Un lugar así
Imagínese un lugar en que sus habitantes solo leen un 0.8 libros al año. Imagínese, además, que le encantan las telenovelas, que un 90 por ciento es consumidor habitual de contenidos de radio y de televisión; que son líderes en eso y en muchos otros rubros más: en pobreza, en analfabetismo, en producción de café, en corrupción, en poca asistencia a museos y al cine; quizá también en generosidad, pero eso no figura en las estadísticas.
Imagínese un lugar así: pobre y derrochador; honrado y corrupto; conflictivo y pacífico. Un lugar en que uno de cada cuatro de sus habitantes es pobre; más del 50 por ciento jamás ha ido al cine; el 70 por ciento no conoce ningún museo. Y más del 30 por ciento, más de un millón, ha padecido ya la chikungunya.
Más que visitar museos, ir a conciertos, conocer zonas arqueológicas, estas personas tienen como máxima prioridad alimentarse; buscarse día a día el sustento, y no importa, si se consigue asistiendo a una marcha en contra o a favor del gobierno; votando por un candidato o aplaudiendo y gritando vivas y porras por el Verde, por el PRI o el PRD.
Los periódicos en este lugar son raros, artículos de lujo en extinción, que dedican sus primeras planas a enaltecer a los gobernantes, y que solo un 3.5 por ciento de estos habitantes alguna vez los lee. Lo suyo, su mundo, decíamos es de Laura, Sabadazo, Hoy o Que venga la alegría.
Sus habitantes han visto la llegada del PRD, del PAN y del PT y no mejoró su situación. Han seguido en la pobreza centenaria que heredaron de sus padres y de sus abuelos.
Vieron que se marchó el PRI y que regresó transfigurado en Verde, pero las dificultades para conseguir comida, vestido y medicinas han sido las mismas o peores.
La única opción, en este lugar, es subastar el voto, y por la tarde, subirse a la nube viajera de la ficción, en donde mujeres jóvenes y pobres se superan a través de la suerte y de un marido rico y guapo.
Solo en esos momentos terminan las angustias, aunque se haya pasado por el confesionario vespertino de Laura y sus invitadas de insultos y lágrimas fáciles, que los llena de miedo y zozobra, pero después encuentran la tranquilidad y la esperanza con la misma historia mil veces repetidas en heroínas de telenovelas.
Los hombres viven para los deportes televisados, en especial para el futbol, y para la distracción. No en balde, sus habitantes de la Costa, tienen el primer lugar en consumo de cerveza y trago adulterado, y primerísimos lugares en futbol televisivo.
En ese lugar los políticos roban sin consecuencia alguna. Su más reciente exgobernador se llevó 42 mil millones de pesos sin que el Congreso pidiera castigo.
Imagínese un lugar así: paraíso para unos cuantos y amarga realidad para la mayoría de sus cuatro millones 293 mil habitantes.
Ese lugar, sin embargo, existe, y en él se recrean nuestras mayores contradicciones y se llama Chiapas.
¡Su reberberante Matria! Te he leído, Sarelly, y hasta se me ha despelucado el cuerpo. No cabe duda, estamos vivos… esperando que nuestros hijos, nuestros alumnos, estas generaciones, hagan lo propio, ante el desenfreno y la sordera de la peor élite política que nos ha tocado mantener.