Fernando Castellanos Cal y Mayor, derrota anunciada
Paco Rojas ganará la presidencia de Tuxtla no porque haya sido un excelente alcalde, tampoco porque esté totalmente limpio –ha atravesado el basurero y se ha manchado las manos–, mucho menos porque la capital sea panista.
No. En Tuxtla los electores y las electoras votarán en contra de una administración apática a las necesidades ciudadanas; una administración que se ha empecinado en afrentar y a no escuchar a los habitantes.
Fernando Castellanos Cal y Mayor es símbolo de esa administración. Es, además, punta de lanza de grupos empresariales venidos de Puebla y Veracruz, que han desplazado a los constructores y proveedores locales.
A estas alturas, cuando ya ninguna encuesta otorga ventaja a Castellanos Cal y Mayor, algunos empresarios de la información, con tan buen olfato tienen para el negocio periodístico, han abierto sus páginas al candidato panista.
¿Por qué se ha derrumbado Fernando Castellanos Cal y Mayor, pese al apoyo gubernamental?
Primero, porque ha manejado muy mal su campaña a la presidencia municipal. Privilegió las ocurrencias, en lugar de las propuestas serias. Se ha mostrado inseguro y titubeante, rodeado de un ambiente de parafernalia y despilfarro poco agradable para las estrecheces en que se mueven las señoras y señores de este sufrido pueblo. La campaña negra en contra de Paco Rojas la convirtió en sucia y anónima. Hoy, al ver revertidos sus efectos, intenta victimizarse a través de campañas pretendidamente panistas, pero que conservan el sello de la casa.
Segundo, porque se le vincula a un gobierno insensible, derrochador y acaparador de los recursos públicos, y a grupos económicos foráneos que se han beneficiado con contratos que tradicionalmente se repartían los empresarios locales. Como diputado avaló disposiciones que lesionan la economía de los chiapanecos: el regreso de la tenencia, la aprobación de la cuenta pública de Sabines y el cargo del alumbrado público a los ciudadanos, el cual fue derogado tardíamente.
Tercero, porque no ha creado alianzas duraderas entre los líderes del Verde y del PRI. Luis Armando Melgar, Eduardo Ramírez y Roberto Albores Gleason prefieren a un Fernando Castellanos descarrilado en sus aspiraciones a la gubernatura en 2018, que convertido en un candidato que se proyecte desde la ciudad más poderosa de Chiapas. Paco Rojas, en cambio, tiene sus límites territoriales marcados.
Estos tres factores, en donde se combinan aspectos personales, estructurales y mala leche de sus compañeros, han ubicado a Fernando Castellanos Cal y Mayor en un caminar precipitado a la derrota.
Sus aspiraciones de juntar cien mil votos, la mayoría de ellos movilizados por carretadas de dinero, despensas y canonjías, cada vez se ven más lejanas. Aún así la maquinaria que veremos funcionar para la cooptación del voto será un prodigio de transa que dejará estelas por todos lados dignas de un museo de la infamia.
La derrota de Fernando Castellanos no es precisamente un triunfo para Paco Rojas, sino de los ciudadanos hartos y cansados con la actual administración. Y en eso no se debe confundir el panista, porque correría el riesgo de inflársele el ego y perder la brújula.
En un Chiapas empobrecido (75 por ciento de pobres), en donde Tuxtla Gutiérrez es una excepción (42 por ciento), sus sueños naufragarían de nueva cuenta, como le sucedió hace nueve años, cuando se propuso contender por la gubernatura de la entidad.
De los otros candidatos y candidatas no me he ocupado porque no lograron posicionarse y porque la disputa entre ellos es más bien por alcanzar una regiduría en la próxima administración municipal.
En todo tienen razón,nomas que al que se lo lleva la chingada somos nosotros los ciudadanos que por esa razon los empleos estan muy escasos y muy mal pagados mientras ellos los politicos lo único bueno en hacer es cuidar el circulo de «biene paca mil y alos jodidos ciudadanos trabajadores (nosotros)les va uno»,que se hace no vale riata.