La ley orgánica de la Unach y la sucesión rectoril
El Dr. Belisario Domínguez Palencia, ilustre comiteco, publicó en 1904 un periódico de sólo cuatro páginas que denominó El Vate, periódico de literatura, filosofía y variedades. El Dr. Explicaba que el nombre era compuesto de cuatro palabras: V de virtud, hacer el bien y evitar el mal; A de alegría, goce interior que nace de la “tranquilidad del alma y de la satisfacción del deber cumplido”; T del trabajo, el cual se define por su utilidad: todos deben de trabajar para que ellos y sus prójimo sean igualmente felices; y E de estoicismo, “la serenidad del alma que permite al hombre ser dueño de si mismo” [MacGregor, Josefina (2010). Belisario Domínguez. Moral y ética, impronta de vida, Lectorum, México].
En el número de febrero de 1904 en El VATE, el Dr. Belisario Domínguez decía: “Soy mexicano y después de México el país a quien más quiero es España. Y por desgracia tanto en México como en España el pueblo tiene verdadera pasión por las corridas de toros. ¿Debo decir lo que pienso, corriendo el inminente riesgo de desagradar a mexicanos y españoles? Indudablemente que sí. No siendo mi objeto adular, sino corregir e instruir, mi obligación es hablar con toda sinceridad que se debe a quien se quiere” (MacGregor, Josefina, 2010). Eso suele suceder con quien se quiere, se debe hablar con sinceridad y para mi es el caso de la Unach, que es mi casa y a quien debo casi todo de lo que he podido hacer en mi vida académica. Hay quienes creen que callando hacen bien, no soy de esa idea ni lo he sido ni lo seré.
Es por ello que me permito opinar del tema, ya que en la Unach hay quienes esperan que el tiempo y el viento le sean favorables para llegar a ocupar el cargo de Rector (a), algunos de ellos para seguir medrando con la institución, pues se inscriben en lo que he denominado el concepto de universidad-botín. Parafraseando a León Krauze, refiriéndose a México, en el artículo: Sin decencia no hay futuro. ¿Por qué en la Unach nadie renuncia? ¿No hay moral? La dignidad viene supeditada a la conveniencia política: antes, mucho antes el hueso que la responsabilidad. Hay funcionarios que llevan más de 10 años ahí y siguen y quieren seguir, con quien sea nominado Rector (a). ¿Por qué? En cualquier otro país que haya rendición de cuentas son normales las renuncias por diferencias, por cometer errores o simplemente por cambiar de aires.
A pesar que en su exposición de motivos, la ley orgánica de la Unach, que fue expedida en agosto de 1989, por el entonces gobernador Patrocinio González Blanco Garrido, nos dice: “Que se establece la renovación periódica de los cuadros directivos universitarios para evitar la fosilización de los mismos lo que desalienta la superación de quienes aspiran legítimamente a servir a la Universidad”. No se cumple con el espíritu de la ley.
En relación a la sucesión rectoril, mucha gente de la Unach no se expresa, por el bajo nivel político-ideológico en que se desarrolla la vida académica de la institución, pero es tema de pasillo en toda la Unach, por eso digo que parece una escuelita con clanes familiares en los que algunos funcionarios tienen todo su árbol genealógico dentro y el rumor y chisme prevalece en relación al tema, son ejercicios de presdigitación que no son dignos de una institución de educación superior. Los que queremos a la Unach, de verdad quisiéramos fuera de otra manera y que se dieran los pasos adecuados para convertirla en una institución académica de prestigio, con sensibilidad social, que sirviera de mejor manera al pueblo de Chiapas.
Desde el punto de vista de la legislación actual, el artículo 15 de la ley orgánica faculta a la Junta de Gobierno para designar Rector de la Universidad Autónoma de Chiapas, conforme a lo establecido en sus reglamentos. Mientras que el artículo 17 del Estatuto General establece que la Junta de Gobierno para dar cumplimiento a la auscultación prevista en la fracción I del artículo 15 de la Ley Orgánica, dará a conocer previamente a la comunidad universitaria dentro de un plazo de 30 días a la designación del Rector (a), los requisitos y el procedimiento que para el efecto se establezca. Es decir, debe salir a la voz de ya la convocatoria.
En periodos anteriores en estas fechas ya se había emitido la convocatoria, pues se tiene una semana para difundirla en la comunidad universitaria y tres semanas del proceso de auscultación, que es puramente formal, ya que la decisión está tomada de antemano, los dados están cargados. Sin embargo, se deben cumplir con los formalismos. En la ocasión anterior la convocatoria se emitió el día 25 de octubre y se estableció del 3 al 23 de noviembre para que los aspirantes a ocupar el cargo presentaran sus proyectos, luego se dieron una semana para nombrar Rector (a), se debe realizar el proceso de entrega-recepción para tomar posesión el 4 de diciembre del 2014.
Se habla de reformar la Ley Orgánica, creo que es necesario, pero no ahora a unos días para la designación de rector (a). Creo se les pasó el tiempo si esa era su intención, pues puede dar lugar a rechazo el ninguneo de la comunidad universitaria. Para tal reforma se debe consultar mínimamente a la comunidad universitaria y la Facultad de Derecho de la Unach debe tener una opinión calificada acerca de una nueva Ley Orgánica que responda a las necesidades de nuestro tiempo. Estamos asistiendo a transformaciones copernicanas en materia educativa. La revolución tecnológica nos debe obligar a revisar todo el proceso de enseñanza aprendizaje. No se debe reformar la Ley para satisfacer aspiraciones personales de candidatos, por más que me parezca una tontería el límite de edad. Se debe mantener la no reelección, pues es sano que se renueve autoridades en la institución. Volvemos a la pregunta: ¿Por qué ningún funcionario renuncia en la Unach? Y todos quieren seguir. Además, en las listas que se manejan como candidatos hay gente honorable, pero hay algunos impresentables, es el nivel, todos creen que pueden ser rectores aun comprando grados académicos.
Me parece, que quien es al que menos le conviene un escenario de reelección es al Mtro. Jaime Valls Esponda, pues hasta ahora todas las reelecciones de la Unach han sido trágicas, aun cuando la ley orgánica anterior a 1989 lo permitía, pero ninguna llegó a buen fin, así fue el caso de Federico Salazar Narváez y de Heberto Morales Constantino.
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