Juventud y política
En los dos últimos sexenios de Chiapas la presencia de jóvenes funcionarios en altos cargos de la administración pública es notoria y visible. Uno de los argumentos para justificar su presencia es la renovación del grupo de políticos que han circulado por puestos en los últimos lustros de la entidad, saltando de cargo en cargo. Otro se ubica en la energía que pueden y deben aportar estos jóvenes en las acciones de gobierno. Singulares razonamientos que no resultan muy novedosos y nos retrotraen a viejos debates sobre el papel de los jóvenes en la sociedad.
No son pocos los pueblos en el mundo que han considerado la madurez etaria como un signo de respeto y acumulación de conocimiento. El papel de los ancianos, como seres humanos portadores de sabiduría, ha permitido que muchos pueblos los consideraran los más aptos para la toma de decisiones, para el ejercicio del poder.
Tal posicionamiento referido a los individuos también se puede observar aplicado a las sociedades. Solo hay que pensar en el territorio hoy mexicano y colonizado por las huestes castellanas para recordar cómo sus habitantes fueron tildados, en muchos casos, como menores de edad, y equiparados con los niños. Forma de pensar la construcción de lo social que se prolongará a través del evolucionismo para considerar que la juventud era una etapa de vida que debía superarse, y que ubicó a conceptos como el de progreso en un proyecto a conseguir por toda la humanidad.
Analogía entre el cuerpo individual y el cuerpo social que paulatinamente vio aparecer en el siglo XIX ideas que giran el sentido de las interpretaciones hacia la relevancia de la juventud y sus ímpetus. La conformación de los actuales países de Alemania e Italia, o de las nuevas repúblicas en América Latina, hizo que entre sus plumas más destacadas del momento aparecieran posicionamientos que miraban a la juventud como la única posibilidad de crecimiento de estos nuevos países. Sólo recordar lo expuesto por José Ingenieros, en su El hombre mediocre, da cuenta de estas ideas que se difundieron, al menos, en Occidente y que en el caso mexicano tienen un punto álgido durante la Revolución mexicana y el deseo de construir un nuevo ciudadano, siempre ligado al vigor de los jóvenes y la fortaleza que debían imprimir a la nación surgida de las confrontaciones bélicas.
Escuetas referencias históricas que, sin embargo, no pueden olvidarse a la hora de pensar en los jóvenes mencionados al principio y en la justificación de su presencia en la burocracia chiapaneca. Situados en la cotidianidad del estado chiapaneco, y conociendo la administración pública, no cabe duda que la experiencia es una virtud si va ligada con la honestidad. Demasiado idealismo quizá pero que debe ser un fin a lograr. Jóvenes sí, pero jóvenes formándose en el servicio público, desde abajo, desde las entrañas de la administración. De lo contrario se crearán gigantes con pies de barro y ejemplos, por desgracia, sobran.
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