La reelección en la Unach
La reelección del rector Jaime Valls Esponda, con la iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), es un hecho posible y hasta deseable para quienes consideramos que prolongar el periodo de Valls frente a la universidad puede ser beneficioso para la máxima casa de estudios de Chiapas.
Jaime Valls Esponda como alcalde en Tuxtla Gutiérrez nos quedó a deber mucho, pero creo que ha tenido la oportunidad de reivindicarse, y bastante bien, como rector de la Unach. La infraestructura de la universidad ha aumentado de manera visible, y académicamente la institución también ha crecido.
Critiqué, en su momento, la llegada de Jaime Valls a la rectoría de la Unach. Al igual que la llegada de Roberto Domínguez de la Unicach. Ambos venidos de puestos políticos, sin un pasado en la academia y sin arraigo en las universidades que dirigen.
A eso hay que agregarle que en el caso del rector de la Unach la simpatía no es su principal carta de presentación, es una especie de “Dr. House”, que es muy bueno curando, pero eso del buen trato no se le da a la primera.
Tanto Jaime Valls como Roberto Domínguez han demostrado ser buenos gestores. Han logrado que estas instituciones académicas crezcan a pesar de las administraciones locales– ellos seguramente dirán que es con el apoyo de ellos, tengo mis dudas-.
Aunque la idea de que Jaime Valls continúe en la universidad a mí me parece favorable, las condiciones en cómo se están dando las reformas a la Ley Orgánica de la Unach son cuestionables. Se debió de haber realizado una reforma integral a la legislación universitaria con el consenso de toda la comunidad, y lo mejor hubiera sido que ese proceso se llevara a cabo el año pasado. Cuando la selección del nuevo rector se viera aún lejano.
Es probable que eso hubiera ocasionado ruido al interior de la universidad e impedido tal vez el desarrollo de algunos proyectos, pero a la larga el beneficio hubiera sido más.
Si fue Jaime Valls quien cabildeo las reformas en el Congreso Local – lo cual ignoro- creo que debió de buscar un emisario menos cuestionable y torpe como lo es el diputado Guillermo Toledo, a quien se le dificulta articular un argumento válido, aunque lo exista, para haber promovido las reformas a la Ley Orgánica.
Algunos grupos al interior de la universidad ya han empezado a moverse y a manifestarse en contra de la posible aprobación de las reformas a la Ley, que dejarían la puerta abierta de la reelección de Jaime Valls.
El problema de estos grupos es que se mueven y se manifiestan desde el anonimato o poniendo como escudo a las y los estudiantes universitarios, lo que los hace no sólo cobardes, sino infames. No sería la primera vez que lo hacen.
Las y los integrantes de la comunidad universitaria que no están de acuerdo con las reformas a la Ley Orgánica de la Unach están en todo su derecho de pronunciarse y manifestarse. Lo que no se vale es que lo hagan tratando de impulsar un movimiento estudiantil para que defiendan esas causas que ellos no se atreven a enarbolar con nombre y apellido.
Ojalá que el Consejo Universitario tomé la mejor decisión para la Unach. Ojalá y sea una persona capaz la que asuma la rectoría. Ojalá que la universidad continúe creciendo, que sea el principal lugar de formación de jóvenes, que sea un espacio de generación de conocimiento, que se impulse el libre pensamiento, se respete la libertad de expresión y manifestación. Ojalá y encima de cualquier interés este la prosperidad de nuestra casa de estudios.
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