El Sur Sureste: En la trampa de la formación primitiva de capital y el Efecto Mateo

Dos Mexicos

En una de las primeras entrevistas con la prensa nacional e internacional, le preguntan al Subcomandante Marcos:

– ¿Y el país, Marcos? ¿Qué opinión tiene del futuro del país?

El “ex sub y hoy Galeano” contesta:

– Les voy a poner un ejemplo. Hay una ley de la guerrilla respecto a la velocidad de una columna guerrillera. Dice que la velocidad de la columna guerrillera es tan rápida como el hombre más lento. En este caso, este país debe ser igual. ¿Cuál debe ser su avance económico? Tan rápido como su estado más pobre. Entonces no puede ser que una parte del país entre en el Primer Mundo, mientras la otra, o sea la nuestra, es aniquilada.

Le insisten.

– ¿No puede haber dos Méxicos?

Y el guerrillero más famoso y mediático del México moderno responde de manera contundente.

– En este caso son tres, porque nosotros estamos en el sótano.

 

Tenía y tiene razón el “sub”; al igual que una columna guerrillera donde todos se protegen -y confían- entre sí porque buscan un fin último que es derrocar a un régimen opresor; el crecimiento económico y el desarrollo de todas las regiones de un país deben de ser parejo y debe además demostrarse que sus dirigentes -del país- buscan las vías adecuadas para que el desarrollo homogéneo sea parejo y por supuesto; también sostenible.

Es necesario que así sea, porque en un país democrático; en donde el acceso a múltiples satisfactores personales y sociales son mandatos constitucionales y un deber ético y moral de los administradores públicos.

Pero la realidad es que en Oaxaca, Guerrero y Chiapas; los tres estados más pobres del país, el desarrollo parejo es una ilusión. Y lo seguirá siendo por varias generaciones si se siguen postergando decisiones de política económica nacionales que sean incluyentes.

Mientras en el resto del país crece; es evidente que la pobreza se concentra en el sur-sureste y estos tres estados se quedan hasta atrás de la cola del desarrollo nacional.

La pobreza lo mismo se refleja en indicadores que miden la pobreza, en donde el 70 por ciento de la población de los tres estados es pobre según reportan datos de CONEVAL y donde además la tasa de pobreza extrema es de 28 por ciento, frente a 9.5 de la media nacional. Lo mismo también se expresa en indicadores de competitividad o de clima de hacer negocios.

Se puede alegar que son estados pobres por el elevado nivel de monolingüismo de nuestros pueblos originarios, por el escaso nivel educativo de nuestra población en general, por lo complicado de nuestra orografía o incluso por el elevado número de localidades rurales y además pequeñas que existen en los tres estados.

Pero el monolingüismo, la falta de educación de calidad, la falta de infraestructura de comunicaciones por nuestra intrincada geografía, la dispersión de nuestras comunidades y nuestra vocación hacia actividades primarias, son solo síntomas de las múltiples enfermedades que aquejan al sur-sureste de México y que nos hacen ser, -para seguir con la analogía del líder de la guerrilla neozapatista- los estados “más lentos” del desarrollo económico nacional.

El problema es que el resto de las entidades mexicanas siguen una ruta del desarrollo que es moderna y que se inserta dentro del fenómeno de la globalización; mientras que el sur-sureste se rezaga.

Con esas condiciones de rezago -que cada vez nos hacen más desiguales- no será posible un desarrollo homogéneo en toda la geografía nacional y muchos; -la mayoría de los que habitamos en el sur-sureste- somos pobres y lo seguiremos siendo hasta el último de nuestros días, como lo será también nuestra descendencia.

En el resto del país se fabrican y ensamblan computadoras, también se fabrican partes para la industria aeroespacial, en la zona fronteriza con Estados Unidos están instaladas numerosas maquiladoras, en el centro y norte del país está asentada la competitiva industria automotriz que lo mismo fabrica con calidad autos que también sus partes. Además en esos lares están las fábricas y ensambladoras de teléfonos inteligentes, sector económico en donde México es competitivo internacionalmente.

Todo ello se traduce en empleo, mejores ingresos y obviamente mejores niveles de vida.

¿Por qué es posible este asentamiento de industrias y empresas en el resto del país y en el sur-sureste no?

Lo es porque en un mundo globalizado en donde Estados Unidos, -todavía- es el mercado de consumidores más grande del mundo, nuestra vecindad nos ofrece múltiples ventajas; entre ellas mejores costos de transporte y mejores salarios que México con la firma de 12 tratados comerciales con 44 países, ha aprovechado para atraer empresas e inversionistas para asentarse en México, como una plataforma para acceder al mercado americano.

El problema para el sur-sureste es que estas empresas se asientan en otras regiones del país, menos en Oaxaca, Guerrero o Chiapas.

 

Ahora bien; ¿Por qué no es posible que cualquier industria en donde México es competitivo, pueda asentarse en el sur-sureste?

Los factores son múltiples y se pueden resumir en nuestro ya sempiterno atraso respecto a otras regiones del país; -atraso del que por cierto no salimos, aunque reconozcamos que es necesario- pero vamos a enumerar algunos factores.

El atraso del sur sureste se expresa por ejemplo en que no hemos dejado atrás la llamada “Acumulación Primitiva del Capital”; lo que en “El Capital” Karl Marx llamó el “pecado original” del capitalismo.

