Definición de deslumbre
Tiene que ver con luminosidad. El diccionario otorga dos acepciones a la palabra deslumbre: la primera tiene que ver con la “turbación instantánea que se produce en los ojos por una luz muy intensa”, y la segunda refiere a la impresión positiva que causa una persona admirada.
El deslumbre está lleno de luz a pesar del prefijo “des”, que, en la mayoría de los casos, alude a una negación. Si soy deshonesto ¡no soy honesto! Si soy desgraciado ¡no tengo gracia! Si soy el deslumbre, ¿me quedo sin lumbre? ¡Ah, qué tragedia si esto fuese así! Pero ¡no! Al contrario, acá el prefijo des ayuda a echar “lumbre al fuego” y lo hace más lleno de luz. Los ascetas y los místicos buscan con ahínco la presencia de Dios. Tal vez la visión de Dios pudiera sintetizarse en un deslumbre. A ningún humano le es permitido ver a Dios y esto ocurre así porque Él es el deslumbre infinito. Ah, ya quiero ver al simple mortal que, en ánimo de acercarse a la Mayor Visión, optase por quedar ciego ante tal resplandor Divino. Ahora que lo escribo pienso que, como en los retos bíblicos, éste sería ¡el gran reto! Así como Dios manda a Abraham a asesinar a su hijo Isaac, en este caso, mandaría al místico a quedarse ciego con tal de poderlo ver, ¿alguien pasaría la prueba? Como Dios es la generosidad absoluta, de igual manera que impide que Abraham asesine a su hijo, a todas sus criaturas les dice: “Para que no quedéis ciegos, no me mostraré ante ustedes”, y así, los simples mortales no tenemos acceso a Él, ¡el gran Deslumbre!
Por ello, si ya se dieron cuenta, la palabra deslumbre no debería emplearse para echar incienso a cualquier mortal; de igual manera que el uso de la palabra Dios debería estar reservada sólo para nombrarlo a Él. San Pablo dice que Dios “mora en una luz adonde nadie puede acercarse”. Esta oración es la reafirmación de que Dios es el Deslumbre infinito.
Cuando un admirador le dice a una escritora que su inteligencia lo deslumbra, está comparando una gota de agua con el mar. Ah, diríamos nosotros, con qué poca agua te ahogás.
En Comitán no empleamos la palabra deslumbre, empleamos la palabra encandilar. Esta palabra (que tiene que ver con el candil) sí es una palabra con los pies en la tierra. Cuando una muchacha está enamorada de alguien, ella dice que está “encandilada” por él. Acá sí está bien aplicado el término, porque el amor terrenal, lo más que puede producir, es la luz de una candela. ¿El amor de Dios? Ah, ese sí es inmenso. No alcanzan los kilovatios que producen las turbinas de La Angostura para iluminar ni la billonésima parte de una de las células de Dios.
La lumbre da luz, pero también provoca fuego, arde en su propia llama. Una definición de lumbre dice que “da luz y calor”. Estos dos elementos insisten un poco en lo dicho líneas arriba: ¡Dios arde en su propia luz!
Así pues, quien ose, de acá en adelante, emplear la palabra deslumbre cada vez que un ratón político o una morsa artística o una hiena escritora le provoque una “turbación instantánea en sus ojos” confirmará su poca calidad humana. Quien se deslumbra ante un simple mortal no es más que una simple cucaracha deslumbrada, ¡sin lumbre!
Sin comentarios aún.