Chiapas: El Reino del Sabio Salomón

Problemas

 

Salomón es todo un personaje histórico; para la Biblia vivió 80 años, tuvo 700 esposas y 300 concubinas, fue el constructor del primer templo de Israel y la atribuía una sabiduría excepcional.

Para el Talmud judaico, Salomón es uno de los 48 profetas, es decir una de las figuras fundamentales para consolidar el monoteísmo; en el Islam se le conoce con su variante Sulayman y de igual forma que para el pueblo judío y los cristianos, también en el Corán es reconocido como el tercer rey de Israel y dueño de una sabiduría excepcional.

En la Biblia, una de las historias de Salomón que se relatan y que muestran su agudo ingenio es el llamado “Juicio del Rey Salomón”, en este, Salomón da lecciones de la manera de tomar una decisión con ingenio y lucidez.

Quien conozca la historia sabrá que en el libro 1 de Reyes, capítulo 3, del versículo 16 al 28, está contenido el juicio. Resulta que dos mujeres se presentaron ante el Rey Salomón para alegar la maternidad de un niño recién nacido; obviamente en esa época no había pruebas ni de ADN ni mitocondriales, así que Salomón pidió una espada; con ella pensaba partir en dos a la criatura, de manera tal que cada una de las mujeres se fuera con su mitad.

Al oír el veredicto, una de las mujeres exclamó: ¡oh señor, dele el bebé completo a ella, no lo mate!, la otra dijo que el bebé no sería de ninguna de las dos y pidió su mitad. De esta manera Salomón supo que la verdadera madre era quien prefería renunciar al bebé antes que hacerle daño, por ello se lo entrega.

Algo parecido a lo que el rey Salomón hizo, se ha querido replicar en Chiapas desde hace mucho tiempo; sin embargo el resultado ha sido catastrófico; no salimos de la pobreza, y lo peor: el contexto internacional y nacional ha cambiado y estamos atrapados en una trampa de la planeación en la que no se ve la puerta de salida.

Nos referimos a la distribución del ingreso para el gasto gubernamental y la manera como se distribuye en Chiapas y sus municipios.

 

La media Verdad

Es cierto que ha existido un abandono institucional de las políticas federalistas hacia Chiapas en particular y el Sur en general. Pero el abandono ha sido con la falta de inversión productiva. La media verdad estriba en que los recursos federales han fluido -y lo han hecho cuantiosamente- en programas y proyectos sociales, en ello; la clase política local no ha sabido históricamente entregar buenas cuentas.

En Chiapas tenemos falta de inversión productiva y un derroche espectacular, monumental y grosero de recursos financieros en programas sociales. De tal manera que sí, hay un abandono de las políticas públicas nacionales de fomento productivo, pero también hay una omisión tremenda de la clase política estatal que despilfarró los millonarios fondos para programas sociales que ha recibido Chiapas.

El resultado de ello es pobreza, desigualdad, falta de oportunidades, y nula movilidad social (a menos que seas político) carencias que han sido históricas y que las carretadas de dinero no han detenido.

No es lo único, pero básico para entender lo que ha sucedido en los últimos 25 años, es conocer la manera como los ayuntamientos municipales ejercen los recursos financieros, y como estos aunado a la falta de visión política de nuestros dirigentes estatales, nos han condenado a un futuro económico incierto, como antes lo hicieron todos quienes han dirigido los destinos gubernamentales de Chiapas.

 

La transferencia de recursos

Esta transferencia a los municipios se hace a través de los que se conoce como el Ramo 33; con este concepto, la federación transfiere los recursos a los municipios y condiciona su gasto a ciertos criterios que están contenidos en el presupuesto federal y las reglas de operación de este ramo.

De manera que con este fondo, la federación transfiere fondos para la educación básica y las normales, para la salud, para la infraestructura y para la seguridad pública, entre otros aspectos que poco cambian con el presupuesto federal de cada año.

Dentro del Ramo 33 es famoso el Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social Municipal, porque por medio de este fondo los estados y municipios reciben los recursos económicos que se destinan al financiamiento de obras como las de agua potable, de alcantarillado, drenaje, electrificación, mejoramiento de vivienda, caminos rurales y la Infraestructura productiva rural.

Aunque también el Ramo 33 contempla fondos para el saneamiento financiero de los municipios; por ejemplo el pago de Pago de pasivos de ejercicios anteriores; adeudos y pago de laudos administrativos.