Marx dice que la acumulación primitiva es como el pecado original de la teología; como cuando Adán muerde la manzana y el pecado fue desde entonces el signo distintivo de los seres humanos.

De la misma manera, dice que en el principio de los tiempos, había dos tipos de sujetos, unos –pocos- eran inteligentes y otros -la mayoría- bribones y perezosos; los primeros acumularon riquezas y los segundos nada.

Prosigue Marx diciendo que ese pecado original condenó a la pobreza a la gran mayoría de la gente que a pesar de su trabajo nada puede vender; -pero eso si- la riqueza de los pocos aumenta y de manera constante aunque desde hace mucho tiempo no trabajen.

Para Marx ese pensamiento pasó a la posteridad predicándose como la defensa de la propiedad privada. Pero en el fondo; para el filósofo prusiano lo que se debe explicar es la forma en que las relaciones de producción se establecen históricamente y como los medios de producción llegaron a ser de propiedad privada y porqué los trabajadores están dispuestos a trabajar para el capitalista.

Algo así como que no somos pobres porque dios así lo quiso -como nos quisieron hacer creer- sino que lo somos porque alguien se apropió de los medios de producción y no los suelta.

Para el marxismo esta acumulación primitiva del capital -en la época en que su teórico fundador vivió- respondía al descubrimiento del oro y plata en América, al esclavismo, al saqueo y al comercio ilegal entre otras cosas.

Era entonces un proceso de apropiación de los bienes por la fuerza que estaba dando pasos al nacimiento de una nueva sociedad y que Karl Marx resumía en tres conceptos: apropiación, proletarización y urbanización.

Hoy los neomarxistas dicen que la acumulación primitiva -aún en nuestros días- es un proceso permanente. De hecho la denominan “Acumulación por desposesión”, (ver David Harvey en su libro el Nuevo Imperialismo del 2003) para quitarle lo “primitivo” y demostrar que la acumulación primitiva es un proceso de acumulación de capital permanente y hoy lo es a escala global.

La “acumulación por desposesión permanente” es un fenómeno definido por la centralización de la riqueza y el poder en las manos de unos pocos que arrebatan a los demás de su riqueza o de los medios de producción.

En el mundo actual, que es capitalista, neoliberalista y globalizado, este fenómeno se presenta cuando existen por lo menos tres prácticas: la privatización, los préstamos financieros a personas o países y los ajustes estructurales macroeconómicos.

Entonces, si en el sur-sureste la acumulación de capital sigue siendo primitiva y probablemente sea permanente, porque no pasamos del subdesarrollo; en ese momento se llega a lo que los sociólogos llaman el “efecto Mateo” que los pedagogos y los que se dedican a la ciencia médica conocen muy bien.

El efecto se basa en los versículos de la Biblia atribuidos a Mateo: “Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. Para sociólogos y economistas esta parábola explica la ventaja acumulada, que es lo que dicta que los ricos se hagan más ricos y los pobres sean cada vez más pobres.

 

Entonces; ¿Por qué el sur-sureste se ha quedado atrás?

Estamos atrás de la cola del desarrollo nacional, no porque “dios lo quiere”, tampoco porque al decidir ser “cabeza de ratón y no cola de león”. Lo estamos porque seguimos -de forma más moderna, aunque decirlo parezca una contradicción- acumulando capital de forma primitiva y esto ya es un proceso permanente que amenaza a que el efecto Mateo sea eterno.

 

Dígame si no:

¿Quiénes son los nuevos ricos en el sureste mexicano? Obviamente la clase política que emerge cada seis años a nivel estatal y cada tres a nivel municipal.

¿Esos nuevos ricos traen industrias modernas o innovadoras? Por supuesto que no. Lo que hacen es apropiarse de la obra pública y de los contratos gubernamentales; es decir trabajan a la “segura” al amparo del poder político.

¿Dónde está la fuera laboral del sureste del país?. ¿En la industria eléctrica, la automotriz, la de partes aeroespaciales?. Claro que no. Engrosamos la burocracia, el magisterio, las actividades de un campo al que se le abandona cada vez más, estamos también en actividades informales, a un sector importante de la población no se le paga salario alguno por su trabajo y otros de plano migraron.

Eso sí, las carretadas de recursos que llegan desde la federación a nuestros estados son cuantiosos, pero lo son en programas de asistencia social. No para generar empleo productivo que sea ancla para más empleos incluso indirectos. Menos sirven esos recursos para incrementar los ingresos familiares.

Al paso que vamos, los dos Méxicos; el lento y el rápido coexistirán por más tiempo, no veremos que la brecha se acorte y cuando nos demos cuenta, el país habrá perdido las ventajas competitivas y comparativas que le otorga el hecho de ser vecino de Estados Unidos, el hasta ahora mercado más grande del mundo.

Si las proyecciones mundiales son precisas, el mundo hará una oscilación hacia Asia; lo hará hacia China que se convertirá en el país más poderoso del mundo y entonces ya no tendremos las ventajas que nos otorga el hecho de ser vecinos de Estados Unidos.

Al ritmo que vamos; cuando todos en el sur sureste sepamos inglés -por ejemplo- el mandarín y el cantonés serán las lenguas francas del mundo y todas nuestras regiones tendrán que empezar de nuevo; no solo el sur-sureste, el país entero será lento. En el sótano del desarrollo -como diría el Subcomandante Marcos- pero en este caso de nuevo contexto mundial, estaría todo México.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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