Es la economía, «stupid»
Los números eran increíbles; George Bush padre tenía niveles de aprobación entre el electorado americano de casi 90 por ciento.
La popularidad no era para menos; había ya caído el Muro de Berlín y Estados Unidos se perfilaba a ser la única potencia mundial y la operación “Tormenta del Desierto” era un éxito militar total.
Estados Unidos se perfilaba a la supremacía mundial y su presidente en funciones se enfocaba a presentarse a unas elecciones en donde todos consideraban que la reelección estaba asegurada y que la figura presidencial era imbatible.
Pero sucedió que apareció Bill Clinton con una espectacular campaña política que echó para abajo la popularidad del patriarca de la familia Bush.
La campaña de Clinton que en ese tiempo fue original y novedosa, es recordada por dos particularidades; la primera de ellas es que años después se conocieron las entrañas de ella a través del libro de 1996 “Primary Colors” aparecido en su primera edición de manera anónima, pero solo seis meses luego de su aparición; el periodista Joe Klein, cercano a la campaña de Clinton reconoció ser el autor de ese retrato de la pareja Clinton. En 1998 John Travolta y Emma Thompson protagonizaron la versión cinematográfica de esta novela.
El otro asunto es la importancia que se le dio al mensaje político, a las frases que distinguían a la campaña presidencial.
Ante la enorme popularidad de Bush padre, el equipo de campaña de los Clinton consideró que la estrategia debía enfocarse sobre asuntos y temas relacionados con la vida cotidiana de los americanos y claro está sus necesidades.
La frase original y lema extraoficial de la campaña era: “La Economía, Estúpido”, pero se popularizó como “Es la economía Estúpido”.
Además formaba parte de una filosofía y estrategia de campaña que se centraba en tres vertientes: la económica con dicha frase, la estructural con el slogan “Cambio Vs lo Mismo” y la social con el tema de salud.
Al final la frase se volvió parte de la cultura política americana y también de todas partes del mundo.
Si pudiéramos hacer una analogía de ella en México, veríamos que al grupo político encabezado por el Presidente Enrique Peña Nieto le importa su sobrevivencia política, la consolidación de su grupo; pero no entiende o no quiere entender que la economía es lo más importante para el país porque al final de cuentas la salud económica del país se expresa en empleos y por lo tanto en ingresos para los jefes de familia.
Preocupado por dejar de heredero en la presidencia de la República a su delfín que a todas luces es su heredero político, lo paradójico es que el encargado de la política económica es quien peores resultados ha dado porque la economía mexicana no crece.
El heredero es el Secretario de Hacienda Luis Videgaray, con fama de mente brillante -aunque los mexicanos no sepamos porqué o por lo menos no sentimos esa inteligencia que se le atribuye en los bolsillos- pero sin carisma.
Y esa falta de carisma no tendrá para el 2018 más de que tres escenarios:
- Es impuesto contra viento y marea, es decir vía fraude electoral.
- Su designación representa una oportunidad de crecimiento electoral para la oposición y los candidatos independientes y;
- Su designación se cae por la falta de carisma y emergen otros candidatos como el multichambas José Antonio Meade, el ineficiente Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, el junior secretario de educación Aurelio Nuño y el intrigante presidente del PRI Manlio Fabio Beltrones.
El Presidente Peña Nieto tiene múltiples pendientes con la nación; como explicar la verdad sobre la fuga del Chapo Guzmán, la resistencia magisterial a la reforma educativa, Ayotzinapa y Tlataya, el escándalo de la Casa Blanca de la casa también del favorito de Los Pinos.
Sin embargo, el mismo informe de gobierno fue desdeñado. Osorio Chong lo entregó a la nueva legislatura y será hasta hoy al medio día que el presidente Peña Nieto dirigirá un mensaje a la nación en donde seguramente hablará de todo lo que se le ocurra; pero no habrá autocrítica.
No la habrá porque los mensajes políticos que ha enviado van en esa dirección; por ejemplo con el cambio del gabinete presidencial Peña Nieto está pensando en el 2018 y no en resolver nuestros problemas de falta de crecimiento económico.
Incluso con el informe del Secretario de la Función Pública se demostró que se protege a sí mismo y a su Delfín, ya que resultaron exonerados de los escándalos inmobiliarios.
En suma el sexenio peñanietista se ha ahogado en grandes escándalos y exoneraciones, en falta de crecimiento económico y en una falta de pericia en la conducción política. Es un sexenio con una administración que pierde fuerza y del cual ya no puede esperarse nada.
En economía, el legado que quiere dejar es el presupuesto base cero. Pero en la práctica habrá muchas dificultades para implementarlo porque casi el 80 por ciento del presupuesto federal es irreductible, es decir un gasto comprometido en sueldos, pago de servicio de la deuda, pagos etiquetados por ejemplo.
El margen de maniobra entonces es estrecho y no se ha hecho lo que la lógica indica que tiene que implementarse con cualquier presupuesto sea personal o de un país desarrollado o tercermundista: se debe de gastar bien.
El panorama para el 2016 en materia económica es bastante oscuro y seguramente de ello no hablará el presidente de la república.
Las previsiones indican que seguirá deprimido el precio del petróleo y por tanto habrá menos ingresos nacionales y en ese sentido lo que probablemente descarrile las aspiraciones del Delfín Videgaray -junto con su falta de carisma- sea la necesidad de incrementar los niveles recaudatorios a pesar de su promesa de no hacerlo.
Inevitablemente tendrá que tomar una decisión y esta le afectará en sus aspiraciones; a menos que sea tan brillante como se dice o que el contexto internacional se componga o que su amigo José Antonio Meade compense la falta de ingresos entre la población con los programas sociales y la televisión le quité la falta de carisma.
La economía es el talón de Aquiles de la administración de Peña Nieto -sin que esto signifique que los problemas políticos y sociales sean menos importantes- porque el legado es nulo y la prospectiva futura es oscura y lo es para todos los mexicanos.
Lo curioso y lo alarmante es que ni al presidente ni a su Delfín le preocupa a pesar de ser el encargado de su conducción. La mente está en el 2018. A la silla presidencial le apuestan todo aunque en esa aspiración sigan engrosando la lista de más y más mexicanos pobres.
Es la economía, ya es hora de que todos los mexicanos nos demos cuenta que nos han fallado y todo ello nos afecta por más que digamos que no nos interesa la política. Son los políticos lo que instrumentan la economía y esta nos afecta a todos porque se expresa en nuestros bolsillos.
El economista inglés, Keynes dijo que “Las ideas de economistas y filósofos políticos, cuando tienen razón o cuando se equivocan, son más poderosas de lo que generalmente se cree. En realidad, el mundo es gobernado por algunas de ellas. Los hombres prácticos, que creen que están bastante exentos de cualquier influencia intelectual, son, por lo general, esclavos de la ideas de algún economista muerto.”
En México la conducción económica es mala, ineficiente y pésima, pero como dice Keynes; nos afecta a todos.
Es hora que les gritemos “Es la economía Estúpidos”.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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