Otro 12 de octubre 2/2
Mucho se ha discutido, y se sigue haciendo, sobre quién o quiénes efectuaron la Independencia de México, si fueron los mismos españoles y sus descendientes. Esto último no debe resultar extraño si se observa cómo se construyó la sociedad colonial. El modelo estamental europeo se complementó en América con la división en castas, segmentación que por suprimida hoy en día no deja de reflejarse en la clara separación social que no sólo se impone por recursos económicos, por estatus, sino por el color de la piel y otros rasgos físicos.
Por eso reflexionar sobre el 12 de octubre viene al caso porque lógicamente las visiones son muy distintas dependiendo de dónde se ubique el observador. En la actual España tal día se celebra la hispanidad aunque fuera llamado día de la raza desde su creación en el primer cuarto del siglo XX. Denominación también adoptada en muchos países de América Latina. Hoy en Europa se habla de la hermandad de pueblos unidos por un idioma y culturas comunes, y en tierras americanas principalmente los descendientes de los pueblos originarios protestan por la situación que siguen viviendo en países independientes.
En la propia España las voces contra la celebración, que tiene en un desfile militar su culminación por ser el día de las fuerzas armadas hispanas, también son muchas, pero por supuesto no tantas como en México, encabezadas por organizaciones indígenas y campesinas o por el movimiento magisterial, mismo que merece un tratamiento especial en otra entrega de esta columna.
No existe motivo alguno para celebrar conquistas, ninguna, pero también es momento de empezar a realizar otros actos, otras formas de toma de conciencia y de reflexión si se quiere avanzar como país. El primero, aunque moleste, es reconocer que el México actual es resultado de ella, de lo contrario nos seguiremos poniendo una venda en los ojos. La historia no tiene regreso, ni máquina del tiempo. El México que conocemos existe por ella, y habrá que partir de ahí para lanzar nuevas propuestas. Duele, tal vez, pero obviar la realidad porque es inconveniente no ayuda a construir una sociedad mejor. No es necesario efectuar una fiesta cívica, si no es sentida por la ciudadanía, pero sería bueno empezar a organizar foros para pensar menos en el pasado y más en el futuro, para reflexionar sobre cómo subsanar las inequidades sociales de un país todavía joven desde la construcción de su Estado.
Cito un ejemplo para finalizar. Hoy Cataluña enfrenta con el Estado español un pulso para lograr su independencia. El día nacional catalán es el 11 de septiembre, fecha en que las tropas borbónicas toman la ciudad de Barcelona, momento real en el que se produce la unificación, a la fuerza, de España. La derrota se convirtió en fiesta y también en movilización política en pro de la independencia en los últimos años. Hay derrotas que no se lloran si se tiene la capacidad de proponer, y ese debería ser un reto de los próximos 12 de octubre; proponer para construir una sociedad más justa. Cambiar el discurso por las proposiciones y proyecciones de futuro. ¿Qué mejor celebración?
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