El Informe 2014 de la CONEVAL y la adicción a los subsidios
En el año de 2004, el diario oficial de la federación publica la Ley General de Desarrollo Social. Este instrumento jurídico contiene las atribuciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el cual tiene por propósito la revisión del cumplimiento de las metas y objetivos de la política mexicana de desarrollo social.
La idea es que con la información que se genera de manera anual se puedan corregir, fortalecer, modificar, suspender o cancelar los programas, metas y acciones. Sin embargo; -y esto no es problema del CONEVAL- sus informes se convierten en objeto de polémica muchas veces estéril que no logra redundar en componer, recomponer y rediseñar la política social nacional y que esta además tenga componentes que la vinculen con la política de desarrollo económico.
Este año, hace algunos días; el CONEVAL presentó el informe correspondiente al año 2014 y este presenta algunos datos interesantes.
Pero vamos por partes.
El informe mide la pobreza en siete dimensiones: ingreso, rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, acceso a la alimentación, calidad y espacios de la vivienda y acceso a los servicios básicos de la vivienda. Estas dimensiones, cuando faltan en un hogar, se llaman carencias sociales.
En ese sentido, un hogar es considerado en situación de pobreza quien tenga alguna de las carencias anteriormente mencionadas, combinadas con un ingreso menor a 2,500 pesos mensuales si vive en una ciudad y menor a 1,600 pesos también mensuales si vive en el campo.
Ahora bien, un hogar en situación de pobreza extrema es aquella que tiene un ingreso menor a las cantidades antes mencionadas, pero que además sufre de la carencia de tres dimensiones o más.
Nótese que la metodología combina ingreso y carencias.
Con el análisis de estas carencias, la medición de la pobreza en México es multidimensional y los resultados e indicadores que arroja deberían fortalecer la política nacional de desarrollo social y la de desarrollo económico; pero esto no sucede.
Es decir, en México conocemos quienes son los pobres, donde están y que tanto lo son. Pero el país no ha sido capaz de superarla y como un reflejo de las contradicciones y desigualdades nacionales, la pobreza también tiene las propias.
Por ejemplo los datos del informe demuestran que respecto a los datos publicados por el mismo CONEVAL en el 2012; la pobreza para este 2014 atrapó más mexicanos.
En este tenor, desde el 2012 y hasta el 2014, dos millones de mexicanos más, engrosaron las filas de la pobreza (los que habitan un hogar al que le falta una dimensión de las que se mide la pobreza). En México entonces hay 55.3 millones de pobres, una cifra que representa el 46 por ciento del total de nuestra población.
Pero la pobreza extrema ha disminuido respecto a los datos observados en el 2012 al pasar de 11.5 a 11.4 millones de personas.
El informe lanza ciertas alertas sobre el comportamiento de los dos tipos de cómo se mide la pobreza en México. Quienes viven en pobreza extrema tienen en promedio 3.6 carencias. Los que viven en pobreza tienen 1.9. Es decir los hogares que están en la peor de las pobrezas están a punto de hundirse más al casi tener cuatro carencias de siete posibles. En el otro extremo, quienes son pobres con una carencia, están a punto de tener dos.
Ese riesgo se llama vulnerabilidad y según el informe, 40 millones de mexicanos están en ese riesgo.
Algo así como lo que retrata el legendario Rockdrigo González en la canción llamada “Balada del Asalariado”:
https://www.youtube.com/watch?v=Wt-kRPkgvBo
Lo espeluznante es que de casi 120 millones de mexicanos, solamente 24.6 millones de ellos no tienen riesgo de ser vulnerables a alguna carencia que los haga caer en la pobreza. Es decir, solamente poquito más del 20.5 por ciento de la población tiene un ingreso suficiente, no tiene carencias, no es pobre y no está en peligro de serlo.
Eso sí, la pobreza mexicana no tiene problemas con el género. La cifra es casi exacta, el 46.3 por ciento de los pobres son mujeres y el 46 por ciento son hombres.
Sin embargo, en otros rubros si hay diferencias abismales, por edad; el grupo de edad que presenta mayor pobreza es el de los menores de 18 años; el 54 por ciento de los menores de edad mexicanos es pobre con una dimensión o vive en extrema pobreza.
Para nuestros pueblos originarios, las noticias sobre su situación económica son agridulces porque por un lado disminuyó el número de pobreza no extrema, pero aumentó la pobreza extrema.
Decíamos líneas arriba que el informe combina ingresos y carencias. Es así porque las carencias; -que se pueden agrupar en asuntos de educación, acceso a infraestructura social ya sea urbana o rural, salud y alimentación- se resuelven con los programas sociales. Pero es obvio que se necesitan ingresos para poder abandonar la pobreza.
La contradicción es que probablemente se tenga un buen ingreso, pero si no existe acceso a instituciones de seguridad social o a otro tipo de servicios básicos, nadie puede asegurar que está a salvo de la pobreza.
Por estados, Chiapas es el más pobre de toda la República Mexicana, ya que el Chiapas: 76.2 por ciento de nuestra población entra en esta categoría. El de menor es Nuevo León, con 20.4 por ciento del total de su población. Es decir un abismo de casi 56 puntos porcentuales nos separa del estado más rico de nuestro país.
3.9 millones de chiapanecos es pobre, de ellos; 1.6 millones están en situación de pobreza extrema.
Esta situación es lógica, normal y se esperaba; puesto que si las carencias se solventan con acceso a satisfactores sociales, la pobreza se resuelve con el aumento de ingresos.
El aumento de ingresos se logra con un elemento básico que se debe sumar a las políticas sociales: el crecimiento económico.
El crecimiento económico crea empleos directos e indirectos, estos se pagan en salarios y estos se convierten en ingresos para los hogares.
En ese sentido, se puede polemizar que nuestra política de desarrollo social es pobre, tímida o que presenta malos resultados; pero la realidad es que eso es solo una parte de la polémica y el debate; lo que falta es crecimiento económico y es de lo que ha carecido México desde que el neoliberalismo es el modelo económico predominante.
Otra de las contradicciones dignas de mencionar también, es que si bien el crecimiento económico mexicano es pobre, también tiene la característica de no ser parejo. El norte crece y el sur no lo hace.
El norte es productivo y el sur vive de transferencias federales, es decir de subsidios federales; precisamente de ello vive Chiapas y por ciento, en nuestro estado son enormes los recursos financieros que llegan vía subsidios y no han eliminado la pobreza.
No lo hace porque padecemos una suerte de adicción a los subsidios, pero la evidencia indica que esto tiene que cambiar porque si los subsidios no han resuelto nuestra pobreza es porque; mínimo, ha existido ineficacia del gasto público y en el fondo porque los subsidios no generan crecimiento económico y por ello; nuestro ingreso -componente esencial para salir de la pobreza- es raquítico.
Hay que repensar nuestro gasto público, hay que priorizar obras que impulsen el empleo, hay que dejar atrás adicción a los subsidios, la ineficiencia y la eficacia del gasto; y esto a Chiapas le urge para tener siquiera la oportunidad de verdaderamente salir de la pobreza.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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