Leticia Coello, el poder paralelo #Columna destacada 2014
La crisis política que sufrió Manuel Velasco Coello al inicio de su administración por la irregular transmisión de mando y por el atraco sabinista a las arcas públicas, trajo perniciosas consecuencias para la institucionalidad del ejercicio del poder en Chiapas.
La debilidad con que asumió el cargo obligó a Velasco y su círculo cercano a buscar alianzas para tomar las riendas del gobierno que Juan Sabines Guerrero no quiso soltar completamente después de concluir su mandato dejando en posiciones claves del gabinete a varios de sus colaboradores.
Bajo estas difíciles circunstancias en las que se cernía la amenaza de un maximato, se buscó afuera la intervención del presidente de la República, del secretario de Gobernación, de la dirigencia nacional del Partido Verde Ecologista, y de políticos y empresarios influyentes. En el plano doméstico también hubo una intensa labor en la búsqueda de apoyos de grupos y personajes políticos de peso que respaldaran al gobernador entrante para sacudirse el asfixiante tutelaje sabinista y afianzarse en el poder.
Una pieza importante en ese trabajo de convencimiento fue Leticia Coello Garrido, madre del gobernador. Ella fue quien tocó puertas y rogó a exgoberandores chiapanecos el respaldo para su hijo y su vulnerable administración. De algunos recibió indiferencia y de otros amplia disposición para cobijarlo en esa crítica coyuntura.
Sin embargo, esta labor política que asumió desde el plano del compromiso familiar, no concluyó con la estabilización del gobierno velasquista sino que ha trascendido las circunstancias que la propiciaron. La influencia que ha adquirido en el gobierno de su vástago es tal que Coello Garrido se ha convertido en un factor real de poder en la toma de decisiones que trastoca los procedimientos y las jerarquías institucionales.
La presidencia del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) es en todos los niveles, incluso en el ámbito nacional, un puesto honorario que ocupa la esposa del presidente de la República, la del gobernador o la del alcalde, con funciones protocolarias y de gestión bastante discretas no remuneradas. No obstante, en Chiapas esa posición aparece en el directorio de gobierno como cabeza de la estructura estatal del DIF cuando en el decreto por el que se crea el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del estado sólo contempla como instancias ejecutivas la Junta de Gobierno y la Dirección General.
Pero más allá de estas contradicciones administrativas, lo cierto es que la madre de Velasco Coello ha cobrado un desmesurado protagonismo en el gobierno. Lo mismo acude a la inauguración del Centro Cultural “Balún-Canán” de la Universidad Autónoma de Chiapas, a la instalación y toma de protesta del Comité Intersectorial para el Desarrollo del Turismo en Chiapas o encabeza en Cancún, Quintana Roo el coctel ofrecido por el gobierno chiapaneco a operadores de turismo de los cinco continentes.
Asimismo, ha fungido como funcionaria principal en la recepción a la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, interviene en foros sobre participación política de las mujeres, estuvo presente en la inauguración del primer vuelo de la ruta México-Palenque de la aerolínea Interjet, clausuró las Mesas de Negocios Chiapas 2014, atestiguó la firma de convenio de colaboración entre la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, inauguró la Rueda de Negocios Agroalimentaria 2014 y hasta ha premiado a ganadores de competencias automovilísticas como la 6ª fecha de Panam GP Series, actividades éstas que muy poco tienen que ver con su ámbito.
El fuerte peso que doña Leticia Coello tiene en el primer círculo del mandatario estatal es innegable. Por eso muchos de los funcionarios del gobierno buscan congratularse con ella para mantenerse en sus puestos e incluso la legitiman como un poder paralelo al titular del Ejecutivo. El secretario de Turismo Mario Uvence Rojas y Enoc Hernández, director general del Icatech, son dos de ellos. Para el primero, el aval de la presidenta del DIF significa el consentimiento del gobernador, así sea para sus negocios truculentos; el segundo ha logrado ganar su confianza al grado que aprovecha la mínima oportunidad para jactarse en los medios de esa cercanía, y además la usa para sus fines partidistas en la promoción de Mover a Chiapas.
El problema de ese protagonismo desmesurado es que debilita la línea de mando y dispersa el ejercicio del poder. E incluso políticamente puede resultar bastante riesgoso para el propio gobernador y su familia, porque en un contexto institucional propenso a la opacidad de los actos de algunos funcionarios, pueden resultar afectados ante una eventual irregularidad.
Por salud gubernamental, Manuel Velasco debiera alejar a doña Leticia Coello de esos peligros.
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