Con todo ello, el dinero en Chiapas no le alcanza a los municipios. No alcanza porque Chiapas no genera recursos propios que fortalezcan sus finanzas, por lo que a nivel municipal; la dependencia de los recursos federales del Ramo 33 es en casi la mayoría de los municipios, según datos federales, el 90 por ciento del ingreso de los municipios depende de este fondo federal.

Es allí en esta dependencia, donde los buenos propósitos presupuestales se estrellan.

 

La pulverización de los recursos

En Chiapas, especialmente en sus municipios, con los recursos presupuestales se hace como el Sabio Salomón.

Si los recursos federales llegan a Chiapas vía una fórmula que toma en cuenta el número de pobres, el número de la población, el grado de marginación y otros elementos para buscar que el gasto social se reparta de la forma más equitativa posible; a nivel municipal esa fórmula se estrella con la realidad.

El asunto es más o menos el siguiente y se puede separar en dos sentidos: la estrategia de los municipios con mayoría indígena y la estrategia de los municipios más urbanos y con mayoría mestiza:

Imaginemos que un municipio indígena tiene 100 localidades –incluida la cabecera municipal- según las formulas presupuestales federales imaginemos también que le correspondan 200 millones de pesos (MDP) de presupuesto anual.

El presidente municipal, fungiendo como el “Sabio Salomón” municipal dispondrá de darle -claro está que en acuerdo con el cabildo y con las asambleas populares- a cada localidad 2 MDP, con ello las autoridades de la comunidad disponen de recursos para erigir las obras que deseen

Por eso, casi no hay obras de relevancia en los municipios indígenas. Sencillamente porque el recurso se pulveriza.

En los municipios más urbanizados y con población más mestiza, la “fórmula de planeación municipal a la chiapaneca” funciona con un ejercicio en donde los recursos se distribuyen por etapas. Es decir y volviendo al ejemplo de las 100 localidades y los 200 MDP; ese recurso se reparte en el primer año a solo 50 localidades, de manera tal que el recurso pudiera elevarse a 4 MDP para cada una de esas 50 localidades, sin embargo; quedan fuera las restantes 50 localidades.

Esas 50 localidades que no reciben el primer año los recursos, lo recibirán al siguiente año, quedando fuera en esta ocasión, la mitad de las localidades que recibieron los recursos el primer año y así sucesivamente.

Por eso, usted ve obras a medio terminar, porque para concluirlas se tiene que esperar la “segunda etapa de la construcción”, es decir, hasta que a la localidad le toque de nueva la oportunidad de volver a recibir los recursos financieros.

Mientras tanto, los costos de la obra obviamente ya se elevaron, mientras tanto lo construido tendrá seguramente que rehabilitarse y se pierde el costo de oportunidad de terminar al cien por ciento una obra o de construir infraestructura de un impacto no solo local, sino regional.

Tanto en los municipios indígenas como en los más urbanos, diría Silvio Rodríguez: “no es lo mismo, pero es igual”. Es decir el resultado es el mismo.

Este fenómeno acaba con la sectorización de las acciones, con las políticas transversales y claro está dispersa las acciones y nos condena a un círculo vicioso de la pobreza del que no podremos salir porque la base de convivencia, es decir el municipio tiene vicios en su planeación que lo atan a seguir reproduciendo este esquema

Imaginemos, -bueno ya no lo imaginemos porque lo estamos viendo- que una localidad no reciba los recursos ofrecidos en minutas, en acuerdos; lo que hará será bloquear carreteras, realizar plantones en los edificios públicos o secuestrar funcionarios.

La fórmula es pulverizar los recursos para evitar disturbios.

Por ello, estamos a años luz de tener una verdadera planeación municipal en Chiapas, una planeación que privilegie los proyectos regionales y que no disemine los recursos. Algo o alguien nos condenó a esa pulverización financiera.

Eso sin comentar de que estamos a años de que nuestros municipios tengan siquiera la oportunidad de invertir en innovación tecnológica, en unirse para desarrollar cluster estratégicos y para mejorar dos cosas esenciales: las capacidades institucionales y las capacidades humanas.

Por eso, en Chiapas sus municipios y sus dirigentes contribuyen al desastre porque al interpretar al Sabio Salomón y su fórmula, mataron al niño de la planeación, con la espada del presupuesto nos condenaron a un círculo vicioso de la pobreza en que seguro está, las actuales generaciones de chiapanecos no saldrán.

 

Twitter: @GerardoCoutino 

Correo: geracouti@hotmail.com

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