Derechos (ignorados) indígenas: pasado y presente

 

La minería y el despojo del territorio. Foto: Isaín Mandujano/Chiapas PARALELO

La minería y el despojo del territorio. Foto: Isaín Mandujano/Chiapas PARALELO

 

En Octubre de 1492 un despistado llegó a territorio americano descubriendo lo que creía eran las indias. Volvió a España, donde el papa Alejandro VI emitió la bula que autorizaba los reyes que se apropiaran de todas la tierras que encontraran.

Al mismo tiempo, los mexicas comenzaron a vivir experiencias que consideraban presagios de algo desconocido pero terrible que se avecinaba. Así pasaba el tiempo, entre presagios, angustias y preguntas sin respuestas. Hasta que un día apareció un macehual (hombre del pueblo) procedente de las costas del Golfo, quien comentó las primeras noticias sobre la llegada de unas como “torres o cerros pequeños que venían flotando por encima del mar”. El macehual tampoco podía ocultar su estupor al contar que en esas como torres venían gentes extrañas y diferentes a ellos. Eran de “carnes muy blancas, más que nuestras carnes, todos los mas tienen barba larga y el cabello hasta la oreja les da…” Moctezuma envió mensajeros para que corroboraran la información del macehual, y estos al poco tiempo regresaron para confirmar que “han venido no se qué gentes, y han llegado a las orillas de la gran mar, las cuales andan pescando con cañas y otros con una red que echaban”.

La información recibida intranquilizó a Moctezuma a grado tal que envió mensajeros portando presentes para quienes creyó eran Quetzalcoatl y otros dioses que volvían, según se había anunciado en sus tradiciones. Por tanto, ordenó adelantar un saludo a los recién llegados, enviándoles dones consistentes en una máscara de serpiente, de hechura de turquesas, un travesaño para el pecho, hecho de plumas de quetzal, un lanza dardos guarnecido de turquesas, además de diversas piezas de ornato todas ellas conteniendo oro. Cortés al recibirlos no dio muestras de agradecimiento y en cambio ordenó atar con cadenas a los mensajeros y frente a ellos dispararon un cañón, lo que hizo que se desmayaran.

Los mensajeros vuelven con Moctezuma y le describen la experiencia de haber escuchado los cañones, así como la comida que les ofrecieron los recién llegados. Moctezuma persistió con la idea de que se trataban de enviados de los dioses, por eso al salir al encuentro de Hernán Cortes, nuevamente les ofrece dones y también a su tropa. Les ponen flores en el cuello, les dan collares y sartales de flores para cruzarse el pecho, les pone en la cabeza guirnaldas de flores.

Lo que en adelante sigue parece convertir en realidad el presagio: los españoles llevan a cabo matanzas de indios, guerreros, sacerdotes, sabios, para apropiarse de las riquezas y someter a los pueblos. La colonización comenzó a vivirse, a sufrirse, a imponerse. Así pasaron 300 años, y los españoles desocuparon el territorio.

Los pueblos originarios que lograron subsistir al régimen de dominación español enfrentarían ahora el reto de sobrevivir a nuevos regímenes de explotación e imposición.

Los gobiernos posteriores al período de independencia aceptaron “reconocer” las tierras indígenas, pero les impusieron la necesidad de tener que contar con documentos que demostraran la propiedad. Como pueblos originarios, es lógico que no necesitan demostrar tal circunstancia, quienes sí tienen que hacerlo son otros, aquellos que despojaron las tierras indígenas.

La explotación y despojo de los indígenas no ha terminado. Hoy día, pese a que se reconoce que los pueblos indígenas tienen derecho al territorio, el Estado se reserva el derecho sobre el subsuelo de esos territorios, y por eso, según su explicación, otorga concesiones de explotación minera, que no afectan la propiedad indígena. Como si hubiera manera de penetrar al subsuelo sin afectar la superficie!

Se estima que al menos la quinta parte del territorio nacional se encuentra concesionado a particulares o empresas mineras. Muchas de estas concesiones se otorgaron dentro o en las inmediaciones de los pueblos indígenas, sin consentimiento informado previo.

Pero los pueblos indígenas tampoco disfrutan de la superficie, puesto que ahora se encuentra castigado por la ley penal incluso el corte de árboles, aún cuando se aproveche para la construcción o el mejoramiento de viviendas.

Aunque han pasado más de cinco siglos desde el inicio del proceso de explotación y despojo a los pueblos originarios, la historia continúa y aunque los derechos humanos se han implantado, en el caso de los indígenas siguen siendo ignorados.

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