Boicotear o anular, he ahí el dilema

Ciudadanía. Imagen: nuestropiedrasnegras.blogspot.com

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Durante el último cuatrimestre de 2014 la sociedad mexicana se transformó, sin duda. La incertidumbre provoca eso. Las causas fueron muchas, pero la principal fue la desaparición forzada de 43 estudiantes por parte de fuerzas policiacas del Estado mexicano, al parecer derivada de una orden del gobierno municipal, con apoyo de policías estatales y federales, la omisión y probable participación del ejército, así como la ineptitud de los gobiernos estatal y federal para encontrarlos y ofrecer una argumentación sólida derivada de sus investigaciones.

Pero no solo eso, fue también que hombres, mujeres, niñas, niños, jóvenes y adultos (un chingo de gente pue) fuimos testigos de la colusión y complicidades que se tejían entre delincuencia, los tres niveles de gobierno, las fuerzas del orden y los partidos políticos. No hubo un solo partido que saliera bien librado, la gente que salió a marchar en octubre, noviembre y diciembre le pisó la cola a todos los partidos, los que durante tres largos meses no supieron cómo reaccionar.

El PAN cosechando los resultados de la peor estrategia de combate a la delincuencia que se tenga memoria, con un alto costo en vidas humanas (sus llamados “daños colaterales” con grandes ganancias para la delincuencia y los vendedores de armas); el PRI, con un gobierno federal incapaz no solo de resolver el problema, sino ni siquiera de elaborar una estrategia de comunicación eficaz (lo cual, se supone, era su mayor fortaleza); el PRD, sumido hasta lo más profundo en el desprestigio, la complicidad y el cinismo, empezó protegiendo a Abarca y luego presionó todo lo que pudo por impedir la salida de Aguirre del gobierno de Guerrero, con una dirigencia confiada en mantener sus privilegios basada en su voto duro clientelar; y Morena, con todos los problemas de un partido nuevo, que por cuestiones de estrategia no pudieron o no quisieron deslindarse a tiempo ni de Ángel Aguirre, ni de Miguel Ángel “Granadero” Mancera ni de Lázaro Mazón (a quién con el dedo pusieron como precandidato al gobierno de Guerrero y con el mismo dedo lo quitaron). El resto de los partidos carga con su propio desprestigio y ni siquiera necesitaron tomar posición frente a la noche de Iguala para que fueran puestos en el mismo paquete de ineptitud, corrupción e impunidad.

En enero de 2015 los partidos han venido a recuperar el territorio perdido. Mientras la insurgencia ciudadana que tomó las calles en 2014 sin la necesidad de ningún partido o dirigentes recorre otra vez el camino de la búsqueda de consensos, empantanándose como suele hacerlo en la búsqueda de la “unidad” o bien en la construcción de liderazgos visibles, los equipos de comunicación y principales voceros de los partidos intentan que la agenda “regrese” a su territorio, instalando la discusión de la necesidad del voto, ante la propuesta de boicotear las elecciones y las creciente ola de promotores del voto nulo y la abstención. Una vez más discutiremos la viabilidad del sistema electoral mientras los partidos terminan de definir a sus candidatos. Luego de eso, una vez más, volveremos a la complicada tarea de seleccionar al “menos peor”.

Ya instalados en esta agenda, a quienes de una u otra forma participamos de la insurgencia del 2014 nos toca preguntarnos qué haremos frente a la disyuntiva electoral. Una vez descartada la opción de votar por el menos peor, vale la pena distinguir entre las opciones restantes: boicot, voto nulo o abstención. Son diferentes, —aunque Paco Ignacio Taibo II y Armando Bartra crean que es lo mismo— tan diferentes como el PRD, el PT y Morena.

Boicot
El boicot forma parte de las estrategias de la resistencia no violenta, consiste en “Impedir o entorpecer la realización de un acto o de un proceso como medio de presión para conseguir algo”, en este caso, impedir la realización de elecciones con el objetivo de resaltar la falta de opciones y el alejamiento que tienen los partidos de sus representados. Este método de desobediencia civil ha sido retomado en diferentes ocasiones, desde Gandhi en India, Martin Luther King en Estados Unidos o Nelson Mandela en Sudáfrica.

