Samuel Toledo, gobierno fallido
Para desgracia de los tuxtlecos, la palabra mal escrita (H. AYUNTAMIENTO “CONSITTUCIONAL”) en el escenario de la toma de posesión del alcalde Samuel Toledo Córdova, no sólo fue un imperdonable error ortográfico sino que resultó premonitorio de lo que sería la administración municipal octubre 2012-octubre 2015.
El gobierno emanado de la alianza Partido Revolucionario Institucional-Partido Verde Ecologista de México-Partido Orgullo Chiapas, evadió sus responsabilidades constitucionales y derivó en una gestión fallida por su inoperancia para dar respuesta a las demandas ciudadanas, por el incumplimiento de sus promesas de campaña, por tolerar la corrupción de administraciones pasadas y practicarla, por atentar contra los intereses de los capitalinos y contra el patrimonio institucional público, y por dejar a la capital chiapaneca sumida en el desastre urbano.
La vida en el centro de Tuxtla Gutiérrez es el nítido retrato del fracaso gubernamental en su intento por hacer de la ciudad un espacio ordenado y limpio, un mejor lugar para vivir, para el comercio y el sano esparcimiento.
Pese a los múltiples intentos por disminuir y controlar el comercio informal –incluso con la intimidación de la fuerza pública—, el ambulantaje se ha extendido exponencialmente secuestrando calles y avenidas del surponiente y suroriente de la ciudad; las toneladas de basura que a diario se acumulan por el hacinamiento son, además de una pésima imagen para el tuxtleco o para el turista, un riesgo latente para la salud pública. En estas condiciones, la movilidad de transeúntes y vehículos es una eterna aspiración que se convierte en viacrucis por el dilatado tiempo que lleva cruzar una zona atiborrada de puestos y transporte colectivo.
La precariedad social e institucional que ahí se manifiesta cotidianamente, también ha cortejado a la prostitución para que se quede a vivir en céntricas calles de día y de noche.
El de Samuel Toledo fue un gobierno de agravios. Pese a sus promesas de transparencia, nunca gestionó una investigación sobre el fraude del proyecto ¡Qué viva el centro!, que además de dejar hecha un desastre la zona, abultó la deuda del ayuntamiento capitalino a más de 600 millones de pesos. Al principio de su administración y con la complicidad del Congreso local, implantó un nuevo impuesto por alumbrado público que nunca se aplicó porque resultó inconstitucional al querer cobrar un gravamen a un servicio de energía eléctrica que no producía la alcaldía sino la Comisión Federal de Electricidad. Luego, en un secreto acuerdo de Cabildo, Toledo propuso la privatización del Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantarillado para beneficiar a empresas como pago a su contribución económica a campañas electorales; sólo la revelación oportuna en la prensa de esas intenciones y la firme oposición de un movimiento civil, pudieron detener las ambiciones privatizadoras de una institución pública que fue saqueada por funcionarios estatales y municipales para hacerla aparecer como ineficiente.
Al principio de su gobierno y en medio de la crisis financiera que lo dejó al borde de la quiebra, Samuel Toledo denunció la existencia de un numeroso grupo de “aviadores” que sangraba cada quincena el vapuleado erario municipal, y anunció una severa limpia en su administración; sin embargo, la advertencia derivó en sacudida superficial, pues al poco tiempo se supo que el hijo del exgobernador Juan Sabines Guerrero cobraba en la alcaldía sin trabajar. En esta tesitura, el agravio a los trabajadores municipales con más de quince años de laborar en el ayuntamiento y con un precario sueldo, se consumó hace unos días, a un mes de concluir el trienio; Toledo promovió la basificación laboral de funcionarios de alto nivel y de familiares de éstos, con salarios que oscilan entre 15 mil y 40 mil pesos mensuales, que seguramente a partir de octubre cobrarían sin devengarlos en alguna oficina de la alcaldía.
Claro señor Toledo, como dijo en su tercero y último informe de actividades –porque no se le puede llamar “de gobierno”—, usted se va satisfecho a gozar de sus bienes adquiridos al amparo de su cargo municipal, como el departamento de Santa Fe o su casa de Cuernavaca, valuados en más de 70 millones de pesos, y cuya propiedad nunca quiso transparentar. ¿Cuál será su primera escala en sus largas vacaciones después de tres años de “intenso” trabajo en la “austeridad”? ¿Será Orlando, Florida, con visita especial al Consulado?
Los que no están satisfechos son los tuxtlecos, que se quedarán a vivir en una ciudad ultrajada, padeciendo las consecuencias de su gobierno fallido. En cada calle destrozada, en cada calle oscura, en cada fuga o en cada día sin agua, en cada sobresalto por la inseguridad, en cada visita al centro, en cada montón de basura, en cada corruptela que aparezca, ahí te recordarán los capitalinos Samuel Toledo Córdova.
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