¿Cómo se llaman esos medios?
Quien haya leído los más recientes comunicados del EZLN sabrá que últimamente vienen dirigidos a una entidad a la que han bautizado como “medios libres, autónomos, alternativos o como se llamen”.
Seguramente el Subcomandante Moises cuando agrega ese “como se llamen”, lo hace como una forma de agrupar a todos los espacios que se mantienen informando el devenir y las posiciones de las comunidades zapatistas. Ciertamente todo el espectro de ese tercer sector que no son ni medios comerciales ni medios públicos es un laberinto conceptual: comunitarios, libres, alternativos, ciudadanos, libres, autónomos, autogestivos, culturales, independientes, insurgentes, indigenistas, militantes, experimentales, educativos, populares… quizá ante esta gran cantidad de adjetivos y sus respectivas definiciones, el EZLN se sintió ante un nudo gordiano palabrístico, y cual Alejandro Magno, se dispuso a solucionarlo de un machetazo loqueseístico: “como se llamen”.
(Nota al margen 1: la distinción que hace el Subcomandante Moises es sin duda más amplia que la que ya están haciendo muchos colectivos mediolibristas: por un lado los medios libres —los buenos— y del otro los medios de paga —los malos—, como si a este país le hicieran falta más enconos, más maniqueísmos).
La primera referencia (hasta donde llegan mi memoria y mi Ctrl-F) aparece en el comunicado del 7 de julio de 2014, firmado por el Subcomandante Moisés, donde da cuenta de las cuentas para la reconstrucción de la clínica y la escuela de La Realidad zapatista. A partir de ahí usaron la letanía del “o como se llamen” tanto el Subcomandante Galeano como el Comandante Tacho. Luego de ellos, el resto: alumnos de la escuelita, colectivos de solidaridad y claro, los medios libres.
Hay un par de antecedentes previos a ese primer comunicado: en mayo de 2014 el Rincón Zapatista y la Cafetería Comandanta Ramona invitaron a un homenaje al maestro Galeano, en dicha invitación mencionan a los “medios libres, alternativos, autónomos o como se llamen”. Se podría decir —con mucho temor a equivocarme— que la frase surgió del Rincón Zapatista, en el DF, y no de las subcomandancias.
Pero bueno, mucho antes de eso, el 14 de agosto de 2007, una persona que firmó como Shireley hizo un comentario al comunicado de la Junta de Buen Gobierno “Corazón del Arco iris de la Esperanza” Caracol 4 “Torbellino de Nuestras Palabras”, del 12 de agosto de 2007 —relacionado con un ataque paramilitar de la OPDDIC contra bases zapatistas—. Su comentario, que se puede ver en el sitio de Enlace Zapatista, hace referencia a los “medios de comunicación del gobierno, independientes, dependientes o como se llamen”. Desde el otro lado, pero igual.
(Nota al margen 2: Estas referencias lo único que demuestran es mi grado de ociosidad durante la semana santa, pero bueno, como dice la gente que hace investigación social, a alguien le servirán algún día).
De todo esto, lo que sí me ha sorprendido es la facilidad con la que los medios afines al zapatismo han replicado la frase generalizadora. Estoy seguro que la gran mayoría de las personas que trabajan en esos medios conocen la historia, saben y han participado de las discusiones alrededor de cada una de esas definiciones, donde la banda y los cuates se pelean porque unos hacen medios libres, otros hacen medios comunitarios y otros más hacen medios alternativos (toda esa distinción conceptual y cosmogónica que va del panfleto al pasquín y de ahí al fanzine). Más que “cómo se llaman”, es importante no olvidar el “¿por qué se llaman como se llaman?”. Responden a condiciones, expectativas y funciones distintas. Responden incluso a momentos diferentes. Cada uno de esos adjetivos fue también una generalización, hasta que fueron agarrando su lugar, su territorio.
En el texto llamado “La tormenta, el centinela y el síndrome del vigía”, donde convocaba al reciente Seminario del pensamiento crítico frente a la hidra capitalista, el subcomandante Galeano dice:
“no traiga consignas, dogmas, autos de fe, modas; no repita lo que ya dijeron otros antes o en otro lado; no aliente el pensamiento haragán; no trate de imponer el pensamiento dogmático; no difunda el pensamiento mentiroso.
Le pedimos que traiga su palabra y que ella provoque el pensamiento, la reflexión, la crítica. Le pedimos que prepare su mensaje, que lo afile, que le saque brillo. Que con él honre no a la academia y a sus pares, sino a quien lo recibe, ya sea como sacudida, o como bofetada, o como grito.”
¿Cuál es la palabra de los medios que aceptan llamarse “comosellamen”? Es necesario provocar el pensamiento, cuestionar, analizar: ¿qué tal que el responsable de un medio comunitario recibe un salario y vende espacios publicitarios para comprar nuevo equipo y pagar la renta? ¿qué tal que un medio alternativo es aquel que, como dijo López Vigil, transmite ópera en medio de la selva amazónica? ¿cómo reivindica su independencia un medio que tiene que pagar su DNS cada año? ¿Era MVS, hasta antes de marzo de 2015, un medio independiente y autónomo? ¿cuál es la diferencia entre un medio insurgente y un medio militante, además de las siglas que respalda? ¿cómo puede un medio libre plantearse estar al servicio de la comunidad si la comunidad se debate entre diferentes formas de lucha social? ¿como defender los bienes comunes y la libertad de expresión desde un medio autogestivo, autorreferencial y excluyente de su diferencia y su otredad?
En el lejano año de 1983, en otro seminario —no muy otro, pero casi— llamado “Comunicación y pluralismo: alternativas para la década”, Fernando Reyes Matta invitaba a los asistentes a pensar la comunicación alternativa más bien como “alterativa”, que de acuerdo a la definición de diccionario es aquello que tiene la virtud de alterar en sentido favorable. 32 años después le seguimos buscando ese tercer pie al gato, con la complicación añadida de que ahora se trata de un gato-perro.
Hacen falta medios alterativos, medios desobedientes, medios que construyan su valía no a partir de descalificar a los demás porque son “de paga” sino a partir de la información que puedan generar y entretejer. Medios que no cambien todo su manual de estilo porque ahora ya no se dice “neoliberalismo” sino “la hidra”. Medios que informen de las luchas del pueblo, que informen desde abajo. Medios que no se conformen con pasar el boletín de su gobierno favorito.
Nombrarse a sí mismos es el requisito previo para pensarse, para cuestionarse, para alterarse, para transformarse. Igual que los pueblos y las lenguas, los medios deben reconocerse en su diferencia, evitar a toda costa ser palabra uniformada y uniforme. Es importante recordar que es en la diversidad donde vive y da vida la flor de la palabra.
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