La palabra dicha
Casa de citas/ 231
La palabra dicha
Héctor Cortés Mandujano
La palabra dicha. Entrevistas con escritores mexicanos (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2000), de Gerardo Ochoa Sandy, es la compilación de una treintena de conversaciones con autores de nuestro país. Tomo de algunos lo que dicen sobre la escritura.
Ricardo Garibay declara (p. 36): “Yo me he mostrado muy enemigo de los símbolos en la literatura. Eso de que le personaje Pedro no es realmente Pedro sino que representa La Revolución o la Industria o cualquier otra cosa son tonterías.” P. 37: “Mire: todo es ficción. Tanto lo que vivimos día a día como lo que consideramos una fantasía. […] En la literatura, una vez lograda la especie literaria, todo es real y todo es fantasía.” P. 43: La materia de que está hecho un escritor es un poco la de un bastardo, de un mentecato, de un buitre. No es, cabalmente, un ser humano digno de respeto. Es un bribón, es un ladrón que saquea a todos los demás para hincharse. Es un devorador de carroña, pantanea en el vicio para poder contarlo. […] Es un diosecillo sin ninguna bondad.”
Sergio Pitol (p. 68): “Desde mi primer cuento, ‘Victorio Ferry cuenta un cuento’, estuvo presente la preocupación por la forma que surge desde el interior mismo del relato o la novela.”
Héctor Aguilar Camín dice que le dijo Gabriel García Márquez (p. 86): “Los personajes tienen una vida pública, una vida privada y una vida secreta.”
Jaime García Terrés (p. 148): “Alfonso Reyes, a quien nunca termino de citar e invocar, sugería que si la palabra que necesitábamos no existía, la inventáramos, y si existe y ha dejado de emplearse, reconsiderásemos su uso.”
Elsa Cross (p. 164): “No es raro tener las percepciones más sutiles mientras se realizan las tareas aparentemente más burdas.”
Guillermo Zambrano (p. 195): “La vida es incoherente, pero la novela no. En las grandes novelas cada capítulo es un cuento. Saquemos al azar un capítulo de cualquier novela y publiquémoslo como una unidad. Si resiste, y si repetimos la prueba con otros capítulos y obtenemos los mismos resultados, estamos ante una gran novela. Una gran novela es un collar de perlas.”
Alberto Ruy Sánchez (p. 319): “Un escritor, además de aprender a escribir bien, debe aprender a navegar en el mundo literario sin cargarse de rencor. Su interés debe estar en la obra propia y no en lo que piensa fulanito o en las miserias de la vida. La mejor respuesta a un ataque es la creación.”
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Gajes del oficio. La pasión de escribir (Ediciones Cal y arena, 2007), selección y edición de Delia Juárez G. es la reunión de los testimonios (p. 11) “de más de cincuenta poetas, narradores, y dramaturgos en el momento en el cual se preguntan cómo, dónde, por qué y para qué escribir”. De allí tomo estas citas:
Fernando Pessoa (p. 15): “[…] Erijo esos dos principios en fundamentos generales de todo estilo: Decir lo que se siente exactamente como se siente –con claridad, si es claro; oscuramente, si es oscuro; confusamente, si es confuso–; comprender que la gramática es un instrumento, y no una ley.”
Marguerite Yourcenar (p. 23): Siempre desconfié de la actualidad, en literatura, en arte, en la vida. Por lo menos aquello que se considera la actualidad y que muchas veces es la capa más superficial de las cosas.” P. 25: “A la tercera o cuarta revisión, armada de un lápiz, releo el texto, ya casi limpio, y suprimo todo lo que puede ser suprimido, todo lo que me parece inútil.”
Adolfo Bioy Casares (p. 31): “Escribir es un intento de pensar con precisión.” P. 31: “El tiempo y la experiencia van armando en la mente del narrador una suerte de procesadora de datos, de maquinita que de las informaciones que recibe el cerebro aparta algunas y le permite anunciar: aquí hay un cuento.” P. 32: “Para escribir bien hay que escribir mucho., hay que pensar, hay que imaginar, hay que leer en voz alta lo que uno escribe, hay que acertar, hay que equivocarse, hay que corregir las equivocaciones, hay que descartar lo que sale mal.” P. 33: “Creo en la conveniencia de prometer algo en las primeras líneas de una historia.”
