La elección de los cínicos

 La elección de los cínicos  en Tuxtla Gutiérrez  exhibe  el descaro y la impunidad  de la efervescencia  de los mezquinos intereses de buena parte de la ciudadanía.

Las votaciones del 19 de julio, con sus vítores y sus pataleos, pusieron en la vitrina  los niveles de corrupción electiva en la ciudad  capital de Chiapas.

Las negociaciones que antecedieron y fueron a favor del candidato de la alianza del PVEM, Fernando Castellanos Cal y Mayor  fluyeron y concluyeron en un festín de ratas urbanas.

MARCHA FERNANDO

Las colonias,  los barrios pobres y por igual de   clase media  fueron madrigueras y pasadizos en  los cuales circularon  las despensas y las dispensas gubernamentales.

Los comicios fueron un batir de dentelladas de vecinos y verdes operadores políticos que, con acarreos y compra de votos, consiguieron que las urnas concibieran la criatura electoral que no acaba de nacer.

Castellanos  Cal y Mayor, el desaliñado mancebo  y  los tres niveles de gobierno se  montaron  en la plataforma de tumorosa corrupción de la ciudad, a la cual mucho contribuyó el despreciado ex gobernador Juan Sabines Guerrero, desde la creación de las extintas asambleas de barrios.

La elección tuxtleca  mostró el muñón descarnado  y putrefacto de la política de local.

El festín de las ratas urbanas no lo protagonizaron familias pobres ni necesitadas, sino tuxtlecos cauterizados por tradición  y las prácticas del chantaje y de la dependencia  paternalista a los gobiernos en turno.

De esa madeja de complicidades dispuso  Fernando Castellanos.  Las utilizó, como metido en una telaraña. Mueve, agita y controla los  hilos  en su obsesión  por legitimarse a golpe de marchas y asambleas callejeras.

Lo taladran las protestas pacíficas de panistas  y ciudadanos que, por miles  le espetan  por qué se robó la elección. Su preocupación adquirió formato de juicios de nulidad en su contra desde que este sábado el PAN y Rojas Toledo impugnaron en tribunales los comicios.

Castellanos Cal y Mayor teme que los otros votos  que los electores depositaron por el médico ginecólogo le germinen y paran en derrota en contra suya por resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

El ex candidato de Velasco Coello le aterroriza, pues, la voluntad popular que sufragó libre de fraude y componendas gubernamentales.

La enrarecida elección en el antiguo Valle de Coyatoc  también parió y abortó  a una oprobiosa fauna política como anunció  y anticipo de los hurtos y mordiscos de la agenda pos electoral.

Lady Mapache,  Verónica Rodríguez Montes,  directora general de estudios de posgrado   en el estado, resumió el robo de la mazorca electoral.

Esta funcionaria de aspecto bonachón y dulce, ligada  a Sabines, fue sorprendida por  vecinos y caza mapaches en  una colonia clase mediera cuando, presuntamente, repartía dinero y propaganda del PVEM y  su candidato.

   Verónica fue liberada sin tardanzas por la Fepade.  Al día siguiente Lady Mapache apareció en una conferencia de prensa de Castellanos Cal y Mayor.

Lady Chachalaca, Arlett Aguilar Molina,  es otro espécimen electoral que adquirió protagonismo al defender a  Verónica.

Acorazada en su compacta  anatomía, vociferante, con ojos destellantes, la conductora de un programa de la televisión oficial y declarada amiga del gobernador verde Manuel Velasco Coello, acometió para romper el cerco vecinal que retenía a la funcionaria de Educación.

Lady Torcaz, Victoria Isabel Rincón Carrillo, adquirió notoriedad al traicionar  a su partido el PAN y a Rojas Toledo, en el proyecto de su casi senectud, para ocupar en la planilla de Fernando Castellanos, la postulación a primera regidora.

Empujada por sus intereses y las añoradas marquesinas políticas, Dona Vicky  pisoteó linaje y principios políticos tradicionales y respaldó a quien hasta hace poco criticaba y desaprobaba.

La elección de los cínicos tiene en Paco y Nando a sus histriónicos  profesionales. El primero  al insistir que  su triunfo fue por la voluntad popular ajena a cualquier intervención del gobierno, y el segundo que con su doble moral, proclama  la transparencia de sus donativos recibidos detrás de los velos de salones y habitaciones de restaurantes y hoteles.

Lo verdaderamente lamentable es que tal cinismo de corrupción electoral  haya permeado tanto entre los tuxtlecos y los confronte hoy con los otros ciudadanos que votaron consciente y responsablemente,  y pugnan  por el reconocimiento constitucional de elegir y quitar a sus gobiernos.

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