Que no, que sí
Casa de citas/ 234
Héctor Cortés Mandujano
En abril-mayo de este año decidí, por razones difíciles de explicar en una frase, no publicar ningún libro más, no hacer ninguna colaboración en ningún lado, no dar ningún curso; tomé la decisión, incluso, de no volver a escribir. Punto. Y me sentí liberado, feliz (no es que escribir me oprima ni me haga infeliz, claro; la felicidad siempre, perdóname Rimbaud, se me ha sentado en las piernas). No seré más escritor, decidí, me saldré de ese circo de vanidades. La única que conoció y aplaudió esta decisión fue mi mujer.
Ya se sabe: “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”. Sin saber sobre mi decisión, mi amiga Damaris Disner me había pedido publicar un libro de teatro y mis amigos de La Puerta Abierta quedaron en montar la obra sugerida, dije que sí, pero pensé que la idea se volvería nada, como muchas; mi compadre Raúl Ortega me pidió cuatro textos (uno para el libro electrónico 43+1) que pensé en mi interior serían los últimos. Ya había escrito mi última Casa de citas (“Adiós”, se llamaba, qué creativo), donde más o menos explicaba el asunto, pero como voy tan adelantado en la escritura aquélla sería ésta, la 234, la del final del ciclo.
En fin. Se publicó y se montó mi obra “Azar” (y cómo me divertí con la presentación del libro, qué simpáticos son mis amigos), se presentó el libro 43+1, mi compadre ya publicó los otros tres textos, no he dejado ni dejaré esta columna, me programaron un montón de cursos que impartí, mi amigo Rudy llegó a decirme que ya me había pagado otro año de blog (que también pensaba cerrar) y mis amigos de La Puerta Abierta, además, me pidieron que escribiera una nueva obra de teatro para que la estrenaran en el VI Festival Internacional de Teatro Independiente Otra Latitud, que se realiza en Tuxtla del 24 al 29 de agosto presente.
Pensé en que mejor la escribieran ellos y les di un curso al vapor de dramaturgia, de donde salieron los personajes y la trama. Era difícil que los siete trabajaran en un texto único, de modo que con las ideas suyas y las mías escribí con rapidez, y espero que con eficacia, Dormir, tal vez soñar, que se estrenará el próximo sábado 29 de agosto, a las 20 horas, en La Puerta Abierta. La escritura y el montaje merecieron el apoyo del Instituto Nacional de Bellas Artes y con ello, la obra hará temporada en el D. F. (once funciones) y participará en otro festival nacional.
Ya puesto en ese camino, y a petición de mis amigas Maru e Hilda, escribí otra obra de teatro (Sexo explícito se llama) con la que tal vez vuelva a las tablas como actor (de eso, también, según yo solito, me había despedido).
Para entregarme sin ambages, como dice conocido poema popular, a lo contrario de lo que había decidido, dadas las condiciones que se fueron dando, he decidido publicar, por la vía de la total independencia, seis novelas mías (cinco inéditas y una reedición; mis amigos René Morales y Damaris Disner, editores de libros míos, me han enseñado el camino) que iré presentando conforme se vayan publicando; es decir, que de mi decisión de ya no escribir ni publicar, he cambiado a la incesante escritura, a la incesante publicación. Es decir, a lo de siempre. Así soy de caprichoso.
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