De noche caminas, de día vienen las ánimas
Hace una semana, se escucharon por las calle de mi pueblo estas consignas: ¡Calabacita tía! ¡calabacita tía! ¡que viva la tía! ¡que viva el tío! ¡que muera la tía, que muera el tío! Palabras que en forma de cantos se escuchan por las noches en las calles de mi pueblo, durante los tres días de fiesta para los fieles difuntos. Gritos llenos de entusiasmo y alegría que entonan niños y jóvenes para pedir calabaza. Así, desde el anochecer, los niños con sus morralitos van tocando de puerta en puerta para pedir la calabacita. En las casas, que han arreglado su altar, de allí desprenden unas frutas o dulces para dárselos a los niños. Al momento de recibirlos, ellos gritan: ¡que viva la tía! o ¡que viva el tío! Y así, en cada una de las casas. Cuando no les dan, ellos no pierden la oportunidad para cantar diciendo: ¡que muera la tía, con dolor de cania al medio día! Y otras cosas más en forma de sátira a la muerte.
Para estas celebraciones, en muchas casas arreglan y adornan el altar para esperar a los difuntos, así como lo hacían mis abuelos, quienes desde una semana antes se preparaban para esperar la llegada de sus ánimas y compartirles las cosechas de la milpa. Ellos acostumbraron a adornar el altar con las flores amarillas que en tsotsil le llamamos ch’ul tusus y el ch’ul pomte’. Así también con la flor blanca llamada ch’ul ts’akts’akte’. El ch’ul pomte’ y el ch’ul ts’akts’akte’ aún son flores silvestres. Recuerdo que algunas veces acompañé a mi abuelo a cortarlas en las partes montañosa del pueblo, en donde nacen. Estas flores son de temporada, por eso, cuando uno va por las montañas o va a la milpa, puede ver los campos amarillos que brillan por el color de estas flores. También, se pueden ver manchas blancas de otro tipo de flores, aunque domine el color amarillo que contrasta con las milpas secas. Aún no siendo la primavera, es cuando más cantidad de flores brillan en el campo.
Con las flores del tusus, pomte’ y ts’akts’akte’, mis abuelos adornaban el altar. Formaban un arco con estos tres tipos de flores, de este modo, amarraban, en la parte donde inicia el arco de madera, con un manojo de flor de tusus luego la flor blanca del ts’akts’akte’ y luego otro manojo del pomte’ y así sucesivamente hasta terminar de adornar todo el arco de madera y dejarla bien forrada y rellenada de flores. Finalmente se logra apreciar un arco que, mas que un arco, se asemeja a la entrada de una cueva. Cuando se termina de arreglan el altar, pronto acomodan las frutas y los bocadillos que se dan a modo de ofrenda. En ese mismo arco se cuelgan también algunos panes, limas, naranjas y algunas otras frutas, pero siempre con el cuidado de no tupir de cosas en la entrada, eso para que las ánimas puedan salir y entrar libremente al interior del arco.
Cuando mi abuelo se iba a la milpa por el maíz y las frutas para el altar, mi abuela preparaba los chocolates en barras y, un día antes de la llegada de las ánimas de los niños, ella preparaba los dulces de camote, yuca y calabaza. Además de esos dulces, preparaba los ricos tamales como el tamal de bola, de mumo, el de toro pinto, de elote y otros tipos de tamales y atoles que se compartirían en ese día tan especial. Por eso, con tanta comida y bebida que se preparaban, a nosotros, los niños, nos entusiasmaba mucho estar con los abuelos, por que nos consentían mucho y porque, durante la preparación de esos alimentos, a nosotros nos tocaba probar primeramente antes de ponerlas en el altar, aunque era faltarle al respeto a las ánimas, pero a nosotros nos permitían hacerlo, pues para la primera noche, en que llegan las almas de los niños, a nosotros nos tocaba poner nuestras propias ofrendas de velitas de colores a modo de disculpas.
En estas fechas es cuando también se pizca el maíz y cuando se eligen las semillas para el próximo ciclo agrícola, es la fecha en que se cosechan las frutas, por ejemplo, las naranjas, limas, jícamas, guineos, papayas, un tipo de jocotes, guayabas, entre otras, que se cultivan en la milpa y en el solar. También es la fecha que se recolecta el fríjol, la calabaza, el chile, aguacate, el chayote y otros alimentos. Eso porque las personas cultivaban sus tierras y producían sus propias comidas. Estoy orgulloso que aún me tocó parte de esa rica tradición de comer los productos recién cortados y cosechados del campo, y que incluso me tocó cortarlos, prepararlos, y comerlos. Ahora que estoy fuera del pueblo, estas fiestas se viven de otra forma: todos los productos se tienen que comprar. Es doloroso ver que las personas en lugar de ir a comprar sus productos en los mercados, prefieren ir a los supermercados donde compran productos de procedencia y calidad desconocida, donde hasta se ve todo artificial.
La celebración del día de muertos de este año se entrecruza con las muertes y desapariciones de los jóvenes estudiantes, que llevan más de un mes desaparecidos y no se ha hecho justicia, ni por los muertos, ni se han encontrado a los desparecidos. Pero como muchos ya han dicho y han asegurado, en estas acciones también hubo participación del Estado. Eso es importante considerarlo, solo recordemos lo ocurrido en otras partes de la república, como en Atenco, Tlatlaya, Acteal, San Fernando, Viejo Velazco, entre otros. Y así también se suman los muertos y las muertas de algunos luchadores sociales y defensores de los Derechos Humanos, las desapariciones forzadas en todo el país y las amenazas de muerte y hostigamiento también a otros tantos de defensores de los Derechos Humanos y hacia los migrantes. Así, el día de muertos de este año, en todo el país y en otros países del mundo, se gritó: ¡justicia para Ayotzinapa! y el grito de: ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!
De este modo, los recuerdos de niño se quedan enterrados con las nuevas formas de celebrar este día. Días que fueron tan especiales en este año pues, además de unir a muchas personas en los pueblos para compartir, como de costumbre, sus comidas o reunirse frente a sus altares para esperar a sus ánimas y compartir con ellos las cosechas de la milpa, ahora, en las ciudades, se llevaron a cabo marchas, caminatas, veladas y otras actividades culturales para recordar a los muchos tantos muertos provocados por este sistema neoliberal en todo el mundo. Esperamos que estos lamentables hechos nos ayuden a tomar conciencia para no dejarnos someter ni vivir oprimidos dentro de este sistema político que está en descomposición. Ahora, la población civil debemos crear estrategias de lucha frente a todos estos acontecimientos tan doloroso y repugnantes para la vida, ya es momento de que en las flores broten….
Semillas para la vida
Nos enterraron, pero somos semillas
Somos jóvenes que sabemos soñar
Cortaron nuestras hojas, la lluvia las hizo retoñar
Somos frutas que el tiempo nos hará madurar.
Somos semillas que el campo hará nacer
Somos pueblo que exigimos dignidad.
Arrancaron nuestras alas, aprendimos a caminar
Cortaron nuestras flores, brotaron los frutos.
Somos semillas de la noche, de la vida
Nuestras flores darán luz a los pueblos
Nuestras hojas darán aliento al campo
Este día saldré a pedir de tu mano, de tu canto.
Semillas de la vida somos
Día de muertos, para gritar la justicia.
Historias del pueblo que se vuelve un clamor
Vamos al pueblo, vamos al campo a sembrar:
Semillas de hermandad y de unidad.
xunbetan@gmail.com
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