El ataque a Carmen Aristegui
La madrugada del siete de enero de este año fallece en la ciudad de México, el periodista independiente más importante de nuestro país de los últimos años.
A Don Julio Scherer se le apagó la vida a los fructíferos 88 años. Mucha tinta corrió para describir su carrera, para reconocer su trayectoria y sobre todo; hubo coincidencia unánime en afirmar que una etapa del periodismo mexicano crítico se cerraba con su desaparición física y se abría otra con una generación de periodistas más jóvenes.
Las nuevas generaciones de periodistas mexicanos tienen en su haber, más herramientas que Don Julio y sus contemporáneos: internet, medios independientes y los organismos de transparencia pública, incluso fiscalías especiales cuyo trabajo es defenderlos de las amenazas del poder y también de las acciones de particulares.
Aún con ello las agresiones contra los periodistas mexicanos son históricas y no cesan.
En ese sentido, a pesar del relevo generacional de Scherer, no hay un antes y un después en las garantías para realizar esta profesión. O pudiera decirse que estamos peor que en la época en la que Don Julio hacía periodismo valiente e independiente, porque en esos tiempos no había instrumentos que protegieran la labor periodística y hoy contamos con ellos, pero no funcionan.
Por ejemplo; con datos a enero del 2014 la ONG Human Rights Watch en su informe anual mundial afirma que en México en lo que se refiere a la libertad de expresión dice: “numerosos periodistas, especialmente aquellos que tratan temas vinculados con la delincuencia o critican a funcionarios, han sido víctimas de persecución y agresiones”. (http://goo.gl/se7IHg)
Prosigue el informe: “al menos 85 periodistas fueron asesinados entre 2000 y agosto de 2013, y otros 20 desaparecieron entre 2005 y abril de 2013 …Las autoridades no han conseguido investigar adecuadamente delitos contra periodistas, y muchas veces descartan de manera prematura la posibilidad de que hayan sido agredidos por motivos vinculados con su profesión”.
Y más: de acuerdo al informe “es común que periodistas opten por la autocensura ante los ataques de funcionarios gubernamentales o grupos delictivos, mientras que la falta de suficiente regulación de la publicidad oficial también puede limitar la libertad de los medios al otorgar al gobierno una influencia económica desproporcionada respecto de ciertos medios de comunicación. En 2006, México creó una Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, pero hasta hoy ha conseguido solamente una condena penal en las 378 investigaciones que inició”.
Como el informe lo dice; en México hay periodistas asesinados, desaparecidos, perseguidos, agredidos, autocensurados y desprotegidos por la autoridad. Pero lo que si tenemos son empresarios que hacen del periodismo el medio idóneo para enriquecerse, -y esto es a costa del periodista, del reportero que hace su trabajo diario- los hay nacionales y locales.
En este contexto de nuevas generaciones de periodistas llamados al relevo de Julio Scherer y con más medios electrónicos e impresos al alcance que sus antecesores, pero con las mismas agresiones que sufrían los anteriores; era realmente un gusto para muchos mexicanos escuchar por las mañanas a Carmen Aristegui.
Esta periodista conducía un programa radial en donde -para mi gusto- se combinaba periodismo independiente y activismo social. Digo se combinaba, porque como todos sabemos la empresa radial llamada MVS Radio, por medio de la cual se transmitía el programa de Carmen Aristegui rescindió unilateralmente el contrato laboral que la ligaba con la titular de su programa noticioso de la mañana.
La historia del despido de Aristegui se gesta el 10 de este mes, cuando en su programa anuncia que su equipo de investigaciones especiales participaría en el proyecto México Leaks, una plataforma informática que ofrecería a los mexicanos la oportunidad de denunciar la corrupción de sus políticos -documentada por supuesto- de manera anónima y segura a través de la red Tor, un sistema de navegación que permite navegar en internet de manera segura.
Al día siguiente del anuncio de Carmen Aristegui y su equipo, MVS Radio emitía un comunicado en el que condenaba a Aristegui por usar el nombre MVS sin su consentimiento. Aristegui contesta en su espacio radiofónico: “vamos a ver de qué se trata y de dónde viene”.
Sin embargo, pronto se conoció que MVS Radio había despedido a Daniel Lizárraga e Irving Huerta, dos reporteros de la unidad de investigaciones especiales de MVS y del espacio de Aristegui; lo que se hizo notar de inmediato fue que tanto Lizárraga como Huerta, fueron los responsables del contenido del reportaje noticioso que cimbró al gobierno de Enrique Peña Nieto: el de la Casa Blanca de la primera dama.
