Definición de suave

LOS ZULETA

Los Zuleta son de Colombia. Ellos compusieron la canción “La espinita”. ¿La han escuchado? Sí, seguro que sí. Es la canción que dice: “Suave que me estás matando, / que estás acabando con mi juventud”. Si hubiese un concurso de la canción más masoquista, ésta ganaría mención de honor.  El hombre está a punto de entregar la zalea, pero le pide a su amada que lo haga de manera suave. Tal vez esto es como esa figura retórica que llaman Oxímoron; tal vez es una lección de que lo suave es una mera utopía: nada es suave en la vida, ni la propia vida ni la propia muerte; ni la vida ni la muerte de los otros.

Se emplea el término como un mero eufemismo, para que creamos que la vida, en efecto, no es como esa alfombra de chinchetas sobre la que caminamos, sobre la que, a diario, nos acostamos. ¿Suave? ¿Qué es suave? La palabra suave es como un camuflaje.

Si buscamos en el diccionario hallamos que en México el concepto suave lo aplicamos con la acepción de excelente. Un amigo pregunta cómo te fue en vacaciones y vos respondés: “¡Suave!”. ¿Pero de veras esto es cierto al ciento por ciento? ¡No! Todo es falso. Nadie, ¡por amor de Dios!, puede decir que las vacaciones “Chiapasionadas” estuvieron excelentes. Basta “toparse” con tanto tope y “bloquear el buen ánimo” con tanto bloqueo para saber que lo suave es mero eufemismo.

¿La piel de tu novia es suave? ¿De veras? Si lograras colocar un trozo de su piel (¡uf, qué masoquista!) en un microscopio verías que esa piel está exenta de suavidades. La piel está llena de bacterias que producen terrenos semejantes a sembradíos de cactos donde habitan monstruos indecibles.

¿Qué es suave en el mundo? Perdón, qué pena defraudarlos: ¡no hay nada suave en el mundo! Ni siquiera en la acepción mexicana. ¿Hay algo excelente? Tampoco. Todo en la naturaleza tiene rugosidades y perfiles distorsionados.

¿Suave un colchón? Tampoco. Ya los científicos nos han demostrado que los colchones más finos también están llenos de millones de ácaros. Y la imagen microscópica de los ácaros nos muestra que estos bichitos tienen la forma de una rata asquerosa con ocho patas. ¡Sí, con ocho patas! Uf, si apenas soportamos las ratas de dos patas y las de cuatro, imaginen la suavidad de nuestro colchón en donde retozan millones de esos bichos asquerosos con ocho patas.

Cualquiera deseara tener la piel suave; asimismo deseáramos que nuestra patria fuese ese territorio suave que nos fue vaticinado por Ramón López Velarde, pero a estas alturas del partido nos hemos percatado que todo es un mero espejismo. El poeta dijo: “Patria: tu mutilado territorio / se viste de percal y de abalorio”. Y hoy sabemos que ese territorio está desnudo, su percal ya se deshiló y el abalorio es de la misma sustancia de aquellas cuentas que los conquistadores cambiaron por oro. Nos hemos quedado, qué pena, con un simple territorio mutilado y no hay manera de componerlo porque el engrudo nunca ha servido para arreglos mayores.

¿Suave? ¡Nada es suave! Todo sueño tiene la piel del chayote y toda esperanza está ceñida con alambre de púas.

Perdón. ¿Será posible evitar el uso de esta palabra de acá en adelante para evitar algún brote estéril de ilusión? El diccionario debería tener un dispositivo que permitiera mandar al basurero a algunas palabras que son como espejitos que sólo reflejan la mentira.

Ya no está de moda. Qué bueno, pero a veces, en alguna cantina de mala muerte, todavía se escucha la canción de “La espinita”: “Suave que me estás matando”, y uno no sabe bien a bien si se refiere a algún amor insano o a alguna hendija de esta patria.

 

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