Redes sociales y elecciones en Tuxtla
Fernando Castellanos Cal y Mayor piensa que los periódicos impresos, la radio y la televisión son capaces de decidir las elecciones. Y está equivocado.
Ese modelo, que funcionó muy bien en el pasado, hoy está en crisis. La televisión privada de México ha presentado pérdidas por vez primera y su auditorio ha emprendido la retirada hacia nuevos sistemas de audio y video ofertados a través de internet.
Por su parte, los periódicos chiapanecos son, desde hace algún tiempo, artículos que circulan a duras penas y financiados, casi la mayoría, por Comunicación Social de Gobierno del Estado. No es raro, por eso, que pocos hayan mencionado la marcha por la Democracia en Chiapas y hayan apenas cubierto la campaña de Paco Rojas.
Pero para Fernando Castellanos, los periódicos sí son importantes para la configuración de la opinión pública, de ahí haya tenido la desmesura de evitar la circulación de Cuarto Poder, El Heraldo y Diario de Chiapas, periódicos que habían publicado la demanda que él interpuso en contra de Yassir Vázquez.
En la radio y la televisión fue el único candidato. Sin contrapesos en los medios tradicionales, se veía a sí mismo como el candidato que ganaría ampliamente. Sus colaboradores vaticinaban que se impondría por 20 puntos de diferencia, y, en un escenario catastrófico, por 10.
Yo pronostiqué que perdería. Una semana antes de las elecciones escribí una columna que titulé: “Fernando Castellanos, derrotada anunciada”. No había mayores secretos para llegar a esta conclusión: su campaña equivocada en las redes sociales, fundamentalmente, y su exaltación en los medios tradicionales, además de un hartazgo ciudadano por las políticas municipales y estatales del Verde.
Sin mayores posibilidades en los medios tradicionales, a Paco Rojas no le quedó otra opción que las redes sociales. Y se convirtió en un fenómeno. El día de las elecciones contaba con más de 33 mil seguidores, pero su mensaje se multiplicaba de manera muy eficiente en Whatsapp.
Más que Twitter y Facebook, el verdadero fenómeno de esta elección fue Whatsup, una aplicación disponible en teléfonos muy económicos y que demanda poco gasto en internet. Además, los líderes de opinión en Whatsapp se difuminan; son miles de mujeres y hombres que comparten un meme, un artículo, un video o emiten una crítica ingeniosa.
Cuando el candidato del Verde intentó reaccionar, las redes sociales estaban ya copadas por el panista. Pecó de un error más: sus expertos en redes desconocían nuestra realidad.
Sus asesores también pensaron que bastaba controlar gran parte de la prensa y la totalidad de la radio y la televisión para que el candidato del Verde marchara en alfombra ganadora. Al fin que aquí, decían, solo la élite tiene acceso a internet, y no previeron que más 70 por ciento de los habitantes de Tuxtla tiene servicios de Whatsapp, aunque no cuente ni con Facebook ni con Twitter.
El grupo de expertos en redes sociales, que hoy todavía sobreviven en un búnker custodiado por policías en la colonia Vistahermosa, se dedicaron a construirle una imagen de candidato con muchos fans, aunque fueran de Turquía, Egipto, La India, China e Indonesia. Así llegaron a 200 mil bots que daban likes en árabe, chino mandarín, inglés y hasta en checo al hoy candidato con constancia de mayoría.
Eso sí, eliminaban –y eliminan– cualquier comentario desfavorable, con lo que crearon un clima de animadversión entre los feisbukeros, tuiteros e instagrameros.
Esos expertos en redes sociales tuvieron también la genial idea de atacar a los seguidores de Paco Rojas. Crearon páginas con noticias ficticias en donde se inventa casi todo y se difama a los presuntos oponentes.
Es imperdonable mentir con descaro en las redes sociales, porque es una comunidad inteligente y colaborativa, que rápidamente completa el mensaje, lo rechaza o descalifica.
No se necesita tampoco mucha malicia para comprender que un mensaje reiterativo y mal elaborado sobre los presumibles deslices de una persona, se desgasta.
Las páginas creadas a propósito llenaban (y llenan) de elogios a Fernando Castellanos y por el otro desbarataban (y desbaratan) el honor de los seguidores de Paco Rojas y al propio candidato panista. Olvidaron los argumentos, un recursos elemental para tener credibilidad en las redes sociales.
Los seguidores criticados, en lugar de asustarse y huir despavoridos, radicalizaron su crítica. Hoy son miles a quienes ya no se puede controlar. Emplean Facebook y, fundamentalmente, Whatsapp.
La campaña negra revela o critica con un discurso respetuoso el pasado de un candidato y tiene una fuente reconocida por todos; la campaña de difamación inventa y calumnia, a menudo con un lenguaje soez, y su fuente se oculta en el anonimato.
Desde hace más de dos mil años, Aristóteles había ponderado ya que un mensaje era creíble si provenía de una fuente con autoridad y con un discurso apropiado. Pero eso lo desconocen los estrategas del Verde.
En lugar de ganar seguidores, Fernando Castellanos empezó a tirar los 30 puntos, que según dijo antes del inicio de su campaña, aventajaba a su más cercano oponente.
Desde luego, que no todo el infortunio del candidato del Verde proviene de las redes sociales, pero fue un espacio determinante para su derrota, porque fue ahí donde se movió con toda la novatez del mundo. Y lo sigue haciendo de forma fatal: tiene una tremenda habilidad para irritar a los ciudadanos, al no reconocer errores y mentir descaradamente.
¡Cómo es de vivo el señor Sarelly! Todo lo dice desmenuzadit o, bien clarividente, aquí en San José Terán que somos lentos de entendederas, nos hace fácil la vida.
Excelente y muy cierto análisis. Lo que yo lo critico a usuarios de redes es insultar al oponente. Todo se puede expresar sin palabrotas de por medio. Eso le bajó nivel al asunto.