La futurología política y las encuestas

Tapado

 

En mi pueblo; como a muchos otros adolescentes de mi generación, me causaba gracia que el mismo día de la jornada electoral, al momento de conocerse al ganador de la contienda; la comunidad comenzaba a hablar y barajar nombres de candidatos y aspirantes que se presentarían al próximo proceso electoral a realizarse dentro de tres años y claro; también a especular sobre los nombres y los cargos que designaría el presidente municipal entrante.

Viejo vine a comprender que esa práctica respondía a la futurología política; que se encargaba de hacer pronósticos sobre la conformación de grupos de poder y que sobre todo; tenía que ver con la excesiva carga que el “presidencialismo” tenía sobre la vida nacional.

Un presidencialismo encarnado en el presidente de la República que elegía a su sucesor. Era pues el primer mandatario el “gran elector”, es decir quien elegía al mítico “tapado”.

A niveles locales lo que sucedía era la conformación de grupos de poder que velaban por los intereses de grupos compactos y que en una suerte de aspirar a dirigir un “Maximato local”, le entraban a un juego que parecía más bien de adivinanzas políticas.

Si mal no recuerdo -incluso- las campañas políticas duraban seis meses y los candidatos electos lo eran también durante seis meses. Es decir, prácticamente el último año de gobierno de los presidentes nacionales, de los gobernadores y de los alcaldes, era de bajo perfil porque toda la atención -y muchos recursos también- estaban con el candidato y después con el ya electo.

Esa época mexicana de “adivinanzas políticas” de olfato para atinarle al “bueno”, de corazonadas políticas, de astucia para descifrar las señales y los mensajes, o simplemente de golpes de buena suerte quedaron atrás con la llegada de las encuestas de opinión.

Pero las encuestas de opinión en México no aparecieron de la nada, aparecieron primero como un instrumento de la presidencia de la república en la época de Carlos Salinas de Gortari y después fueron consolidándose poco a poco mientras se afianzaba nuestro sistema político que se basa en la alternancia política.

De pronto al “tapado” priista le sale competencia real y luego de Ernesto Zedillo, ya no ha habido más tapados. Incluso los últimos presidentes de la república no pueden etiquetarse como tapados. Ni Vicente Fox ni Felipe Calderón ni Enrique Peña Nieto.

Hoy los aspirantes, renuncian o rompen con los gobiernos, crean su asociación para realizar campañas disfrazadas y también para ocultar el financiamiento.

Los especialistas describen escenarios, esperan coyunturas, observan el carisma o el dispendio de los aspirantes.

Los políticos por su parte solo esperan que los recursos privados y en su caso público alcancen para las aspiraciones políticas de quien se suman; porque ya casi toda actividad política se lleva a cabo a la luz pública.

En ese sentido, la herramienta que sustituyó al fenómeno del “tapadismo” son las encuestas.

Y hoy hay encuestas de todo tipo: de opinión, de confianza en las instituciones, de Push poll o de empuje para incidir en un determinado tema

Para muchos las encuestas de opinión pueden influir en el comportamiento de los electores y por tanto en la intensión final del voto, también se afirma que tienen un efecto de contagio, es decir que la decisión final del voto de una persona, será en función de quien adelanta las encuestas.

Otro efecto que se afirma que tienen, es que probablemente muchos se decidirán a votar por simple simpatía por quien aseguran las encuestas que perderá las elecciones.

Probablemente en una encuesta electoral todos esos efectos estén presentes, y los especialistas los tomen en cuenta al momento de hacer públicos sus resultados. En el mejor de los escenarios, son una herramienta para que la opinión pública tome sus propias decisiones y lo haga de manera informada.

Pero lo que sostiene la fortaleza de una encuesta es su credibilidad. Porque deben estar diseñadas para dar confianza en el resultado final de una elección.

En México la “encuestitis” aparece antes de una elección y también a la mitad de los sexenios. En la primera para determinar la posición de cada aspirante o candidato y en la segunda ocasión para conocer el nivel de simpatías de aspirantes a los cargos populares.

Por eso, ante la ausencia de un “tapado”, los aspirantes; sobre todo los que quieren llegar a la presidencia del país, solo esperaron unos días después de finalizado el proceso electoral de este año, para anunciar sus aspiraciones.

Algunos han hecho públicas y personalmente sus aspiraciones, otros han sido destapados por grupos afines o militantes de su organización política. Entre ellos el actual gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle -que incluso se ha documentado su apoyo a diferentes candidatos estatales en las pasadas elecciones- también se documentó la aspiración de la ex primera dama Margarita Zavala, Carlos Navarrete el dirigente del PRD destapó al Jefe de Gobierno Miguel Mancera y que decir de Andrés Manuel López Obrador.

A otros las encuestas los hacen casi candidatos naturales a la presidencia, como por ejemplo el gobernador electo de Nuevo León, Jaime Rodríguez “El Bronco”, al Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong y al Secretario de Hacienda Luis Videgaray Caso.

A tres años de las elecciones presidenciales, es muy pronto todavía para saber quiénes pueden aspirar realmente a una candidatura y quienes tienen posibilidades reales.

Seguramente de los miembros del gabinete solo uno de ellos tenga la venia presidencial y el otro si realmente aspira tendrá que romper con el sistema o conformarse con una senaduría por ejemplo.

Andrés Manuel es el líder moral de MORENA y como tal nadie se hará sombra, solamente puede impedirse concertar sus aspiraciones de candidatura su salud.

Moreno Valle y Margarita Zavala tendrán que competir entre sí en las primarias de su partido, a menos que alguien de los dos decline antes de tiempo y habrá que ver si nadie más hace pública sus aspiraciones.

En la encuesta disponible en este link http://goo.gl/6di1i1 se afirma lo que es evidente: No hay nadie mejor posicionado que Andrés Manuel López Obrador rumbo al 2018. Pero la carrera es larga y con obstáculos.

Y llama también la atención que en el apartado del denominado “voto duro”, el PRI es el partido que conserva mejor la fidelidad de su militancia, aunque es el partido con la peor imagen.

La realidad política mexicana se adaptó a los nuevos tiempos, la figura del “tapado” sigue siendo mítica y para muchos nostálgica. Pero hoy, para parafrasear una clásico: “el que no se mueve, ya no sale en la foto”.

Los mandatarios ya no marcan las agendas políticas al cien por ciento. La vida política se va democratizando y por la vía de las candidaturas independientes, la construcción de ciudadanía le arrebata al poder político poco a poco la toma de decisiones unipersonal.

Las encuestas deben de ser una herramienta al servicio de los ciudadanos y no para complacer y ser a modo de los designios de los gobernantes en turno.

Mientras más competitividad electoral exista y más transparencia se logre, aquellos que las realizan “a modo” serán ya parte del museo de la política, como ahora lo es “el tapado”.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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