hay sombras que secan nopaleras

Casa de citas/ 251

Hay sombras que secan nopaleras

Héctor Cortés Mandujano

 

Hernán Solís Garza, psiquiatra de amplia experiencia, escribió la colección de ensayos que conforman Los que se creen dioses (Plaza y Valdés, 2000); en ellos habla, claro, de los narcisistas, y uno muy famoso fue Óscar Wilde, quien luego de que le fue publicado uno de sus primeros libros dijo (p. 37): “Realmente deberían haberse imprimido sólo tres ejemplares, uno para Dios, otro para el Museo Británico y otro para mí, aunque pensándolo mejor, creo que dos de ellos son innecesarios”.

Se le pidió, dice Solís, que hiciera una lista de sus cien libros favoritos (p. 40): “Temo que no voy a poder –declaró–, no he escrito más que cinco”.

En un fragmento que alude al amor-odio cita el autor (p. 69) “el alarido preñado de vida del Che Guevara: ‘Hay que odiar a nuestros enemigos con amor revolucionario’ ”.

Un hipocondríaco (p. 90) “pidió que familiares, amigos, médicos y analistas todos, devalaran en su tumba este evocador epitafio: ‘¡No que no, cabrones!’ ”

El libro de Solís Garza, fuera de sus innegables atributos profesionales, es también divertido (el título de mi columna, que es un dicho popular del norte, lo tomé de allí). Cuenta que trató con una paciente “amazona” y ella llegó a la terapia grupal (p. 192) “y nos contempló a todos como dicen que Dios vio a los conejos: chiquitos y muy pendejos”.

Ilustración: Manuel Cunjamá

Ilustración: Manuel Cunjamá

***

 

Nací en el judaísmo,

pero me convertí al narcisismo

Woody Allen

 

Eric Lax realizó entrevistas de 1973 a 2007 con el gran cineasta Woody Allen; resultado de ello es su libro Conversaciones con Woody Allen (Lumen, 2009), documento valioso para conocer ideas, trayectoria, vida y opiniones de este célebre comediante, guionista, músico, cuentista y director de cine, quien curiosamente se analiza con bastante dureza (p. 455): “Mi opinión objetiva es que no he alcanzado ninguna meta importante en lo artístico. […] Nunca he tenido un público masivo, nunca he hecho un cine muy rentable, nunca he tocado temas controvertidos ni he seguido las modas del momento”.

Woody tiene muy claro que su personaje público poco tiene que ver con su vida privada (p. 14): “No soy tan inepto como me represento a mí mismo con fines cómicos” y (p. 25) “no soy un ser social. No saco gran cosa del resto del mundo. Ojalá me diera por salir más y relacionarme, porque podría escribir cosas mejores. Pero me veo incapaz”; es más (p. 40): “Mi visión de la realidad es que siempre ha sido un lugar inhóspito donde estar, pero es el único lugar donde se puede encontrar comida china”.

Al contrario de la sencillez con que constantemente reconoce sus fallas, en algunos de sus personajes permea el narcisismo; por ejemplo en Ike, el rol que el mismo interpreta en Manhattan, uno de los picos altos en su cinematografía; le reclama Yale (p. 57): “Te crees muy justo, ¿verdad? Somos personas, somos seres humanos, ¿entiendes? Tú te crees Dios”.

Ike-Woody responde: “Bueno, tengo que basarme en algún modelo anterior”.

Contactos: hectorcortesm@hotmail.com

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