La zona de Los Valles, en busca del desarrollo
En Chiapas conviven vestigios del pasado con actividades turísticas alternativas impulsadas en viejas haciendas con sus historias, tradiciones y culturas ancestrales, enmarcadas en la ruta del corredor Camino Real.
En la zona valle del municipio de Cintalapa de Figueroa se asientan más de una decena de fincas ganaderas y agrícolas, que figuran como paradores turísticos, con los rasgos arquitectónicos de época.
Rodeadas de montañas y abundante vegetación y agua, las llamadas casas grandes conservan destellos del esplendor del pasado.
Algunas casonas, construidas con adobes, ladrillos, tejas y madera, con amplios corredores de columnas sin arcos, ermitas, trapiches, pozos y acequias refuerzan la contemplación y la convivencia con la naturaleza.
En esas casas se mantiene la agroindustria, la reconversión productiva forestal, el arte, la cultura y el turismo ornitológico, o turismo de observación de aves.
El paisaje pasa de la evocación a una actualidad de aprovechamiento productivo con haciendas como San Antonio La Valdiviana, un territorio que perteneció inicialmente al latifundista Bartolomé de Valdivia.
La construcción posee su historia y atractivo propio, porque en sus tierras se cultivó el henequén, el producto de la región más explotado a finales del siglo XIX y principios del XX.
El visitante se adentra a Las Cruces, una casona con su ermita de piso de ladrillos, techo de madera y retablo de columnas adosadas.
Se acude a la finca Orizaba que rememora la producción y la comercialización del añil del siglo XI.
Llano Grande, El Zapote y La Providencia, son otros paradores donde se paladea la gastronomía local.
Como turismo autosustentable de aventuras, en la zona, se integra el río La Venta con el majestuoso El Arco del Tiempo
El conjunto rocoso, de más de 100 millones de años de antigüedad, se muestra con sus 158 metros de altura en la plenitud de la selva, decretada reserva de biósfera.
El Ocote es territorio de la cultura zoque, con sus restos óseos, vestigios de cerámica y rituales, localizados en cavernas y sitios arqueológicos.
Están en el lugar la Cueva del Lazo y el Tapexco del Diablo, incrustado en la concavidad del Cañón del río La Venta.
Para fortuna de los lugareños, las viejas casas y las formaciones rocosas continúan como testimonios y como recursos de aprovechamiento.
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