Gober, no es su festival

El festival de cine que el gober de Chiapas imaginó. Imagen: Agencia Reforma

El festival de cine que el gober de Chiapas imaginó. Imagen: Agencia Reforma

Por Nacho Lozano/Agencia Reforma

San Cristóbal de las Casas, Chiapas.  Bastaron dos horas para ver cómo un Gobierno maltrataba a la prensa; bastaron tres minutos de discurso templetero para mirar cómo el poder político de Chiapas censuraba el conteo del 1 al 43 para exigir justicia por los que nos faltan de Ayotzinapa; bastaron algunos segundos para observar cómo la clase política chiapaneca, la familia Velasco y sus amigos en el poder, hacen lo que quieren en el estado más pobre de México. Le juro que dan ganas de vomitar. Pero hay que contarlo.
El viernes pasado se inauguró la primera edición del Festival de Cine de San Cristóbal de las Casas. Festival al que le deseo larga vida y por el que aplaudo con ganas la bondad y crítica social del arte que suele rebasar a las personas. Ese viernes inaugural fue convocada la prensa especializada para cubrir la llegada de realizadores, lo mismo franceses que portugueses, chinos, mexicanos, rusos, francobrasileños… que vinieron a contar mucho sobre identidad, sociedad y medio ambiente.La inauguración, le digo, fue reveladora. Ya no la hago de emoción (y choro) y le cuento: llegó “Manuelito, el Güero Velasco”, acompañado de su madre “la señora Lety”, el barbero secretario de Turismo del estado, Mario Uvence,  así como los abucheados y desdibujados titulares del Conaculta y del municipio de San Cristóbal.
En el momento en que los activistas, que se identificaron como zapatistas, se pusieron de pie entre el público para exigir justicia por Ayotzinapa y comenzaban a contar del 1 al 43, los interrupió el barbero secretario; el ilustrado funcionario exigió a los protestones que se comportaran: “Están en un festival de cine” (se me hace que es el único al que ha asistido el secre). Los abucheos llovieron para el gober y los funcionarios en escena. Aquéllo se volvió un duelo de gritos.
El secre ganó en esta ocasión. Esa clase política cree que gritando con potente micrófono en mano se puede acallar el dolor y activismo de una sociedad. No. La realidad siempre les estallará en la jeta a los que gobiernan con  ficciones como éstas: “Gracias al gobernador Velasco por ser plural” (¿de dónde?), “gracias por hacer posible este festival” (le recuerdo al secretario que el estado financió con 10 mdp, dinero de los mexicanos y no del gober quien sólo administra los recursos), “(gracias) por dar los pasos que se necesitan en Chiapas y gracias por la expresión del cine, gobernador” (¡híjole!, la idea no fue del gobernador, eh, sino de Miguel Camacho; ¿y ahora resulta que le debemos al gober “la expresión del cine”? No me diga que incursionará en el séptimo arte.
Con tanto spot de felicidad en el Chiapas desigual e injusto, sí le creo lo de la ficción política y su futuro como celebridad). El gobernador, obviamente, no pronunció palabra alguna, una lástima, porque pudo haber demostrado sensibilidad.Mientras esto ocurría, decenas de reporteros se quedaron afuera del teatro porque la seguridad del gobernador no los dejó pasar a cubrir lo que adentro pasaba. Yo como pude, me colé.Al otro día un grupo de reporteros firmaron una carta pidiéndole al gobernador y al director del festival que no vuelvan a tratar como trataron a los reporteros: impidiéndoles hacer su trabajo y en algunos casos insultándolos.

Meneado arranque. Costa Gavras, uno de los homenajeados junto a Jorge Fons, respaldó las protestas: “los políticos no están a la altura de su sociedad”. Tiene razón.

Supongo que ya no estaré invitado por los organizadores para futuras ediciones del festival. Había que contar esto que se repite en muchos rincones (y ciudades) de México en pleno 2015.

No importa que no me inviten, iré gustoso como público a aplaudir que exista un festival de cine como el de San Cristóbal, al que le deseo larga vida. Al poder que busca limpiarse la cara con el arte, no, a ese le deseo renovación, inteligencia, sensibilidad y tantita vergüenza.

Duda: ¿Qué no Marina Stavenhagen, directora ejecutiva del festival, fue inhabilitada 10 años para ejercer cargos públicos?

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