Competencia de incompetentes

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Tuxtla Gutiérrez cada vez se parece más a Cuernavaca pero no por su riqueza, ni por el agradable clima, ni por la belleza de la casa–museo de Cortés, ni por el paseo de La Cañada, sino porque cada vez es más complicado circular en automóvil.

En Cuernavaca hay un dicho: “si va a un lugar y por distracción se pasa la salida o la calle, mejor vaya a atender otro asunto”. Pues lo mismo sucede en Tuxtla especialmente para quienes circulan en el pésimo y presumido boulevard Belisario Domínguez, donde la incompetencia de Bayardo Robles queda demostrada con la pésima planeación de un arquitecto que en urbanismo está reprobado.

Según la “ingeniería vial” la mencionada vía se colapsaba a determinadas horas como consecuencia de los entronques a lo largo de camellón y por ello los eliminaron. Ahora ya no existen los retornos a la izquierda pero el caos ha aumentado. Era de esperarse con la colocación innecesaria de “semáforos” instalados para el uso de peatones, pero éstos como siempre, no los saben emplear.

Tampoco han reparado que es el transporte público el que sigue ocasionando los cuellos de botellas y, como dueños de las calles, se estacionan donde se les antoje ante la complacencia de la autoridad con la cual tienen serios negocios evidentes, como la exhibición de la propaganda de diputadetes y funcionarios.

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Cuando les conviene, autoridades justifican sus acciones a favor de la gente, del peatón en este caso, pero la mayoría de las ocasiones solo son palabras sin respaldo porque no hay un trabajo de raíz que contribuya al uso correcto y armonioso de la infraestructura urbana.

Por ejemplo, se prohibieron los cajones sobre las banquetas del Belisario Domínguez, pero polEcías, repartidores, conductores prepotentes y propietarios de restaurantes insisten en bloquearlos. De nuevo el peatón debe bajarse de las aceras para continuar su camino.

Hasta la boca se llenan los voceros del ayuntamiento y del Estado alardeando, en los medios, que ahora sí aplicarán los reglamentos y no permitirán estacionarse en ese mediocre sendero destinado para los también imprudentes ciclistas. Pero las mismas patrullas son las primeras en obstaculizar el “caminito”.

Tampoco el ayuntamiento se salva. No aplica el reglamento que exige a cada centro comercial, edificio y lugares de recreación como bares o antros, de contar con estacionamientos para no obstaculizar el tránsito y paso peatonal, y quienes no cumplan con ello deberán pagar el impuesto llamado Sustitutivo de Estacionamiento (Ley de Hacienda Municipal, artículo 70, incisos A al L), pero no ocurre así y basta darse una vuelta para comprobar que por las noches, donde antes estuvo al café Bonampak, decenas de automóviles invaden lo que tanto ufana a Manuel Velasco.

El ayuntamiento tuxtleco, ante las acciones exigidas por el comercio “legal”, se jacta de haber “limpiado” varias calles de vendedores ambulantes a quienes acusan de competencia desleal. Pero nada dicen de las arbitrariedades que algunos “establecidos” llevan a cabo, protegidos por la misma Canaco y Canirac, como la invasión de las banquetas del boulevard Belisario Domínguez ocurrida el pasado 14 de febrero, que por ser una fecha especial se toleró esta invasión.

Si de fechas especiales se trata para los ambulantes todos los días son especiales. La gran mayoría vive al día y diariamente deben obtener ganancias para sobrevivir, para el tratamiento de enfermedades y ganarse el sustento lo más honestamente posible. No hay que olvidar que muchos de ellos, por diversas circunstancias, no tuvieron las mismas oportunidades educativas y, también, cansados de la explotación laboral de los “honorables” comerciantes que se autollaman empresarios, decidieron tomar las calles por la falta de prestaciones sociales y sueldos miserables.

Esa fanfarroneada nueva cara de Tuxtla es solo un vil maquillaje. Equivale a comprar en el lugar más caro Mary Kay, Avon, Jafra o Zan Zusi y aplicárselos a un zopilote. Ni fino ni corriente lograrán que deje de ser feo. Igual ocurre en la lamentable capital del estado donde el ayuntamiento no tiene dinero para reparar una alcantarilla pero sí derrocha en promocionar la imagen de Samuel Toledo, quien agradecido debe de estar porque no le anularon la amañada elección que claramente ganó Carlos Morales Vázquez.

CAMION

¿Qué era urgente iluminar los bulevares y libramientos o las calles de colonias que durante años han carecido de una miserable luminaria? ¿Qué era prioritario, llenar los camellones de jardineras antiestéticas o reparar las banquetas por donde la mayoría de los habitantes deben circular?

Para qué tanto alarde de chiapasiónate o ese arguende con el piojo Herrera, si a los “clientes internos”, los ciudadanos, no se les escucha ni se les atiende.

Tan fácil que es aplicar el Marketing Municipal. Pero exigirles a los funcionarios que funcionen, equivale a ofenderlos.

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