Película china
Casa de citas/ 246
Película china
Héctor Cortés Mandujano
Veo en la noche Restless (2011), de Gus van Sant. Un muchacho, Enoch Brae, perdió a sus padres en un accidente; él quedó en coma, se supone que murió por unas horas y desde entonces habla con el fantasma de un piloto kamikaze japonés.
Enoch se enamora de una enferma terminal. La chica es linda y no se ve enferma en ningún momento, ni siquiera en una de las últimas escenas donde ella también puede ver y hablar con el fantasma.
Hiroshi, que así se llama el fantasma, le ha enseñado a Enoch una carta que escribió y no entregó a la joven de quien estaba enamorado. Oímos la traducción en off. Me voy a dormir con esta línea en la memoria: “Morir es fácil. Lo complicado es el amor”.
***
Con la misma confusión tonta que solemos tener los occidentales entre los japoneses y los chinos, sueño con una película (que no existe, claro, aunque se parece a varias) en la que Jsík, un cuarentón chino, de bigotito muy bien recortado, trabaja como chofer de una organización criminal. Le piden que traslade a una muchacha de un punto preciso de la ciudad a una residencia en las afueras. Él va por ella y se asombra con el rostro y la actitud de ella. Ninh se llama. Es muy ingenua y piensa que el trabajo para el que lo contrataron (es escritora, dice) no tiene mayor peligro. Enseña orgullosa a Jsík un librito que le publicaron.
Es un ensayo sobre una pintura onírica de Dalí.
Se lo regala. Jsík se siente obligado a contarle sobre el lugar adonde la lleva. Ella se muestra sorprendida, pero decide ir. Llegan, él le abre la puerta del coche y aspira el delicado perfume de Nih cuando sale, se para junto a él y le sonríe como si fuera un querido amigo de toda la vida. Entra al lugar. A Jsík le dicen que espere y mientras lo hace lee el libro.
Lo llaman y le entregan una enorme caja de regalo; le piden que la lleve a tirar al basurero. Antes de tirarla, la abre y lo primero que encuentra es la cabeza de Nih. Llora. Después de una rápida disolución vemos que Jsík ha limpiado los órganos y ha armado de nuevo el cuerpo, se notan las vendas aquí y allá. Le ha puesto un vestido y ha maquillado el rostro. Vemos cómo, envuelto en una fina tela, pone el cadáver en una tumba abierta, que luego tapa.
En rápidas escenas Jsík liquida uno a uno a los miembros de la banda; después, en la escena final, sale de una cabaña en el campo y se dirige al lugar donde ha enterrado a Nih. Deja unas flores blancas y una carta escrita con caracteres chinos (que no entiendo qué dice, porque yo ni en sueños sé chino). La toma se va cerrando en los ideogramas hasta fundirse en el negro.
Después de ver la cinta (sigo en mis sueño) escribo una crítica que luego leo en el periódico donde me la publican. Pese a repasar las líneas al escribirla primero, y después al leerla impresa, ya despierto no recuerdo una sola palabra.
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