Zoé y su partitura política

Zoé Robledo

Zoé Robledo

 

El ex gobernador chiapaneco Eduardo Robledo Rincón ha sido en los últimos 23 años el  emblema  del político  mala suerte.

En el retiro obligado a que lo sometió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional ( EZLN), el priista no olvida su funesto 14 de febrero de 1995, cuando fue echado de la gubernatura.

Permanecen como testimonio de la derrota,  la voz quebrada y los ojos vidriosos del ex mandatario, el día que anunció su  licencia temporal a la gubernatura, con apenas 66 días de asumida. Robledo Rincón nunca volvió.   

El ex senador y ex diputado federal se convirtió  desde entonces  en una referencia del contraste, entre el fracaso y la disciplina institucional en aras de la paz de Chiapas.

El tono parsimonioso, las camisas de hombreras, los botines episcopales y la melena,   se disiparon. Se perdieron de Chiapas.

Robledo Rincón, emprendió  la despedida y el exilio político que lo condujeron   a la embajada de Argentina,  donde rodeado de la nostalgia del tango, el aroma del churrasco y el vino tinto, repasó su mala suerte, la ingratitud de las circunstancias   y la crueldad de  los juegos de la política.

A poco de concluir el sexenio presidencial  el ex mandatario fue nombrado   secretario de   la Reforma Agraria,   donde es probable que haya tenido alguna resignación,  dado que sus inicios políticos, como su origen  familiar e  ideológico, los tuvo  entre los campesinos serranos de Chiapas.

El ex gobernador se obsesionó en comprender y asimilar   la rueda de su destino que destruyó su lucha de décadas para llegar a  La Grande,  impulsada  desde su juventud cuando inició sus brigadas de asistencia social en las empobrecidas comunidades de Motozintla.

De cómo  la inesperada  guerrilla  se le alzó como un muro insuperable tras el asesinato de su amigo y protector Luis Donaldo Colosio Murrieta,  para que después  el EZLN pidiera su cabeza a un complaciente Ernesto Zedillo Ponce de León,  que nunca ocultó su rechazo al malogrado candidato  presidencial y a cercanos  suyos, como Robledo Rincón.

Bajo los muros de su  mala suerte, el bigotudo  y efímero ex  gobernante, observa el trabajo estratégico de  su hijo,  el senador  Zoé Robledo Aburto,  quien desde su diputación local, cuando gobernaba el oprobioso Juan Sabines Guerrero, ha venido edificando su proyecto político, perfilado también a  La Grande  del 2018 chiapaneco.

Pese a su cuestionado despegue en el Congreso Estatal, el Niño Zoé busca transitar por la libre,  con propuestas políticas progresistas y de vanguardia.   

Es un polemista parlamentario aceptable, negociador y empático creciente. Así  lo manifestó durante  las marchas tuxtlecas de apoyo  al  candidato perdedor del PAN, Francisco Rojas Toledo.

El senador de la República expone con  claridad, aplomo y convicción sus ideas.   Su esmero y vehemencia  verbal es el mismo en tribuna que en las calles,  donde simpatizantes lo festejan, lo abrazan y se toman con él   selfies de cachete.

Las pasadas elecciones en Chiapas abrieron a Zoé los espacios oficiosos para la crítica y la reivindicación. Acometió con denuncias permanentes contra fraudes en las urnas, impulsados, presuntamente por el gobierno de Manuel Velasco Coello.

El perredista  ejecuta su partitura política,  alza la voz y destaca ante el silencio domesticado de  sus  paisanos  y compañeros de tribuna,  Roberto Albores Gleason y Luis Armando Melgar Bravo, del PRI y  del PVEM.

El politólogo y articulista está  también en su  rueda cíclica  de hijo de ex gobernador chiapaneco, que  busca  ocupar las posiciones de la herencia del poder ancestral.

Ahora, el senador por Chiapas, da la bienvenida a la iniciativa Por México Hoy, que buscar abrir una reflexión  sobre el México actual para impulsar una nueva Constitución Política, al lado de personajes como: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano  y Porfirio Muñoz Ledo.

Robledo Aburto se involucra en la médula general de la  política, de donde teje fino en lo particular. Lo hace con sobriedad  de político viejo  y simpatía de cantante del momento, como seguro lo evidenciará en los próximos días, cuando acuda a reinaugurar  la restauración del Museo de la Ciudad de Tuxtla Gutiérrez.

 

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