Los familiares de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, así como sus compañeros de escuela han llamado a boicotear las elecciones en Guerrero, pues consideran que es inmoral que estas se realicen enmedio de una crisis como la que atraviesa el estado. También la izquierda eclesial (como le dice Bartra al grupo de la Constituyente Ciudadana y Popular, agrupados alrededor de don Raúl Vera, Javier Sicilia, Francisco Toledo, Miguel Concha, Gilberto López y Rivas y Alejandro Solalinde, entre otros) está llamando al boicot, específicamente a construir un nuevo acuerdo nacional sin la participación de los partidos políticos. Además de ellos, muchos grupos en todo el país están llamando a boicotear las elecciones, principalmente ahí donde es evidente la complicidad entre partidos y delincuencia, así como en los casos en que la diferencia entre las y los candidatos de un partido y otro son sólo los nombres de pila.

Para que un boicot sea efectivo se requiere tener una base social fuerte, organizada, convencida de la importancia de su causa. Debe formar parte de un conjunto de tácticas y estrategias orientadas a conseguir determinados objetivos ético-políticos. El boicot, en si, no rompe ninguna ley, pero hacerlo de manera individual puede resultar contraproducente e incluso, en los tiempos que nos tocan, peligroso.

Voto nulo
El voto nulo es, según el glosario del INE: a) el que un elector deposita en la urna, sin haber marcado ningún cuadro que contenga el emblema de un partido político; y b) aquel en el que el elector marca dos o más cuadros sin que exista coalición entre los emblemas de los partidos que fueron marcados. En esta definición, sin embargo, no está contemplada la intencionalidad del elector, que por lo general suele ser una negativa a ser representado por los candidatos presentes en la boleta. Los funcionarios de casilla están obligados a contar los votos nulos, así como los votos para candidatos no registrados.

El conductor de un taxi me preguntó hace unas semanas: “¿será que eso del voto nulo sirve para algo?” luego de platicarme, de la nada, que su sobrino y unos amigos están organizando un grupo para llamar a anular el voto en las próximas elecciones. Le respondí algo muy parecido a lo que días después diría Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE: con un sólo voto por algún candidato, las elecciones son válidas. Sin embargo —y esto se le pasó decirlo a Lorenzo— si la cantidad de votos nulos supera a los votos del candidato ganador, será una señal muy clara que la ciudadanía le estará mandando a la clase política. En cuanto a efectos prácticos, lo más que puede pasar es que si los votos nulos son muchos la junta distrital podría decidir abrir la urna y repetir el conteo.

El voto es un derecho y una obligación. El voto nulo está contemplado en ello. Tenemos el derecho de anular nuestro voto si las opciones no nos convencen. Pero los votantes de la nulidad tienen, al igual que el resto de los electores, la obligación de defender su voto. Exigir la nulidad de la elección si obtienen mayoría, por ejemplo. Luchar por una reforma al COFIPE que contemple la nulidad de la elección si los votos nulos son más que los votos de los partidos. No es una locura insensata, pues por ejemplo, las leyes de Ecuador y de El Salvador así lo contemplan. Sería lo lógico y lo consecuente.

Abstención
La opción abstencionista es la gran ganadora de todas las elecciones en nuestro país. Es además el partido con mayor diversidad, pues ahí confluyen revolucionarios de la vieja guardia, conspiracionistas, flojonazos, señores-que-se-quedan-viendo-la-tele-y-se-olvidan-de-ir-a-votar, señoras-que-no-se-meten-en-política, indignados, homeless, gente que ni se enteró y por supuesto, aquellas personas a las que legítima y honestamente les vale madre (y padre).

