Sabines, entre «Los corruptores», de Zepeda Patterson
En Los corruptores, el maravilloso y premiado thriller político de Jorge Zepeda Patterson (Premio Planeta 2014), aparece el mofletudo exgobernador de Chiapas, Juan Sabines Guerrero, rodeado de otros genios del enriquecimiento ilícito: senadores, secretarios de gobernación, expresidentes, líderes sindicales y comerciantes vividores del erario.
En el ejercicio inútil, pero morboso y vengativo, de armar el top ten de los políticos más corruptos de este país, los protagonistas hablan del ladrón mayor de esta entidad, como de los que “salieron forrados” al concluir su etapa caciquil. El problema, dice uno de ellos, es que los exgobernadores están obligados a repartir de manera piramidal.
Y así repartió Sabines, en cascada, para comprar a todo aquel que se quisiera vender: líderes campesinos, magisteriales, periodistas, dirigentes de partidos políticos, y diputados, aunque estos no cuentan, porque siempre andan subastando su dedo.
Ese reparto piramidal explica el saqueo impune que sufrió el erario local por 42 mil 200 millones de pesos, que bien repartidos, a cada familia que vive en Chiapas le habría tocado unos 35 mil pesos.
En Los corruptores, los políticos no dejan rastros en su acumulación de riquezas porque prefieren otorgar concesiones a sus amigos para quedarse con un buen porcentaje de las acciones. Solo los brutos, dicen, desfalcan 30 millones de dólares, “el riesgo y la exposición son inmensos”, y la cascada de compra de voluntades tiene que ser mayor.
El verdadero negocio, aclaran los corruptores, está en las concesiones, esas que se otorgan por 20 años para manejar aeropuertos, casetas de cobro, espectaculares y contratación de servicio. Con eso, dice Patterson en boca de su personaje Lemus, “ordeñan fortunas a lo largo de varios años”.
Esto último tampoco lo descuidó Sabines: Protegió a sus colaboradores y amigos con concesiones a perpetuidad.
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