Aprendices de Brujo
“Tranquilidad viene de Tranca” dicen los quintanarroenses que era el lema de un personaje pintoresco de la política mexicana contemporánea y que desde hace algunos años experimenta la desgracia política en la peor expresión posible, la cárcel.
Con esta frase digna del repertorio de Gonzalo N. Santos el alazán tostado; Mario Villanueva Madrid hacía ver una característica del modelo político mexicano de antaño: el control. Control sobre cualquier circunstancia y a cualquier costo.
Al fin y al cabo, citando a otro clásico de la política Fernando Gutiérrez Barrios; “en la política, todo lo que cuesta dinero es barato”.
Cuando la clase política de antaño quiso jugar con fuego -vía fraudes electorales- para mantener sus privilegios, sencillamente comenzó a tender su propia tumba.
A 1988 cuando el partido oficial sufre el sisma de la corriente crítica liderada por Cárdenas, Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez entre otros, todavía el régimen resistió por inercias algunos otros años sin el cambio fundamental anhelado por millones de mexicanos.
Y luego llegó la derecha al poder, una derecha encarnada en el histórico partido político de Acción Nacional que siempre -sus dirigentes y fundadores- pugnó porque nuestro régimen político y económico dejara de ser paternalista y priorizara las libertades individuales.
Pero faltó lo que siempre se privilegió en el régimen de antaño, el control político y se instauró una especie de “laissez faire” político porque los panistas no entendieron el verdadero significado del poder: no se presta, se ejerce y; en consecuencia perdieron la ruta de lo que en materia política el país necesitaba: un cambio de rumbo, una restauración democrática.
No hubo ideas que reforzaran el ideal de cambio mexicano ni mucho menos se trazó la ruta democrática que el país necesitaba.
Al contrario, todo se hizo al revés: se decidió respetar los cotos de poder de cada gobernador y estos se convirtieron en pequeños virreyes.
Dueños absolutos de todo por decisión foxista, los gobernadores replicaron a nivel estatal las instituciones federales y; las pusieron a su servicio.
El resultado fue corrupción e impunidad al por mayor. Justamente lo inverso a lo que la población pedía -y sigue pidiendo- y que se sigue instaurando a nivel incluso local.
Hoy en el país hay, para usar la fórmula inaugurada por Plutarco Elías Calles “maximatos” incluso a niveles municipales. Esposos que heredan el cargo a esposas, padres que son sucedidos por sus hijos y también chapulines de la política que van de partido en partido y saltimbanquis que ocupan diversos tipos de puestos administrativos y políticos.
En resumen, nuestra democracia a la mexicana, se quedó en una simple alternancia política llena de pequeños “maximatos” o virreyes, sin que nadie se preocupara por atender los clamores populares de respeto a las libertades individuales, entre ellas las políticas.
Comenzaron entonces los atropellos de los mini-reyes locales en contra de líderes y luchadores sociales y un rosario de prácticas que fueron toleradas a nivel federal.
Comenzaron también las imposiciones para afianzar a los grupos políticos locales; comenzaron incluso a aparecer los “Juniors de la política” cuya carta de presentación es garantizar la continuidad de dichos grupos políticos.
Hasta que… estalla el hartazgo ciudadano.
Y hoy, como en muchos otros lugares y otros momentos recientes; estemos atrapados en una especie de efectos negativos de las acciones de un aprendiz de brujo que intenta hacer magia, todo le sale mal y lo peor es que no tiene maestro que lo oriente, que lo corrija sabiamente o que lo reprenda.
La escena es clásica: y corresponde a un poema del novelista, poeta y dramaturgo alemán Johann Wolfgang von Goethe que el compositor francés Paul Dukas convirtió en un poema sinfónico:
Un aprendiz de las artes de hechicería, aprovechando la ausencia de su maestro pretende darle vida a una escoba para que cumpla el trabajo de limpieza que le ha sido encomendado, que consiste en verter agua para que limpie el área de trabajo de del maestro hechicero; lo que sucedió es que el aprendiz olvidó las palabras mágicas para detener a la escoba, esta se rompe, realiza con más rapidez que orden el trabajo y provoca una inundación.
Afortunadamente para el aprendiz, el maestro llega a tiempo y este evita un daño mayor, es decir una inundación.
En México, no hay un liderazgo definido que reprenda verdaderamente a nuestros virreyes -y mirreyes- de la política; y esto es a nivel federal, estatal y municipal.
Nadie confía en nadie y esto hace que los grupos políticos hagan hasta lo imposible por perpetuarse en el poder.
Cuando las coyunturas cambian, es cuando cambia el rejuego político y la caída de los jefes políticos es estrepitosa, pronunciada y nada la detiene.
Estas ya no son provocadas por un sistema político que permitía todo, menos el sueño de eternizarse en el poder; a cambio garantizaba la salida decorosa e impune -si se quiere- pero sin escándalos y ordenada.
Hoy eso ya no está garantizado y contra los Juniors y los aprendices de la política solo funcionan el voto razonado y la movilización ciudadana.
Ellos mientras tanto, están como aquella famosa anécdota del gallego de dominó España; Francisco Franco Bahamonde: “Estábamos al borde del abismo y hemos dado un paso adelante”.
El voto razonado, acompañado de la movilización ciudadana; esa es la rendija que dejan los poderosos a la ciudadanía para consolidar nuestra democracia.
“Si es usted un animal
Dé su voto a don Pascual.
Si son puros sus anhelos
Vote usted por Vasconcelos”
Decían los mexicanos que abrasaron la causa vasconcelista contra el “Maximato” de Elías Calles representado en Pascual Ortiz Rubio.
Y si, los anhelos mexicanos son de desarrollo, empleo y una vida digna; ello no es la prioridad de los grupos políticos.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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