México y Centroamérica
Geográfica y culturalmente Chiapas es Centroamérica.
Desde arriba; es decir en materia de políticas públicas, el centro del poder político mexicano casi nunca ha demostrado interés en Chiapas, dejándolo ser gobernado por camarillas que históricamente lo han saqueado y mucho menos le ha interesado la frontera sur y las relaciones políticas y comerciales con los países centroamericanos.
Siempre México le ha apostado todo a su vecino del norte o a Europa.
Con la exportación de las costumbres del viejo continente hacia México soñaba Porfirio Díaz; cuyos ferrocarriles eran su obra monumental –inspirada por cierto en el desarrollo americano anclado en la construcción de ferrocarriles para el despegue industrial- por ello conectaban con la red ferroviaria de Estados Unidos y la producción salía también desde Veracruz a Europa.
Más atrás, en la época colonial la relación México-Estados Unidos era estrecha, testigo de ello es el casi olvidado “Camino Real Tierra Adentro” por donde desde los estados mineros mexicanos se sacaba la plata y otros metales y esta riqueza minera viajaba hacia las ciudades americanas desde Texas.
De hecho muchas ciudades mexicanas -nacidas en la época colonial- tienen su origen en la actividad minera o en el comercio que de este resultó y que formaron parte de las rutas del “Camino Real Tierra Adentro”.
Después de Porfirio Díaz y hacia nuestros días -pasando por sus invasiones- la mira mexicana siempre ha estado puesta en Estados Unidos. Vino entonces la “Diplomacia del Buen Vecino” alentada por Franklin D. Roosevelt que moderó las intervenciones militares americanas en Latinoamérica y alentó el comercio.
Llegamos luego al “desarrollo estabilizador” y al modelo de sustitución de importaciones porque Estados Unidos privilegió la industria bélica para sostener al ejército que peleaba en la II Guerra Mundial y nuestras exportaciones crecieron. Hasta que nuevamente el modelo económico se agotó.
Vino la “época del ajuste estructural” de los años 80´s del siglo pasado con crecimiento económico cero, con oleadas de mexicanos que dejaban atrás su país y se iban en busca del sueño americano y se culmina la relación de “los de arriba” con Estados Unidos a través del Tratado de Libre Comercio.
Desde abajo la historia es otra.
Si buen un pie mexicano se encuentra ligado a Estados Unidos; el otro es Centroamericano.
Uno es el píe que busca llegar hacia el norte, que es donde está la riqueza y el otro es la extremidad que está ligada a nuestra cultura, a nuestras tradiciones, a la lengua; a Centroamérica.
Esa historia “desde abajo” también es antigua como la “desde arriba”.
Con una historia convulsa, llena de caciques y dictadores como Manuel Estrada Cabrera en Guatemala, José Santos Zelaya, la familia Somoza en Nicaragua, Tiburcio Carias Andino en Honduras y Manuel Antonio Noriega en Panamá; desde abajo siempre ha existido una relación estrecha entre los países centroamericanos y México; mejor dicho entre sus habitantes.
Augusto César Sandino se refugió en México y es en nuestro país que trabaja en Tampico y en Veracruz para empresas petroleras y años después en la lucha, regresa para entrevistarse con Emilio Portes que le promete apoyo y no le cumple, seguramente presionado por Estados Unidos.
La guerrilla salvadoreña agrupada en el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) llegó a otorgarle incluso grado militar a una nieta del general Emiliano Zapata; técnicos mexicanos operaban la legendaria voz de la guerrilla “Radio Venceremos” entre ellos el ex vocero de Vicente Fox, Rubén Aguilar Valenzuela.
En Nicaragua uno de los siete comandantes históricos del Frente Sandinista de Liberación Nacional fue el sinaloense Víctor Tirado López.
En Guatemala, Julio César Macías Mayora mejor conocido como “César Montes” ha sido uno de sus más legendarios guerrilleros y como el mismo lo ha reconocido en entrevistas y en su propia biografía, su origen paterno es chiapaneco.
Qué decir del “chino” Marco Antonio Yon Sosa; comandante de la primera organización guerrillera en Guatemala sepultado en el panteón municipal de la capital chiapaneca.
Toda esa insurrección, quiso ser atajada por los “de arriba” sabedores que una de las vías por las cuales se expande la rebelión es por contagio.
Por eso para contener a los focos guerrilleros centroamericanos se pensó en evitar que Chiapas fuera el santuario de los rebeldes centroamericanos, para ello se ideó la carretera transfronteriza; proyecto que se concretiza después de la irrupción de lo que tanto se temía: una guerrilla chiapaneca, en este caso el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
La clase política nacional en la retórica ha pensado -y lo sigue haciendo- en la estabilidad política de la frontera sur; pero en los hechos no implementa nada para hacerla realidad.
Centroamérica sigue siendo una región convulsa, con países cuya población sufre violenta extrema, el azote de recurrentes fenómenos naturales, con pobreza aberrante que la hacen migrar y más recientemente con la aparición de pandillas juveniles y el fenómeno del narcotráfico, pero también es una región que históricamente -como Chiapas- se rebela.
Un asunto básico hace posible todo ese sufrimiento y las rebeliones históricos centroamericanos y es de carácter humano y no divino: la corrupción de sus gobernantes.
Hoy México y Centroamérica sufren al mismo tiempo crisis económica, migración, problemas de narcotráfico y corrupción.
Pero la visión de sus clases gobernantes es la misma de siempre; ciegos, sordos y con una cleptocracia que domina el aspecto político.
El asunto es que “los de arriba” en Guatemala por lo pronto han caído y en Honduras se comienza a configurar un descontento social también contra su clase política. Cancelaron la impunidad que su clase política gozaba.
Los guatemaltecos salieron a las calles y derrotaron al presidente Otto Pérez Molina quien espera el juico de los órganos judiciales guatemaltecos.
En México el descontento social es también palpable.
Aquí la clase política hace como que nos oye, pero no nos escucha. Hace como que aplica la ley y la justicia, pero solo en apariencia.
Sigue pensando -e intentando convencernos- en que el crecimiento económico de Estados Unidos será el ancla para que la economía mexicana crezca como lo hace su socio comercial.
Lo único que logrará es que más y más mexicanos emigren hacia el norte atraídos por el crecimiento económico americano que se encontraba desacelerado.
Ese pie que tenemos en el norte, que impulsan “los de arriba” hacia avanzar más; seguirá buscando el sueño americano.
Pero el otro; el profundo, el cultural, el que tiene afinidad con el sur, “el de abajo”, está enojado, ve lo que hicieron en Guatemala y anhela enjuiciar a sus soberbios gobernantes.
Ese México profundo está en las redes sociales, en las conversaciones de café y está indignado. Acumula por principio de cuentas el agravio de la pobreza y después el de la corrupción de sus gobernantes y de la impunidad de la que gozan.
Arrastra la tragedia de la guardería ABC, Ayotzinapa, Tlataya y los escándalos políticos de la Casa Blanca y la de Malinalco, más lo que se acumule, porque téngalo por seguro que habrá más escándalos políticos de la clase nacional.
Viendo lo que hacen -y lo que sufren- “los de abajo”, la pregunta no es si saldremos todos los mexicanos a protestar y hacer patente nuestra indignación. La pregunta es cuándo se estallará la indignación de “los de abajo”; porque “los de arriba” nada hacen por remediarla, solo simulan.
Esa rebelión hace 21 años llegó por Chiapas, vía el EZLN. Ahora la indignación es general.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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