Los aspirantes pueden seguir aspirando
Por supuesto que todos pueden aspirar. Aspirar es sinónimo de anhelar, desear, soñar, esperar, y una lista de por lo menos ocho o diez vocablos más, como codiciar, por ejemplo. De esa escala, quizá la codicia es la que pierde a algunos políticos que anhelan un puesto electoral por el cual sacrificarse los próximos tres años.
Pongámonos en contexto. En el 2015 en Chiapas, se ofertan más de un centenar de puestos de elección popular. Estos puestos van desde diputados federales, diputados locales y miembros de 122 ayuntamientos, hasta las diputaciones y regidurías plurinominales que los ciudadanos dadivosos regalan a los partidos políticos gracias a una ley sancionada por los mismos beneficiarios.
Pero el puesto de Presidente Municipal el que mayores ambiciones despierta. Niéguenlo quienes se han enlistado para la competencia. Para el caso de Tuxtla Gutiérrez, por ejemplo, los aspirantes son más de media docena, de entre los que se mencionan a Víctor Manuel Ancheyta Bringas; César Cancino Cassab; Fernando Castellanos Cal y Mayor; Carlos Esquinca Cancino; Carlos Orsé Morales Vázquez, Willy Ochoa, Bayardo Robles Riqué y Francisco Rojas Toledo, más los que se acumulen en los siguientes días.
Realmente la batalla electoral será entre dos a lo sumo tres. Los restantes son de suyo, parte de un espectáculo que si no fuera por los entretelones pudieran ser protagonistas estelares de esa obra dramática llamada elecciones. Debo suponer que en ciudades como Tapachula, San Cristóbal de Las Casas o Comitán, la disputa también será bajo ese mismo esquema. Desgraciadamente los modos no han cambiado.
Algunos de los mencionados han bajado el volumen de sus campañas para abrir paso a quienes realmente se disputaran el trofeo final, como si de una competencia deportiva se tratara. Sin embargo, la tendencia de afianzar la imagen está vigente, para comprobar lo que versados en el tema dicen que dependiendo del producto, “no hay candidato que no pueda dimensionarse”.
A nivel federal las diputaciones están prácticamente comprometidas y es probable que la repartición de los doce distritos esté ya compartida de manera equitativa entre representantes del PRI y el Verde, si acaso asomen la cabeza otros dos o tres, pero nada más, para demostrar como en el sexenio anterior, que la democracia es una acción dramatúrgica de los que tienen el poder y en donde los ciudadanos solamente votan.
Las campañas electorales iniciadas desde el sexenio pasado, solo confirman que los aspirantes no respetan los Códigos que pretendidamente regulan los procesos de elección y reglamenta las normas constitucionales, los derechos y obligaciones político-electorales de los ciudadanos; la organización, función y prerrogativas de los partidos políticos y el régimen aplicable a las agrupaciones políticas; y la función estatal de organizar las elecciones de los integrantes de los Poderes Legislativo y Ejecutivo. Los aspirantes saben que existen el Instituto Nacional Electoral y el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana, pero nada más.
Así que los procesos que los partidos políticos llevaran a cabo con el propósito de elegir a sus candidatos a puestos de elección popular, es un asunto ya superado. Las precampañas también son innecesarias porque ya fueron llevadas a cabo. Falta que se consolide el espectáculo electoral para que la fiesta se realice. A los votantes nos dejan “la hora de la verdad” al emitir el voto.
La crisis de confianza pudiera ser un factor en aquel momento de estar frente a la boleta electoral. Algunos llaman razonamiento a encontrar argumentos para seguir creyendo en lo que creen. Los aspirantes ahí están. La decisión de votar es una decisión que se va gestando con el tiempo. Los aspirantes pueden seguir aspirando.
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