Mentiras políticas y crisis financiera internacional
Cualquiera que se considere político de estirpe -o quiera y aspire a serlo- debe saber que su carrera política depende de la salud del grupo político que lo respalda, de como este grupo supera sexenios y sexenios, pero también de la cantidad de votos electorales que puede conseguir.
Los que no logran transcender son administradores públicos -que debido a su eficacia, eficiencia o suerte- están en los primeros planos y administran o ejecutan las grandes decisiones por un periodo de tiempo.
Un político que aspire a una larga carrera es un maximizador de votos. Su clientela obviamente son los votantes concretos y también los posibles.
El asunto es que estos votantes son a la vez ciudadanos. Son miembros de una sociedad. Un conglomerado de personas en las cuales existen necesidades individuales y colectivas.
En ese sentido, ¿cómo se empata la necesidad de un político por los votos con las necesidades sociales?
Si utilizamos la definición clásica de la economía; tanto las necesidades personales como las sociales son infinitas y los recursos escasos.
Por lo tanto, los políticos no pueden cumplirles a todos sus votantes. Lo saben y sin embargo los usan para fines electorales.
¿Qué presupuesto puede alcanzar para las necesidades sociales infinitas?; y más si se trata de los recursos financieros de un país en vías de desarrollo.
De manera obvia, los recursos no alcanzan y es entonces que en los presupuestos se discuten prioridades. Y estas se refieren a lo más urgente que un gobierno tiene o debe de atender; porque claro está, algunos gobiernos ni prioridades atienden.
En resumidas cuentas, un político no puede representar todos los intereses de todos los votantes. A algún sector le tendrá que quedar mal y ese sector será los que menos influencia tengan para protestar.
Por tanto el político siempre miente y nunca podrá dejar de hacerlo.
Lo más doloroso para la sociedad en su conjunto y sus ciudadanos, es cuando estas mentiras se refieren a los temas económicos.
Muchas veces hemos leído en los periódicos o escuchado y visto en los noticieros televisivos frases como las siguientes:
Si suben los precios:
- Cuando vivíamos en el modelo de sustitución de importaciones y el gobierno fijaba los precios, la frase era “es una medida dolorosa, pero necesaria”. La realidad era que los subsidios no podían seguir sosteniéndose y habría que pasarle el costo final al consumidor.
- Ahora que lo que domina es el modelo neoliberal y muchas decisiones se dejan a las fuerzas del mercado se dice que “hay distorsiones pasajeras en el mercado. Luego vendrá la estabilidad”. La realidad es que la incertidumbre es una característica de los mercados y cuando esta permea, restaurar la confianza no se logra de la noche a la mañana.
Si aumenta la inflación:
“El aumento es positivo, porque es un nivel bajo y estable, de un solo dígito y alienta el consumo hoy, y no dejarlo para mañana”.
Ahora mismo, con la pérdida del valor del peso en los mercados internacionales, el Presidente de la República Enrique Peña Nieto en unas declaraciones recientes dijo que dicha depreciación genera escozor entre la gente, pero que dicha depreciación tiene su lado positivo porque le otorga a México mayor competitividad y promueve el turismo.
Incluso dijo que México es uno de los países que ha salido mejor librado del oscuro entorno económico mundial.
La realidad es muy diferente; la pérdida del valor del peso afectará a la economía mexicana y lo volátil de nuestra moneda durará hasta inicios del próximo año.
¿Qué ha sucedido?
El peso ha perdido su valor y esto se debe a varias situaciones que se combinaron.
Invariablemente lo que está presente es una incertidumbre en lo que sucederá con la economía mundial los siguientes días y tal vez meses.
Uno de estos factores es que el valor del petróleo -nuestra principal fuente de ingresos internacionales y cuyas ganancias conforman el presupuesto de egresos anual- ha caído en casi 50 dólares y lo ha hecho en menos de un año.
La sacudida del precio se debe a que el principal comprador internacional, Estados Unidos; ha dejado de serlo porque ha aumentado su producción local y ha esto nada bueno le abona el hecho de que los productores árabes no bajan sus niveles de producción con la esperanza de “quebrar” a los nuevos agentes el mercado: los pequeños productores americanos.
