Una boda pal´face
No creo que las críticas sobre eventuales gastos suntuosos en la boda del gobernador sugirieran que la llevara a cabo solo con sus familiares más cercanos.
De hecho, la modestia en la celebración para nada nos indica que el gobernador es austero y cuida los recursos públicos de la entidad más pobre. Lo que él y su partido gastan en promocionales ilustran lo contrario.
La sencillez de la boda no importa. Lo relevante es el impacto en redes sociales, el casamiento en sí, la bendición del proyecto político que representan el gobernador y la actriz. Con la foto es suficiente. El primer paso está dado.
La participación de las mujeres indígenas forma parte también de la escenografía y de la selfie cuidadosamente tomada. Desde luego, no tiene nada que ver con la realidad, puesto que las mujeres no fueron invitadas al casamiento, sino a la fotografía del evento, como puede apreciarse en las imágenes difundidas.
Guardando las distancias con otros contextos históricos, las fotografías revelan las viejas y actuales relaciones de poder: el sacerdote que casa al cacique y las indígenas que comparten la alegría de la patrona. La participación de éstas últimas constituye un insulto si recordamos que los municipios y comunidades indígenas de Chiapas resultan ser los más pobres entre los pobres, y que el actual gobierno ha hecho absolutamente nada para revertir tal situación. Es decir, el trato discriminatorio hacia las indígenas no desaparece ni se olvida posando en una de ellas.
En lo que va de la administración estatal no se ha percibido una política de gobierno seria y responsable dirigida a atender los problemas más sentidos en la entidad. Si abundan los discursos, las obras de ornamento, las leyes que convienen, el dispendio de recursos, la contención de conflictos sociales, y los mensajes en twitter y facebook. Así han pasado los años…
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