¿Ya fue usted por su tele?

Chiapas es el estado que recibirá, porcentualmente,  el mayor número de televisores gratuitas en el país.

De los nueve millones 700 mil televisores que son repartidos en México, a los chiapanecos nos tocará un millón 50 mil unidades; casi el 11 por ciento del total de aparatos que distribuyen Sedesol y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. En un principio se había hablado de 900 mil aparatos para Chiapas, pero posteriormente se elevó la cifra a cien mil, por esa pobreza nuestra tan caprichosa, que en lugar de disminuir aumenta, pues en este año pasó de 74.5 a 76.3 por ciento.

Chiapas y Tabasco son, además, los dos últimos estados en que se entregan televisores a los beneficiarios de programas sociales como Sin Hambre, Prospera y Pensión para Adultos Mayores.

En las entidades del norte del país los televisores fueron distribuidos desde principios de este año y el reto para la instituciones sociales es concluir con el reparto a más tardar el 15 de diciembre, para que el 31 de diciembre se pueda decir adiós a las transmisiones de tipo analógica y se dé paso a la digital.

El reparto de televisiones, por esta transición que se efectúa en todo el mundo, es un caso único. Hasta el momento no hay país que haya repartido televisores, si acaso, en algunos se entregaron decodificadores para convertir a los aparatos analógicos en digitales.

Aquí la dependencia por los programas televisivos es tan grande (en Chiapas, el 90 por ciento nos informamos a través de la radio o la televisión), que dejarnos sin este tipo de recepción, representaría una catástrofe estatal.

Es posible que en lugar de discutir sobre el partido más reciente de futbol o la telenovela de moda, comencemos a hablar del gobierno y sus desaguisados, por eso resulta más conveniente darnos televisión para que sigamos colgados en el sueño permanente que nos brindan Televisa y Televisión Azteca.

Ampliar y mejorar internet es peligroso, dicen, los del gobierno, porque ahí se canaliza las inconformidades; por eso el servicio de la web sigue siendo oneroso, lento y pésimo.

La televisión, por el contrario, brinda tranquilidad al gobierno, porque permite el control efectivo de los contenidos y en fijarnos la agenda diaria a miles de personas para quienes más allá de Sabadazo, Hoy o Qué venga la alegría no existe el mundo.

Internet, aunque no es la salvación plena ciudadana ni la condena de los gobiernos, sí permite un abanico más amplio para el navegante. Puede encontrarse y leer o ver contenidos peligrosos, que enjuicien al sistema y a los actores políticos y que intenten transparentar la vida pública.

Eso, lo saben los diseñadores de programas sociales, no le conviene a los hombres del poder, en cambio sí, que nos maravillemos con las proezas de la heroína rescatada de la pobreza y llevada una y mil, por un príncipe valiente, educado y rico, al país encantado, en donde no existen los problemas, si acaso alguna intriga y mucha, mucha felicidad.

A propósito, ¿ya fue usted por su tele?

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