Otro factor es puramente financiero; Estados Unidos juega con la especulación de la fecha formal en la que incrementará sus tasas de intereses porque la economía interna ya crece como no lo hacía desde hace dos años. Si aumenta sus tasas de intereses, los especuladores conocidos como “capitales golondrinos” saldrán de los distintos países en los que se encuentran, entre ellos México para buscar maximizar sus ganancias en una economía más grande, más segura y que ofrecerá mejores rendimientos.
Si el dinero se va, incluso habrá problemas para que las empresas mexicanas y asentadas en México paguen sus créditos.
Por si fuera poco, la variable de la economía china también se mueve. Y es que China es el motor de la economía mundial.
Más de una década la patria de Mao tuvo un crecimiento promedio anual de diez o nueve por ciento. Con un modelo económico basado en la exportación; pero ese ritmo parece insostenible por lo menos por los próximos cinco años y por eso, su crecimiento se ha desacelerado en solo siete por ciento.
El asunto es que China tiene relaciones comerciales con casi todos los países del mundo. Para no perder competitividad y corregir el rumbo, lo lógico era devaluar su moneda para que seguir dominando los mercados haciendo sus productos más baratos.
Prácticamente, si Estados Unidos sale de la recesión, China entra en una y todo ello impacta en todas las monedas del mundo incluyendo el peso mexicano.
Ello porque el mundo experimenta la llamada “globalización” y esto hace que así como sus beneficios llegan rápidamente, también lo hacen sus efectos perniciosos.
¿Dónde está la mentira de nuestros dirigentes?
Podría pensarse que ante la cantidad del comercio bilateral entre Estados Unidos y México, el crecimiento americano será un salvavidas para la economía mexicana.
Incluso que un dólar fuerte y un peso débil harán salir a numerosas empresas norteamericanas de todos los sectores económicos de su entorno y las obligará a asentarse en México buscando la competitividad perdida.
Es más que probable que en eso esté pensando en convencernos el Presidente Peña Nieto y su equipo de trabajo.
Probablemente así sea. Vendrán empresas americanas a territorio nacional. El problema es que no será en todo el territorio nacional mexicano. Será en las ciudades y regiones que ofrezcan mejores atractivos, como por ejemplo de conectividad para abaratar costos de transportes.
Es decir, como somos un país con crecimiento desigual; los beneficios de que el peso pierda su valor solo lo verán aquellos estados y lugares competitivos; mientras los que no lo sean seguirán igual o tal vez peor.
Ahora bien, se puede alegar lo que parece obvio: no es lo mismo mandar en remesas a México 100 dólares a un tipo de cambio de 15 pesos, que a uno de 17 pesos o más.
Por los mismos 100 dólares, los que recibirán sus remesas tendrán más pesos.
Pero como la experiencia dicta; si el entorno económico está mal y pinta peor, siempre se desata la discriminación y la xenofobia porque los puestos laborales escasean y los patrones sacrifican plazas y pagan menos para salvar su industria o negocio.
En ese contexto, siempre se le culpa a alguien de quedarse con una plaza laboral que es muy disputada pero mal pagada. En Estados Unidos siempre los culpables serán los migrantes indocumentados.
Ese es el contexto que permite que la popularidad de un tipo como Donald Trump crezca como la espuma.
¿Por qué nuestro gobierno no defiende con todo a los inmigrantes?
Y es que lo peor de su activismo es que siembre y fortalezca la semilla de la xenofobia en un país en donde los mexicanos tenemos una enorme fuerza laboral, que dicho sea también; debería estar creando riqueza en nuestro país; pero de manera obvia, migra hacia donde existe la riqueza.
El lunes pasado fue un día negro y los serán los días siguientes y tal vez los meses venideros.
Que nos digan la verdad, pero; ¿Lo harán?
Volvamos a los fundamentos económicos:
Los recursos son escasos, -y con crisis encima escasearán más- los que lo resentirán más serán los que vivamos en las zonas más pobres, los que no exportemos, los que vivamos al día.
Los políticos nos seguirán mintiendo porque a mitad de un sexenio, la prioridad será consolidar a los grupos políticos para transcender otro periodo más.
Las necesidades de la población -con una crisis casi encima- serán más infinitas que nunca. Pero resolverlas no es prioridad, la prioridad es la plataforma política para conseguir de nueva cuenta votos en el 2018.
Si les decimos la verdad, no habrá votos y no habrá consolidación de grupos políticos.
El voto, tratado como pecado original de la democracia. Todo el presupuesto para conseguirlo.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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