Lágrimas de la tierra, el ámbar

En Simojovel, la tierra de ámbar. Foto: Raúl Vera

En Simojovel, la tierra de ámbar. Foto: Raúl Vera

Texto Raúl Vera, corrección Herminia Hernández

“La mariposa volaba con sus alas sin ojos y afuera la noche era una víbora reptante, agrandándose sin cesar.”  

REVUELTAS en El luto humano.

Seguramente en este cerro devastado por la rosa tumba y quema, hubo algún árbol de pimienta  y fue que dio nombre a este enorme caserío, en el que brotan niños de todas partes. Aproximadamente 3 mil personas, a decir del padre Marcelo Pérez, párroco de Simojovel.

 La Pimienta, se localiza a unos 8 kilómetros de la cabecera municipal, Simojovel, en la zona de las minas de ámbar. El enorme páramo donde se instala el caserío, fue un bello bosque de guapinol, prehistórico árbol cuya resina fosilizada al calor de los milenos, dio origen al ámbar, “La Gema de Chiapas”

Hoy casi extintos, los guapinoles se cuenta con los dedos de la mano, emergen temerosos y débiles sobre la tierra  quemada, erosionada por fuera y vacía en sus entrañas, ya sin la savia petrificada, hoy convertida en ornamentos que se comercializan y que en su proceso de extracción dan de comer a decenas de familias campesinas.

La muerte infantil ha tocado las puertas de las viviendas de madera y lámina de La Pimienta, hacia allá se dirigen autoridades del sector salud y de la Secretaría de Gobierno. En otras circunstancias no habría sido motivo de alarma, el dolor habría sido apagado por la cotidianidad y la lucha por sobrevivir. Hoy La Pimienta es noticia, la muerte de niños que recibieron vacunas en condiciones de dudosa calidad, ha movilizado a las autoridades sanitarias del estado.

El trazo urbano de La Pimienta se limita a una calle pavimentada en cuyos costados, se dibujan laberintos en sus laderas, laberintos que comunican el caserío esparcido sin aparente orden lógico. En medio sobre sale un hongo metálico, es el domo de la cancha, testigo de asambleas, discusiones, acuerdos y desacuerdos. Hoy los ha reunido el dolor y la impotencia. Hoy discuten el tema de los niños que murieron por descuido sanitario,  y los que se encuentran graves en Tuxtla, después de haber sido vacunados.

 “La llevé  a  las doce, la vacunaron  a las 2, y como a las 6 comenzó a llorar y agarrarse la cabecita, antes de que la vacunaran era pura risa”  Dice entre sollozos Berlaín González Penagos,  después de haber llorado amargamente. En medio de la sala de su casa, con piso de tierra destaca el pequeño féretro blanco de su hija, de su primera de un mes de nacida, aún sin nombre. “pensaba ponerle Yadira” dice. No hay velas que alumbren el camino del ángel, no hay imágenes católicas; no lo permite la religión Pentecostés.

 Tere su esposa, balbucea algunas palabras, dice tener 18 años, su cuerpo aparenta el de una niña de 14.

“A todos mis hijos he vacunado y nadie se había enfermado” dice Doña Tere, la madre de Teresita, que los acompaña y narra el suplicio que vivió ayer, esta pareja de jóvenes  “se murió antes de llegar a Simojovel, se agarraba su cabecita”

Un día antes del trágico suceso, llegó la brigada de salud e inició una jornada más de vacunación, nadie esperaba que esto causaría la muerte de dos menores y que otros 29 fueran hospitalizados,  por la reacción que causó la vacuna que combate el rotavirus, hepatitis B y tuberculosis.

En la parte alta de una ladera, a la entrada del pueblo, vive Vicente López Gómez y Amalia Hernández, de 35 y 30 años, padres Enmanuel Francisco, quinto hijo de la pareja, quien muriera después de haber sido vacunado.

Subir la cuesta y entrar a la vivienda de lámina y block, hace sofocante e insoportable la estancia. El humo omnipresente por las quemas agrícolas elevan la temperatura del lugar. En una de las  habitaciones, iluminada por dos cirios, con la presencia de las potestades cristianas, rodeado de flores silvestres, colocadas en botes de pintura, está el féretro abierto de Enmanuel Francisco

Una docena de niños inunda la habitación, Amalia no habla español, Vicente cuenta como fue el deceso de su hijo.

 “Fue a la cita, después lo trajimos aquí, ta´ tranquilo el niño, como las 6 la tarde….se agarraba su cabeza…sólo eso y empezó a llorar”  Como si narrara la muerte de alguien lejano, con el semblante triste y los ojos abismados, continúa  “Casi como las 8 llegamos allá en Simojovel, en la orilla de Simojovel, ahí murió”

 La Pimienta es el poblado más grande de esta región de minas de ámbar. En estos dos últimos años, Simojovel ha sido noticia por varias razones, primero porque a la región llegaron empresarios de origen Chino y comenzaron a comprar ámbar, generando que el precio se elevara; con ello el flujo de capital en lugar de generar prosperidad y mejor calidad de vida, generó la proliferación de bares , cantinas , prostitución y drogas.Ante ello  el Párroco de Simojovel Marcelo Pérez, ha organizado a la población en contra de las cantinas, realizó una marcha a Tuxtla. Han cerrado algunos, pero todavía queda una buena cantidad. Al párroco Marcelo lo han amenazado de muerte por su activismo en contra de los bares.

Ahora con la muerte de estos dos niños y la hospitalización de 29 más, Simojovel, vuelve a ser noticia y poner el dedo en la llaga, del abandono en que se encuentra la tierra de la “Gema de Chiapas” pues según datos de SEDESOL, En Simojovel el 93.2 por ciento de las personas viven en pobreza, 68.6 en pobreza extrema,

En el municipio de más de 40 mil habitantes hay 6 unidades médicas en la que laboran 11 personas. Según ese informe, el 50 por ciento de la población no tienen acceso a servicios médicos.

 La “Gema de Chiapas” el ámbar,  que tiene en la traslucidez  su mayor cualidad, hoy deja ver la situación en la que viven sus pobladores, lejos del glamour de las joyas de ámbar,  en el abandono oficial y al borde de un desastre ecológico.

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