El desencanto de la alternancia política
No vivimos en el mismo país que hace 25 años teníamos. Eso está clarísimo.
Hoy México es uno de los países más globalizados del mundo y vive desde 1988 procesos electorales que han desembocado en alternancia política.
Pocos son los estados en donde esta alternancia no se ha presentado. Solo 9 por 22 que si la han experimentado. Esta casi decena de estados donde siempre ha gobernado el PRI son el Estado de México, Durango, Coahuila, Tamaulipas, Veracruz. Hidalgo, Campeche y Quintana Roo. En el resto, ya sea el PAN o el PRD; es decir los otros dos partidos políticos grandes han accedido a las gubernaturas.
Se han presentado casos en donde la alternancia ha permitido que el PRI pierda la gubernatura, pero la recupera uno o dos periodos después, otros donde la ha perdido y nunca recuperado, como es el caso del Distrito Federal. Incluso también estados donde los tres partidos políticos se han alternado el poder; como Morelos, donde gobernó el PRI, luego el PAN y ahora el ejecutivo estatal lo detenta el PRD.
Caso especial es Chiapas, que lo ha gobernado el PRI, una coalición de 8 partidos políticos con Pablo Salazar; otra de tres con Juan Sabines Guerrero -las dos con el PRD al frente- y ahora una alianza de tres partidos políticos con Manuel Velasco Coello y el PRI junto con el PVEM al frente.
Por números, la alternancia ha sido exitosa, 22 estados que la han experimentado por solo 9 que no, habla de que esta ha permeado en casi todo el territorio nacional. Por gobiernos sucesivos que se han alternado el poder, también ha sido exitosa; y si se observa el caso de Chiapas con las distintas coaliciones que lo han gobernado, puede decirse que los partidos políticos han sido exitosos construyendo acuerdos que fortalezcan la democracia.
También pudiera decirse que la alternancia ha sido exitosa, porque esta se ha realizado por la vía pacífica y las inconformidades se han resuelto con la ley y vía los tribunales.
¿Pero en realidad, este éxito numérico de nuestra alternancia fortalece nuestra democracia después de haber experimentado décadas de partido casi único o una dictadura perfecta; según la espléndida definición de Mario Vargas Llosa?
Lo que hay que entender es que la alternancia política es un elemento indispensable para alcanzar la democracia, porque expresa la solución pacífica a las diferencias políticas e incluso a diferentes tipos de pensamiento político que se implementan en un país. Pero a pesar de que es necesaria la alternancia, esta no es suficiente para alcanzar la democracia.
La alternancia es la hoja de ruta, la democracia es el fin. La alternancia es el principio del camino, no el final ni el objetivo último.
En México hemos alcanzado la alternancia, pero la democracia efectiva y directa no ha llegado. Probablemente la salida del PRI de la presidencia de la república en el 2000 provocó demasiadas esperanzas de cambio entre nosotros los mexicanos y a 15 años de este acontecimiento, los resultados para muchos han sido francamente pocos y se han circunscrito a una simple alternancia.
Eso explica el desencanto actual de muchos ciudadanos por acudir a las urnas y que muchos ya no creen en las elecciones como la vía para ejercer nuestros derechos ciudadanos.
Sí; la ley dice que acudir a las urnas es un derecho y una obligación. El problema es que mucha gente se está desencantando de este derecho.
Pasamos de la convicción entre la derecha y la izquierda de querer echar al PRI de los Pinos, a las alianzas para derrotarlo y luego a las “concertacesiones”, primero del PRI con la derecha y ahora del PRI con la izquierda.
Pasamos de estar convencidos que la vía para alcanzar el poder no era la violencia, sino la vía legal-electoral y que para ello las elecciones deberían ser libres, equitativas e incluyentes.
Eso sí, la alternancia logró que ya no exista un partido hegemónico casi eterno. Pero a cambio nos ha dado gobernadores que actúan como jefes feudales sometiendo a sus intereses particulares hasta a los propios partidos políticos locales volviéndolos satélites de su propio gobierno.
En consecuencia el PRI y el viejo régimen no ha desaparecido -por lo menos sus viejas prácticas, reproducidas por los nuevos jefes políticos, es decir los gobernadores- tampoco han desaparecido los intereses políticos entre clase empresarial y clase política. Eso sí, la alternancia política, traducida en más cantidad de medios independientes ha exhibido los vicios, los excesos y la corrupción de la clase política y empresarial, pero sigue sufriendo los abusos del poder como ningún otro país en el mundo.
Y todavía, la clase política nos regala para el 2018 una reforma constitucional en donde deja atrás uno de los conceptos políticos que identificaron años de política en nuestro país: la no reelección.
Hay también numerosas instituciones autónomas que se han construido paralelamente a nuestro modelo de alternancia política, tanto federal como localmente. Pero; ¿Alguien está seguro de que son instituciones dirigidas por auténticos ciudadanos o qué sus titulares no responden a intereses particulares en turno?
El resultado de que el viejo régimen no se haya ido del todo, de que todavía veamos “concertacesiones”, que soportemos a señores feudales de la política local que quieren transcender sus seis años constitucionales, de que nuestras instituciones dizque autónomas sean dirigidas por personas que representan intereses particulares.
El resultado de un largo rosario de asuntos que poco a poco le explotan a la clase política nacional es que muchos mexicanos se han desencantado de la alternancia política y de los resultados de nuestra democracia representativa y ven al boicot electoral, al voto nulo y a otras formas de expresión política incluso violenta; como una forma de hacer patentes sus deseos de cambio.
Probablemente la fórmula política de la alternancia mexicana esté ya agotada y se deba de buscar una forma de democracia sino directa, sí más efectiva.
Actualmente -a escasos cuatro días de la jornada electoral 2015- y ante los numerosos boicots electorales y los ataques al instituto que organiza las elecciones en Chiapas, Michoacán, Oaxaca y Guerrero; es evidente que aunque quiera ocultarse, existe incertidumbre sobre el proceso electoral y esta incertidumbre, no es sobre el resultado de las elecciones, es por el contexto de violencia que puede aparecer en los estados más pobres del país.
¿Importa así el resultado?
¿Importa si la coyuntura es de boicot, voto nulo, y probable violencia?
Lo que si son ciertas son dos cosas fundamentales;
Uno: viviremos en el corto plazo con las consecuencias de nuestros votos, de nuestra decisión de anularlo, o de boicotearlo.
Y dos; una democracia de resultados, debe ser el centro de las nuevas aspiraciones nacionales.
Ya son muchos los que están desencantados de nuestro modelo de alternancia política y eso es peligroso para la paz social, si a ellos se les suman más y más mexicanos.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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