Enoc Hernández Cruz, el esperpéntico
Hay políticos que no conocen límites al ridículo y a la mesura. Enoc Hernández Cruz pertenece a ese clan que ya creíamos desaparecidos.
Ahora le ha dado por recoger medallitas por todos lados y colgárselas como un reconocimiento al despropósito. No va a tardar mucho en que empiece a pegarse al pecho insignias y condecoraciones, una costumbre de coroneles y generales que han perdido el juicio y la compostura.
En estos tiempos, en que el reconocimiento para un político solo puede venir de la sociedad, inventarse premios y medallitas únicamente provoca risa a los ciudadanos e incomodidad a sus colaboradores.
A otros, en especial sus contendientes y compañeros de la administración les da gusto porque derrapa por el camino más plano. Se construye así un currículo esperpéntico y grotesco.
Su labor en el Icatech es zigzagueante y sin cursos que incidan en el desarrollo económico de Chiapas. A Enoc Hernández le interesa mostrarse, aparecer en los medios y recibir medallas y diplomas de donde vengan y al precio que se dejen subastar. De otra manera no se entendería esa colección de parafernalia, que es no solo irrelevante sino contraproducente para una entidad tan pobre como la nuestra.
Al director del Icatech no le interesa promover cursos novedosos sino los de siempre, los que cuestan poco y que también lo imparten en otras instancias gubernamentales y municipales como corte y confección, manualidades, estilismo, elaboración de piñatas y decoración de sandalias. O sea
Aparte de publicitarse y mostrar su desmesura, Enoc Hernández se dedica a llenar de elogios a la directora del DIF estatal, Leticia Coello. Ha llegado a decir que solo a ella obedece, y que lo demás lo tiene sin cuidado.
No me causaría molestia alguna sus ceremonias de reconocimiento, al contrario sería un momento de distracción, si lo que gasta no proviniera del erario. Estoy de acuerdo con los excesos y los viajes de personas que pagan con su propio dinero sus locuras, mas no así de políticos que, a costa de nuestros impuestos, se inventan viajes y premios para paliar sus carencias de afectos y de realización profesional.
Enoc Hernández Cruz fue, hace tiempo, un hombre mesurado. Hoy naufraga entre el ridículo, el azoro y el esperpento.
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