Góber: descanse un poco, por favor
El góber dijo que todos los chiapanecos estábamos invitados a su boda, pero lo pensó mejor y decidió encerrarse, con sus 60 invitados, en la catedral de San Cristóbal para jurarle amor eterno a Anahí.
Muy su derecho de contradecirse y casarse por la madrugada. Muy su derecho de no gozar de luna de miel y seguirle dando al trabajo.
Veo las prisas de este góber y me pasmo. Por la mañana visita Chamula, después se va a Chilchihuitán. Reúne a su gabinete. Supervisa. Ordena. Ocurrencias por aquí, por allá, sonrisas a las cámaras del corazón, palmaditas a sus colaboradores y también alguna cachetada, de seguro.
Pero de que trabaja, de que se mueve, de que alborota a todos, de que tiene buenas intenciones, no puedo dudarlo.
MVC quisiera cambiar esta realidad, generar empleos, bajar una rayita al número de pobres, tener mejores carreteras y ciudades con caras más bonitas, pero nomás no puede. No encuentra la fórmula. Y se sumerge en sus pensamientos, en sus ocurrencias, en sus sueños, en su ensimismamiento.
Gobernar bien no es solo trabajar; es también tener capacidad, preparación y cordura. Trabajar sin dirección es malgastar miles de horas de empleados y funcionarios de todos los niveles, que siguen al jefe aunque vaya por caminos de extraviados.
Hoy se le ocurre llenar de focos la carretera al aeropuerto, mañana sembrar florecitas en el libramiento de Tapachula y pasado mañana construir pirámides espantosas en Tuxtla.
Muy su derecho, digo, que no desee tener luna de miel con Anahí, pero los chiapanecos deseamos que se dé un descanso, que se vaya a Finlandia, a Noruega, a Corea del Sur, a donde sea, para que regrese con el alma renovada, para que aprenda que gobernar bien no es solo cuestión de desvelos sino de probidad, organización y proyección de un futuro con rumbo.
Volvería, creo yo, con nuevo semblante, con nuevos ánimos y con la certeza absoluta de quitarse de encima a tantos carroñeros del poder, para sustituirlos por ciudadanos menos trabajadores pero más íntegros, más profesionales, más conocedores de nuestra realidad, más capaces y, sobre todo, más comprometidos con Chiapas.
Si lo viera de frente, le pediría eso: «Góber: todavía tiene tiempo de enderezar la nave; aproveche la luna de miel, descanse, serénese, por favor».
Excelente análisis amigo mío, no hay de otra el correr sin sustento es un cansancio desprovisto