Dar el triunfo a Paco Rojas significaba:

*Cortarle una ala al poder omnímodo del gobierno en turno.
*Era frenar las aspiraciones de otro muchacho inexperto a ocupar un puesto que implica mucha responsabilidad.
*Era mostrar el enojo del pueblo por el brutal gasto, gran parte con dinero público, en la campaña de Fernando Castellanos.
*Era decirle al gobernador que el gobernador sólo administra, que el poder deben tenerlo los ciudadanos.

Paco Rojas (mientras escribo no sé si ya se ha reconocido su triunfo) debe comprender que no ha ganado por ser un gran líder, que el hartazgo le dio los votos de los tuxtlecos. Pero también darse cuenta que el destino lo puso a prueba, que salió airoso y que debe gobernar para todos, con inteligencia, pasión, sabiduría y honradez. Su primera experiencia como alcalde deberá servirle para, en esta Segunda Vuelta, tener menos errores y más aciertos.

Sus miras no deben ser banales y ambiciosas como las de sus antecesores inmediatos, que vieron a la capital de Chiapas sólo como un trampolín para acceder a otras esferas de poder. Si Paco Rojas es un buen gobernador, lo demás vendrá por añadidura. ¡Qué bueno que tengan poder los que quieran usarlo para el bien de la gente!

Me alegra el descalabro del Partido Verde en Tuxtla. Sólo diré una razón: No debe gobernar nadie que gasta millones en la promoción de su propia imagen, que reparte cajitas felices y limosnas aprovechándose de la pobreza de los pobres.

Una de las tareas del dr. Rojas será la de cuidar que el pueblo no pague el tanto dinero que el Verde gastó en su dispendiosa pretensión de llevar al joven Fernando a la alcaldía tuxtleca. La más urgente tarea del gobernador es reconocer la derrota.