Y fue en ese momento que comenzaron las sospechas sobre la verdadera razón del despido de Aristegui -hecho que se consumó el domingo pasado- es decir que el trasfondo era el reportaje que la había dado la vuelta al mundo poniendo en evidencia la corrupción al más alto nivel en México.
El problema para MVS Radio fue que la opinión pública ya condenó; el despido de Carmen Aristegui y su equipo se debieron al reportaje y más precisamente a presiones del gobierno federal.
Pero además, este caso sentó varios precedentes sociales; México se desató las redes sociales se llenaron de indignación ante el atropello, se recabaron miles de formes electrónicas, se protestó ante la sede de la estación radial, la prensa extranjera ha retomado el caso dándole seguimiento, grupos de expertos en informática han hackeado páginas de gobierno y de la empresa radial y mucha tinta ha corrido sobre este asunto.
Pero el consenso es unánime: fue el estado.
Y probablemente en los próximos días -porque este asunto dará mucho más que hablar- se confirme que así fue; ya que no puede dejarse de tener la duda: ¿Por qué MVS finiquitó primero la relación laboral de Lizárraga y Huerta?.
No se pudo ocultar lo evidente, lo que los mexicanos e incluso la prensa extranjera piensa: que el despido de Carmen Aristegui se debe a las investigaciones que encabezó sobre el asunto de la “Casa Blanca” de la primera dama, probablemente el caso de corrupción política de los últimos tiempos mejor documentado en México.
Por eso, a este conflicto no se tiene que darle muchas vueltas, fue el estado y por muchos motivos, entre ellos por su falta de tolerancia, por su falta de transparencia, por su corrupción endémica y sobre todo; porque no tolera la crítica, es decir no tolera a la prensa independiente y teje alianzas con los empresarios de los medios.
Magnates de la información y gobierno se unen, se protegen y a cambio, el gobierno otorga prebendas. Mientras tanto, lo que hace el verdadero periodismo descubren el caso de corrupción más grande de los últimos tiempos en México y hoy están sin empleo.
Esto es el surrealismo México.
Pase lo que pase, Aristegui, Lizárraga, Huerta y todos los colaboradores del noticiero más famoso de México, pasarán a la historia como los que desnudaron tal y como son a quienes se creen que modernizarán al país, pasaran a la historia como verdaderos periodistas de investigación.
Sin embargo, el gobierno federal y quienes hoy ostentan el poder pasaran también a la historia, pero lo harán por la puerta de atrás, lo harán por torpes, autoritarios, cobardes y porque no entienden que México; si quiere ser un país moderno, debe abrirse a la democracia, a la transparencia y la rendición de cuentas.
Pasarán a la historia como los continuadores del constante acoso al periodista y al periodismo crítico mexicano, que tanta falta le hace a un país que se convulsiona clamando lo que le falta: cambios verdaderos.
No hay de otra, los Vargas, dueños de MVS fueron amenazados con el retiro de la concesión o negociaron ya privilegios como dinero o concesiones radiales. Saben que perderán audiencia, pero saben también que asociándose con el poder, las resarcirán con dinero.
Dos últimas reflexiones sobre este caso:
Puedes estar de acuerdo o no con los dichos de Carmen Aristegui y sus acciones, pero en una democracia que se respete, todas las voces deben de ser escuchadas y más si estas hacen contrapeso del poder.
Y por otra parte:
A que orillan al pueblo ahora que para todos, los partidos políticos no nos representan?, ¿Qué quieren ahora que también apagan una voz crítica?, ¿A qué le temen?
Es obvio que sin voces en el congreso, con los partidos políticos y el gobierno en descrédito, la oligarquía -que sabe de la indignación nacional- busca acabar con la oposición (ahora son los mismos que pasan de partido en partido y de puesto en puesto) y dejar que solo existan disidentes, así es más fácil aislar a las voces críticas y después aplastarlas.
En el fondo, el régimen oligarca, monopolista y autoritario se juega en estos días su supervivencia, le apuesta al olvido de la gente, le apuesta a que cerremos los ojos ante Ayotzinapa, ante el alza del dólar, ante la falta de empleo, ante el dispendio electoral y lo que se acumule. Por eso calla a las voces críticas.
Insisten en despertar al México Bronco, van que vuelan para pasar a la historia como los que lo provocaron e hicieron posible.
Para ese entonces tal como ahora con Carmen Aristegui, diremos sin equivocarnos:
Fue el Estado.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
Lo dicho arriba, podremos estar de acuerdo o no, con lo que escribe o declara Carmen Aristegui, pero sin duda lo que siempre apoyaremos es la libertad de expresión. Y por supuesto que la mayoría creemos que esta ignominia fue orquestada por la actual «pareja presidencial». Además, deberíamos apoyar la declaración de que todos somos Carmen.