Tú, mi universidad, mi sueño
¿Sabes, Universidad de mis amores, Universidad-diversidad del mundo, esencia de mi propia vida, ejemplo de propios y extraños, modelo y paradigma de la sensibilidad humana, crisol de la diversidad cultural y la paz, civilizadora por antonomasia, manantial de la creación y el arte, fuego y matraz de la sapiencia, cómo te sueño, cómo te imagino y cómo es que te quiero?
Alucino verás, pues te veo grande, vigorosa y bella; majestuosa y eterna Universidad mía. Con campus distritales, algunos regionales, poblados de bosques, jardines, manantiales, fuentes, y sobre ello, calzadas, calles y caminos enlajados (o empedrados para mejor humectación del suelo), todos con guarniciones, aceras, sobreniveles para los transeuntes, depósitos de basura, ciclopistas y rampas para las sillas de ruedas de los minusválidos. Música divina en todos ellos, bancas y arriates para el descanso, la conversación y el cariño. Tomas de agua potable y purificada de tramo a tramo, aunque en especial junto a áulas y áreas deportivas.
Sueño con sentirme en ti, seguro y amparado. En todos tus campus, varias instalaciones y planteles, veo tu nombre, lema y emblema, tus colores y aires de inteligencia, inequívocos, íntegros y equilibrados; exhibes señalizaciones diversas, enteramente comprensibles, plena iluminación nocturna, personal de seguridad, intendencia y jardinería; todos uniformados de colores azul y oro, todos trabajando por nuestra seguridad y el embellecimiento de tus arquitecturas.
Me encantarían tus ciclos permanentes de cine, con lo mejor del cine mundial y mexicano, o con las muestras internacionales de la Cineteca Nacional en todos tus campus y planteles; salas y auditorios dignos además, para la música, la danza y las artes escénicas; canchas de basquet y futbol, aunque no fuesen reglamentarias, pero sí iluminadas para aprovecharlas de noche incluso. Salas, auditorios y salones de clases, todos climatizados, con persianas, proyectores y mapas retráctiles, al menos de Mesoamérica, Centroamérica, México y Chiapas, provistos de puertas útiles, muebles enteros, mesabancos limpios y pizarras en buen estado. Facultades, carreras y programas educativos, todos provistos de talleres, laboratorios y equipos, reactivos e incluso autobuses y unidades móviles para los viajes de estudio de tus hijos, y el trabajo de campo de tus profesores-investigadores.
Sueño y sueño Universidad mía, por ejemplo… verte en tiempos de lluvia, con pasillos entoldados, techos sobre las explanadas en donde se juega al basquet o al fútbol, bibliotecas decorosas y áreas de cómputo suficientes, comedores y cafeterías sin par: sin refrescos embotellados ni alimentos chatarra. No cigarros ni pornografía, pero sí condones, diarios y libros. Pantallas conectadas a una programación propia, de documentales, noticiarios, reportajes, cápsulas educativas y musicas que elevan el alma al cielo; alimentos nutritivos, frugales y baratos, aunque también becas alimentarias para los desprotegidos.
Baños limpios por el amor de Dios ―sueño e imagino―, provistos de agua, papel y jabón; servicios sanitarios higiénicos e higienizados (a cada rato y con supervisión), botiquines de auxilio y señales para saber qué hacer ante los riesgos más diversos. En las condiciones del trópico, el abandono y la pobreza, la higiene en cafeterías y excusados, el orden en la administración y en las aulas, el cuidado de pasillos y jardines, la pintura y el mantenimiento efectivo de todas tus instalaciones… servirían para aculturar a tus muchachos, a tus hijos, y en todo caso, fomentar en ellos, lo que en la mayor parte de sus hogares no encuentran: agua suficiente y de buena calidad, aseo e higiene, orden y prevención, ética y buenos modales, aprecio por la naturaleza, la buena música y las cosas bellas.
Sueño, amada mía, tenerte acicalada con retratos, efigies y obras bellas, cubiertos tus muros con pinturas y graffitis; menos, mucho menos autos y más gente de a pie y en bicicletas. Te imagino ejemplo para las ciudades, los ayuntamientos y los gobernantes del mundo. Tanto por tu planificación urbana, social, económica y académica ―en algunas áreas tu propia autonomía financiera―, como por la inteligencia, honestidad y cordura de quienes te dirigen; la belleza arquitectónica de tus edificios; la hilaridad, profesionalismo y bonhomía de tus funcionarios.
Por ello te imagino provista de infraestructuras, equipamientos e insumos de calidad suficientes… para las sabias clases de tus profesores eméritos, para las mediciones y experimentos de tus investigadores científicos, para la asistencia y acompañamiento de tus tutores, para la conducción de tesis y tesistas, para el ejercicio de la democracia en tus órganos de gobierno: consejos universitarios y de facultades, comités de finanzas, de honorabilidad y justicias.
Y es así como en el ensueño y la fantasía, Universidad de mis rigores, te observo transformada. Transparente como dentro de una campana de cristal. Palpitante como si un sistema sanguíneo de sabiduría, compromiso y decencia te irrigara toda entera. Sabia, prudente y moderada en tu crecimiento y proyectos de futuro. Faro, rumbo, luz y claridad para el mundo, orientación para el Estado y sus gobiernos, para la sociedad y sus alineaciones. Libre de inútiles y entidades parasitarias. Drenada de corruptos, comerciantes y aviadores. Libre de lastre, anclas, sanguijuelas y pesos muertos. Engendradora de verdades y nuevos conocimientos, verdadera incubadora de estudiosos, intelectuales e investigadores. Formadora de eficaces, valientes y honorables nuevos cuadros.
Te quiero entonces, Universidad, porque me formaste. Te quiero y hoy te retribuyo. Me ensueño contigo porque te quiero transformada. Te sueño nueva y enorme como las mejores, y no lo oculto: éres mi ilusión y mi utopía, la voz del ciudadano frente al Estado. La voz y el reclamo diáfano ante los desmanes del gobierno abusivo y los intereses obscuros… porque quiero enorgullecerme contigo, porque quiero enorgullecerte para los que vienen. Porque te asumo didacta y autocrítica, facilitadora del mundo y sus conocimientos. Maestra porque hoy puedes transformarte y enseñar como mejor sabes: con el ejemplo, prototipo de sobriedad y eficiencia.
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