Alianza PVEM-PRI, baluarte de la simulación

Anuncian inicio de diálogos PRI y PVEM para coaligarse en el 2015.

Anuncian inicio de diálogos PRI y PVEM para coaligarse en el 2015.

 

Ganó el pragmatismo. Los diferendos coyunturales entre el Partido Verde Ecologista de México y el Partido Revolucionario Institucional quedaron saldados el lunes pasado con la ratificación de la alianza político-electoral para ir unidos en las elecciones locales y federales del próximo año. Presentarse separados a las urnas hubiera significado para ambos mayores riesgos de perder lo que pueden ganar por la vía de la negociación.

Atrás quedó la exigencia de “respeto y respaldo” que hizo la dirigencia nacional del PRI al gobierno del estado, cuando éste se sintió autosuficiente y quiso marginar al tricolor de su estrategia hacia los comicios del 2015. La ruptura, desde cualquier ángulo que se le viera, era el escenario menos deseable y el más contraproducente, así que decidieron pactar sobre la base de que son fuerzas equitativas, cogobernantes y bajo esos supuestos se repartirán las candidaturas a diputados federales, locales y a presidentes municipales.

De esta forma se evitan también enfrentamientos innecesarios y refrendan el “matrimonio por conveniencia” que mucho les ha redituado en posiciones de poder en Chiapas y en otras partes del país. Con la ratificación alianza se reducen además las posibilidades de que la plaza “se caliente” y derive en actos de violencia que pudieran encadenarse a los brotes de inestabilidad que se registran en varios estados de la República.

Sin embargo, lo que para el PVEM-PRI es una excelente noticia, para la sociedad chiapaneca es una señal ominosa contra sus aspiraciones. En el caso de los comicios para el Congreso local y alcaldes, en las boletas electorales aparecerán diez opciones, pero en los hechos no será el reflejo de una vasta pluralidad sino la impresión en papel de la simulación de un sistema partidista democrático.

Del número total de contendientes, al menos cinco tienen claros vínculos con el oficialismo. El PRI y el Verde por ser cogobernantes, Mover a Chiapas y Unidos por Chiapas porque fueron creados desde la estructura gubernamental, y el Partido de la Revolución Democrática porque César Espinosa Morales, funcionario encubierto del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos de Chiapas que dirige su hermana Olga Luz, llegó a la dirigencia partidista impulsado por el gobernador Manuel Velasco. Espinosa, integrante de la corriente perredista Alternativa Democrática Nacional, en noviembre de 2011 se pronunció a favor de Velasco como candidato externo del PRD.

Bajo estas circunstancias, lo que se prefigura para el 2015 es una elección de corte corporativista con tintes de totalitarismo. El gobierno pretende con este esquema ganar todas las posiciones de poder y someter a un férreo control político a diputados y alcaldes. El fin último, por supuesto, es refrendarse en el poder en el 2018. La estrategia embona muy bien con la “elección de Estado” que ya está en marcha, cuyo puntal es el uso de los recursos y programas públicos con fines clientelares a favor de los partidos oficialistas.

No hay bajo esta fórmula posibilidad de una competencia democrática auténtica. Los trazos bien marcados del avasallamiento que se ve venir, prefiguran desde ahora unos comicios inequitativos, dispendiosos, con campañas adelantadas y compra de votos. Será una “competencia” de trámite, salvo en algunas ciudades importantes del estado, como Tuxtla Gutiérrez, donde pueden generarse fuertes candidaturas opositoras.

En este contexto, la mancuerna PVEM-PRI se erige como la “madre de todas las alianzas”, la que llevará la batuta de la simulación democrática orquestada desde Palacio de Gobierno. El rechazo de la sociedad a estas arcaicas formas de hacer política, la aversión a los partidos por su desapego de los ciudadanos, el desacuerdo con elecciones onerosas y el reclamo de auténtica participación, son posturas que los tienen sin cuidado. Los viejos principios del priismo más primitivo siguen en pie.

IGLESIA, ARTICULADOR DE LA LUCHA SOCIAL.- En contraste con lo que se percibe en otras regiones del estado, en las zonas Altos, Norte y Selva la organización de la sociedad experimenta un crecimiento significativo en la sistematización de sus demandas y en la consistencia de su movilización. Entre los articuladores de la inconformidad está la Iglesia, particularmente la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, que de nuevo vuelve a aparecer como uno de los actores fundamentales de la lucha social en los sectores marginados de Chiapas. El miércoles 26, miles de católicos marcharon simultáneamente en 12 municipios para rechazar los megaproyectos gubernamentales y privados, contra la construcción de la autopista San Cristóbal-Palenque, contra la violencia hacia las mujeres y el alcoholismo, así como para exigir la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. El papel protagónico que juega la Diócesis muestra el fracaso de los partidos políticos como entes de representación ciudadana y, por otro lado, la incapacidad del gobierno para resolver las demandas de las comunidades marginadas.

 

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