Cesare Pavese (p. 43): “La poesía consiste en dar a la página ese simplísimo temblor que da la realidad.”
Ernest Hemingway (p. 50): “Cuando escribo, tengo que moderarme haciendo el amor, pues las dos cosas marchan con el mismo motor.” P. 51: “Revisé toda la Biblia para conseguir un título. […] Se llevaron todos los buenos, así que llamé al libro Hombres sin mujeres, esperando que tenga buena venta entre los maricones y las muchachas del bazar.”
Antonio Machado (p. 77): “La palabra escrita me fatiga cuando no me recuerda la espontaneidad de la palabra hablada.”
Marcel Proust (p. 101): “Los libros son obra de la soledad e hijos del silencio.”
Eugene Ionesco (p. 109): “Creo que, como decía Nabokov, un autor no debe trasmitir un mensaje, porque no es un cartero.”
Truman Capote (p. 115): “La construcción es lo que resulta sumamente difícil.”
D. H. Lawrence (p. 135): “El libro sangra.”
Gustave Flaubert (p. 141): “No se consigue un estilo de no ser mediante un trabajo atroz, con obstinación fanática y sacrificada.” P. 145: “¡Qué perro asunto es la prosa! Nunca se acaba; siempre hay algo que rehacer.”
Edgar Allan Poe (p. 185). “Debemos ser sencillos, precisos, sucintos. Debemos ser fríos, serenos, desapasionados.”
Ezra Pound (p. 199): “Teme las abstracciones.”
Lev Tolstoi (p. 221): “Nosotros conocemos las debilidades humanas a través de las propias y para mostrarlas correctamente hay que mostrar las de uno mismo.” P. 228: “Es necesario afilar la obra literaria para que penetre.”
Albert Camus (p. 241): “La verdadera obra de arte es la que dice menos.”
William Faulkner (p. 438): “Los (escritores que son) buenos no se preocupan por tener éxito o por hacerse ricos.”
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Borges en En diálogo/ II (Siglo XXI Editores, 2005), trascripción de las conversaciones que tuvo en radio con Osvaldo Ferrari, dice (p. 23): “Recuerdo haber leído en la autobiografía de Kipling, que él escribía un cuento y luego lo dejaba guardado. Luego lo releía, y encontraba invariablemente errores primarios, errores muy, muy groseros. Y antes de publicar algo, siempre dejaba que trascurriera por lo menos un año para que aquello fuera madurando”.
- P. 37: “Yo invento una historia, yo sé que esa historia es falsa; es una historia fantástica o una historia policial –que es otra género de la literatura fantástica–, pero mientras escribo, debo creer en ella.”
- P. 100: “Las opiniones políticas son lo menos importante que puede haber, son superficiales.”
- P. 119: “Cada palabra es lo que significa, luego, lo que sugiere, y luego, el sonido. Y ahí ya tenemos esos tres elementos que hacen que cada palabra sea muy compleja”. P. 143: “Lugones señala en el prólogo del Lunario sentimental que el idioma está hecho de metáforas, ya que toda palabra abstracta es una metáfora; empezando por la palabra metáfora, que quiere decir, si no me equivoco, traslación, en griego”.
Sobre el cuento “Avelino Arredondo” le lee Osvaldo sus palabras (187): No dejaba pasar una sola noche sin repetir el Padrenuestro que le había prometido a su madre al venir a Montevideo… Y dice Borges: “Bueno, ese rasgo es autobiográfico: yo le prometí a mi madre repetir el Padrenuestro y lo hago todas las noches”.
p. 233: “Aquí han venido a verme poetas, que me han leído sus poemas, yo les he pedido una explicación; me han dicho que no, me han dicho que ellos escriben lo que se les ocurre. Lejos de ellos la idea de la responsabilidad, y lo que publican son los primeros borradores –que no llegarán a segundos…”
p. 291: “Creo que alguien, al leer algo, se da cuenta de si el autor lo ha imaginado, o si simplemente está jugando con palabras; creo que eso se siente inmediatamente si uno es un buen lector.”
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