Dicen los críticos del sistema electoral que anular o boicotear las elecciones es darles demasiada importancia. Para ellos la abstención es una forma de construir un mundo nuevo. Aseguran, basados en las cifras, que como ellos hay muchos. El único problema es que muchos de sus compañeros de partido no se han enterado ni siquiera que es urgente reconstruir el mundo. Pero muchos abstencionistas si lo están haciendo. Negarse a participar de las elecciones te deslinda pero también te somete a la decisión de otros. Salvo en los casos de comunidades construyendo autonomía, el resto de los abstencionistas suele estar motivado por el desinterés permanente, antes, durante y después de las elecciones, respecto a los asuntos públicos.

Sería irresponsable y aventurado definir una intención única detrás de todas las personas que se abstienen, pero al final, la cifra de abstencionismo sólo es un pretexto para aumentar el dinero público a las campañas y a los partidos. No es, no ha sido, un indicador de descontento. Mucho menos en elecciones intermedias. A veces me imagino un escenario de poder obedencial que se enfrente a un mandato así, abstenido. ¿Qué haría? Pararse frente a la asamblea y solicitarle una decisión, y que la asamblea contestara puro silencio. ¿Cómo se obedece a ese mandato? Ahí es cuando tiene sentido el por qué los funcionarios electos hacen lo que se les da la gana, sin rendir cuentas a nadie.


Pd. “El Menos Peor” es una canción popularizada por los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, quienes en 2006 culparon a La Otra Campaña del EZLN de su derrota electoral (también culparon a un algoritmo instalado como virus en las computadoras del IFE, a Elba Esther, a los socialdemócratas, a las gráficas inversas…). Buscaron por todas partes un 0.56% de votos, sin mirar a su candidato perder uno tras otro los debates o a su estructura de promotores y representantes de casilla ausentes el día de la elección. Dedicaron muchos años a cantar “El EZLN dividió a la izquierda”, hasta que un día Máximo Líder les invitó a dividir a la izquierda y tuvieron que dejar de lado esa canción (sin pedir disculpas). Ahora con la canción del menos peor de fondo, buscan conservar su registro peleándose el 15% del voto de la izquierda electoral con los otros dos partidos que también se dicen de izquierda (PRD y PT). Tienen ahora una campaña para responsabilizar a anulistas y boicoteantes del probable triunfo del PRI. Como en 2006 y como en 2012 habrá que recordarles que no somos tantos, pero si convencidos. Mejor harían en buscar quitarle votos al PVEM, al PRI, al PAN… mejor harían en controlar los desplantes autoritarios de su dirigencia… ¿mejor harían en blindar su partido para evitar Abarcas, Aguirres, Sabines, Gracos y Manceras…? mejor harían en intentar convencer, antes que descalificar a quienes piensan diferente.

2 Responses to “Boicotear o anular, he ahí el dilema”

  1. NORMA BERTHA LEÓN Y HERNÁNDEZ
    15 febrero, 2015 at 18:34 #

    CADA VEZ HAY MÁS PERSONAS INTERESADAS EN PARTICIPAR EN LA DEPURACIÓN DEL SISTEMA POLÍTICO DEL PAÍS, PERO LOS PARTIDOS POLÍTICOS NO SON UNA ALTERNATIVA PARA LOGRARLO. CUANDO SEPAMOS QUIENES SON LOS CANDIDATOS PROPUESTOS, DEBEREMOS DECIDIR POR QUIEN VOTAR MEDIANTE LA INVESTIGACIÓN DE SU HISTORIAL, PERO CON BUEN CRITERIO, EJERCIENDO NUESTRO LIBRE ALBEDRÍO CON RESPONSABILIDAD, SIN DEJARNOS CONVENCER POR PROMESAS VANAS, Y SI NO VEMOS A NADIE DIGNO DE NUESTRO VOTO. VOTEMOS POR UNA PERSONA HONORABLE QUE SÍ CONOZCAMOS O RAZONEMOS NUESTRA ANULACIÓN DEL VOTO EN LA MISMA BOLETA.

  2. Miguel
    12 febrero, 2015 at 18:34 #

    ¿Siguen existiendo las izquierdas y derechas?

    ¡Saludos!

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