El legado del neozapatismo y Ayotzinapa

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Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie. ¿Me explico? […] ¿Y qué ocurriría entonces? ¡Bah! Negociaciones punteadas con inocuos tiros de fusil, y luego todo seguirá lo mismo, pero todo estará cambiado.

Giuseppe Tomasi di Lampedusa: El gatopardo

Me tocó verlo. San Cristóbal de las Casas bullía.

Era de repente un espacio que vio cómo llegaron en cascada periodistas, intelectuales, escritores ávidos de involucrarse en el movimiento zapatista o por lo menos investigar sus causas, comprender la cosmovisión indígena y claro está, participar en lo que conformaba en esos momentos: la sociedad civil.

Evidentemente esto se debió al alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que a la sorpresa inicial del alzamiento, le sumó el carisma de su líder el Subcomandante Marcos, el componente indígena y que el movimiento armado emergía del estado más pobre de la república mexicana.

Todo se sintetizaba en dos frases: “Podrán cuestionarnos el camino, nunca las causas” y “Para todos, todo; nada para nosotros”.

Esas palabras condensaban la declaración de guerra donde se pedía: “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”.

Como siempre sucede cuando un régimen se encuentra amenazado, la primera intentona se circunscribió a descalificar a los alzados y a ofrecer perdón a quienes se mostraran arrepentidos de desafiarlos.

También a reprobar lo que considera un ataque a las instituciones y a los mexicanos que quieren la paz.

Después se desató la guerra contra las milicias indígenas, esta duró 12 días; termina cuando el presidente Salinas de Gortari decreta el cese unilateral del fuego.

A los ocho días del cese, el EZLN propone un movimiento nacional por justicia y democracia.

Mientras todo eso se daba, el país bullía de efervescencia y movilización social, se consolidaba lo que había aparecido en la capital mexicana durante los sismos del 85; la sociedad civil.

Vi en San Cristóbal a gente emocionada hasta el punto de llorar de alegría ante la posibilidad en ese entonces real, -que muchos sentíamos- de transformar el país.

Incluso el Subcomandante Marcos, apostaba por la descomposición del régimen. Asunto que finalmente sucedió, pero a medias.

Así fue por diversos motivos, primero porque el sistema pasó de ofrecer perdón, al uso de la fuerza, después a sentarse a dialogar y cuando tuvo que defenderse, utilizó la campaña del miedo.

Después de la irrupción zapatista, llego el magnicidio de Colosio, Acteal, Aguas Blancas en Guerrero y más adelante, las desgracias fueron terroríficas; el narcotráfico, las balaceras, la tragedia de la guardería ABC, el incendio del casino en Monterrey, la masacre de migrantes en San Fernando, la guerra contra el narcotráfico y las fosas comunes.

 

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A todo ello, el régimen sobrevivió. Sobrevivió el PRI, tanto que en el 2012 recuperó el poder. Lo peor es que el régimen pasó de:

  1. Dominar la política y confrontarse con el poder económico a;
  2. Tener al mismo tiempo el control político y también el control económico a;
  3. Dominar la política, la economía y todavía heredar las dos cosas a los juniors sucesores.

 

A cambio de ello, el régimen se abrió en materia democrática-electoral; permitió la alternancia política y la democracia representativa. Hoy un alcalde, un gobernador, o incluso el presidente puede ser de cualquier partido político, pero ¿responde a los intereses ciudadanos?. Absolutamente no; responde a los intereses de grupo o llega a ocupar esos cargos por lo abultado de su cartera.

Para usar el término lampedusiano del gatopardismo; en México todo cambió, para que todo siguiera igual.

Marcos y el EZLN buscaron que el régimen se descompusiera. Pero sucede que todo cambió, para que todo siguiera igual; porque el PRI sobrevivió, no fue aniquilado, en las elecciones de 1994, todavía le alcanzó al régimen priista lograr el ascenso de un presidente salido de sus filas, a pesar del atentado contra Luis Donaldo Colosio.

Pero el cambio, no fue por el espectro político de la izquierda; sucedió por la derecha con la llegada del PAN al poder.

Todo cambió en México, para que todo siguiera igual.

Por eso las exigencias neozapatistas de cambio y de “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”, siguen vigentes; pero el contexto es lo que si cambió.

Es decir, la protesta del EZLN se dio en el contexto del inicio formal en México del neoliberalismo, cuando se cancelaba el “estado de bienestar” y se configuraba el país actual globalizado, exportador; pero injusto.

La demanda continúa vigente, pero ya no hay más “estado de bienestar” y si competitividad, productividad; escenarios donde es necesario un arranque parejo para que todos y todas compitan en igualdad de circunstancias por un puesto de trabajo, por aperturar un negocio, por innovar.

Por eso duele -entre otros porqués- Ayotzinapa. Duele porque estos jóvenes marginados, nos demuestran la utilidad de la educación gratuita: es la posibilidad casi única de labrarse un mejor futuro.

Que el mismo estado-nación haya promovido –aún por omisión- o el mismo con sus fuerzas de seguridad pública o brazos armados, también duele, porque se supone que están para proteger al ciudadano, sea del nivel de gobierno que sea.

Ayotzinapa y su tragedia, están volviendo a sacar a las calles a los ciudadanos, como lo hizo el zapatismo. Ayotzinapa y sus jóvenes están poniendo a temblar al régimen.

El régimen otra vez como hace veinte años, pasó de minimizar los hechos a descalificar a quienes buscan la violencia y la desestabilización.

El régimen otra vez está herido.

¿Qué hacer para que no vuelva el gatopardismo a México y el régimen sobreviva?

Con los hechos de Ayotzinapa, el futuro político del país por lo menos en el corto plazo (hasta las elecciones del 2015) puede pasar por tres escenarios:

 

  1. Todo cambia: Aquí va el legado neozapatista; trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz; que es lo que verdaderamente México necesita y sería un sueño pensar que el gobierno daría concesiones en todo ello; sin embargo es deseable que haga concesiones a la sociedad civil que pide a gritos un cambio.
  1. Se toman medidas inmediatas contra la corrupción y se depuran los cuerpos policiacos. Medida deseable, necesaria y urgente; es más, el gobierno federal ya se está tardando.
  1. Ayotzinapa se olvida: Es posible este escenario, pero es el menos deseable por convenirle al gobierno y para que olvide también su responsabilidad con los hechos y con los ciudadanos.

 

Por ello, el papel de la sociedad civil y de las organizaciones sociales es continuar con las movilizaciones, seguir cuestionando al régimen y lograr que el sacrificio de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa no sea en vano.

Lo cierto es que el régimen está nervioso, en la mente tecnócrata neoliberal lo que más duele es la imagen de México en el exterior. No importa si Peña Nieto sigue siendo presidente o no; lo verdaderamente relevante es que se le arranquen concesiones que permitan cambiar de fondo a este país.

Atajar la desigualdad es lo relevante.

Los zapatistas no se equivocaron, iniciar el puntapié que cuestionara al régimen es su legado; el régimen tarde o temprano iba a colapsar, -los zapatistas lo sabían- corresponde a los ciudadanos dejarlo vivir o darle la necesaria extremaunción.

 

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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