Alfaro, la caricatura política y el juicio popular
La caricatura política es daga de penetraciones incesantes que abre, muestra y expone vísceras, las más de las veces no deseadas, en la plaza pública para observación y análisis del juicio popular.
Los trazos de la caricatura sobre el papel son garfios que rasgan las pieles y tejidos con los que se cubre y sostiene la epidermis de la realidad.
El oficio del periodista del lápiz y la tinta es labor de verdugo de hacha y cadalso.
Esto de dibujar y redondear, con sarcasmo y sutileza a personajes, sucesos y situaciones, tiene algo de ajusticiador del Medievo, por las luchas que se gestan en el interior del periodista y por su vocación firmemente asignada y arraigada.
Como el antiguo encapuchado cortador de cabezas, el caricaturista prepara el arma que pule y afila para el corte exacto, preciso y contundente del dibujo, en donde, incluso, cuando es certero sobran las palabras.
Este pulso de cirujano de crujía guía la mano del chiapaneco Enrique Alberto Alfaro Santos desde hace 30 años.
Reclinado en su mesa de trabajo e iluminado por la lámpara de noche, Alfaro desliza el lápiz-plumón en el papel donde da forma a sus galerías de imágenes, por donde transitan y se quedan plasmados los protagonistas y sus historias efímeras o permanentes de poder.
Enrique cala sus gafas, aguza la vista, sorbe el café o el vino y, al poco, se vuelve verdugo solitario.
En su acervo e imaginario de periodista resurgen y serevuelcan, entre los trazos quemantes, quienes se pensaban olvidados o salvados del ácido corrosivo de la crítica del autor nacido en Arriaga y residente en Tuxtla Gutiérrez.
Alfaro reflexiona que la caricatura política es un trabajo, que nutrido de vivencias, resulta mejor porque ha pasado por los innumerables filtros de la experiencia que procura y expone observaciones quizá más objetivas.
En esta etapa aplica muy bien el autodidactismo, como aquella búsqueda personalísima que sabe aguardar, pensar y ayunar en espera de que el tiempo y sólo éste prepare y matice la situación o tal personaje para el momento en que deban comparecer ante el cadalso bajo el hacha del caricaturista.
Por la mirada del Enrique Alfaro han pasado diversidad de cosas, que como las actuales y las que refiere, las ha plasmado en libros, revistas, periódicos, videos y conferencias.
Cualquier día comenta o retrotrae la imagen sarcástica de los ex gobernadores José Patrocinio González Garrido, Roberto Armando Albores Guillen, Juan Sabines Guerreo o, la actual de Manuel Velasco Coello.
Asimismo ofrece recuentos de dibujos de su trayectoria como también de los actuales problemas de Tuxtla Gutiérrez, como se expusieron en su muestra más reciente conmemorativa de sus tres décadas de oficio.
Otras veces escucha y contextualiza historias de ex dictadores y torturadores sudamericanos.
El diálogo-reclamo aquel del periodista y escritor argentino Miguel Bonasso, quien grabadora en mano, cuestionaba y acometía furiosamente en un restaurante de Pinamar, en la década ya lejana del 80, al capitán de fragata retirada Jorge Eduardo Acosta, El Tigre.
Alfaro refiere también al caricaturista Quino y su personajeMafalda. Una niña de grandes enseñanzas y un ejemplo de humorismo global, apunta.
Éste es el reto, que la caricatura, diga cosas, trascienda con su crítica y permanezca, reflexiona.
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